Occidente en sus dilemas con el sentir, estar  y no irse de este mundo se arropa con un gran dolor. El permanecer y no querer perecer en la imagen, ni someterse al destino de la vejez y la muerte. En su delirio temporal y residual, es un sujeto que mira el mundo en sus mutaciones antropológicas, soñando con ser invulnerable. Un baile de emociones cuyo objeto de dependencia se enmarca en el pastillero para dormir, controlar las grasas o complacerse con sustancias ajenas al cuerpo (drogas, alcohol, dulces, fármacos, juego, sexo y tabaco, etc.).

Es un cuerpo que ensaya sobre sí mismo. Intentando no enfrentar los límites de la separación con el objeto, con la castración en términos freudianos, con la impotencia de la figura que se engalana de subjetividades e ilusiones de belleza para conseguir el amor. Un sinfín de operaciones, drenajes, prótesis para poner enhiesto lo que, por biología y fuerza de la gravedad, tarde o temprano llegará a coquetear con el ombligo. Es un cruel cuento de inmortalidad que le obliga a construir una reflexividad sobre su subjetividad  y pulsiones, lo cual intenta evitar a toda costa.

¿Es la biología imperecedera? En esta opacidad de la existencia. El biopoder controla. Y son esos amanuenses de la historia losque registranmemorias de unos sujetos que te obligan a la reproducción, tales como la iglesia, el Estado/nación y el mercado capitalista en su afán de crear y crear mercancías para someterlas al libre juego del mercado. Unos cuerpos mercadeables que dentro de la constelación de la sombra y del sometimiento al deseo del otro se adaptan, como borregos, a las demandas implícitas de las familias que lideran el mercado y sus grandes capitales, las industrias farmacéuticas, la de la moda, la de salud, entre otras aves de corral.

Es la historia de la negación y de la incapacidad de saber que nos estamos devorando a nosotros mismos

El poder del cuerpo es un núcleo vacío que se asemeja a la corporalidad de los invertebrados. Es el agarrarse a lo que fracasa constantemente con el transcurrir del tiempo, sin importar los ejercicios, las vitaminas, las musculaturas trabajadas con esfuerzo en los grandes gimnasios de las ciudades. Un cuerpo modelado según las marcas epocales, con dimensiones, cicatrices y variopintas medidas para atraer el amor del otro.

Un fondo de obseso y clínico en el que se enmarcan los delgados y obesos que en el espectro de la psicopatología alimentaria se someten a grandes dietas y hambres de amor. Es la elocuencia de un cuerpo que se niega a envejecer y morir. Un fracaso absoluto de la postmodernidad. O, como dice el poeta Eliot, hombres y mujeres huecos que existen sobre la fachada de otras vidas por vivir sumando fantasías y devorando la comida sin grasas o azúcar.

Un cuerpo que se traga a sí mismo cuando intenta limitarse, pero sin despojarse del deseo. Apetecer y no comer es el dilema de la obesa, no desear y morir el de la anoréxica. Infinitos limites del ser que demoran la lucha de un deseo que apunta a un sostener representaciones futuras o el de vivir en la apetencia momentánea del control y de lo que representa el sí mismo.

En el fondo de esta cultura familiar, es uno. Occidente quiere suponer que nadie sufre ni siente, sino más bien que se hace lo que se tiene que hacer para olvidar el mundo interior, los dilemas del alma, la falta de creatividad, el problema con la desmesura, el valorizar lo homogéneo, olvidar la variedad de morfología corpórea, la frontera de la diversidad, el culto a la belleza, el arte de la incapacidad de formar sujetos críticos contra la clínica, el modelo de Estado/nación, la apología a la cual se vende en cadena y que se corresponde con las mismas formas y tallas; la producción de ciudadanos y ciudadanas en cadenas, miméticos, sin que puedan contar sus propias historias.

Es la historia de la negación y de la incapacidad de saber que nos estamos devorando a nosotros mismos, en un sinfín de mimesis que no podrán evitar el átropos o el destino, tres mujeres sordas que dan la espalda y constituyen el fracaso absoluto del mercadeo político del cuerpo.