I.- El «corsé de hierro»

Puesta en circulacion de la emision postal que reconoce a mujeres del siglo XX de la República Dominicana.

Desde el año 2003 iniciamos, en la República Dominicana, uno de los más trascendentales proyectos de «intervención» —con rostro de mujer— en un espacio territorial de la ciudad de Santo Domingo. Originamos el conocimiento de los palimpsestos que han quedado inaccesibles en la memoria genérica de nuestra Nación que «atesora» una desmemoria compleja y ambivalente que, hace (aparentemente) inamovible lo que los textos canónicos nos han relatado en torno a la participación de las mujeres en la narrativa de la construcción del orden social, político, cultural y económico del pueblo dominicano.

Marginadas y excluidas con una coloratura difusa, el sistema representativo de dominación republicano, por demás demócrata, no nos reconoce en 1844 ni nos reconocía parentesco alguno con las égidas del entretejido de los tiempos donde la República surgió desde las entrañas de las rivalidades entre hombres conservadores y liberales. Desde entonces continuamos siendo solo madres, hijas, esposas y hermanas. Un status asignado de conformidad con la antojadiza estructura estamental de organización de la sociedad. Antojadiza, porque ha estado obnubilada por un ´raro exceso´ de machismo que ha lanzado al ostracismo a las mujeres que subvirtieron el orden. Desde entonces, las mujeres de la Patria fueron lanzadas a los márgenes de las páginas de los libros, a brevísimas menciones en los índices o registros onomásticos y, desplazadas hacia la ausencia, al «no-recuerdo». Este «no-recuerdo» es, lo que llamamos el «desconcierto del viaje», el viaje sin opiniones en el tiempo, sin autobiografías, desde un inconsciente colectivo donde la virtud de la «libertad del pensar» fue una tabla rasa sin posibilidades de enunciación.

Hilma Contreras.

Había en esa «historicidad» — de la «libertad del pensar»— muchas preguntas que hacer y vacíos que llenar; no eran simples huecos, sino descontextualización desde el silencio y, el sistema patriarcal, de conocer cuáles mujeres plantearon el mundo en una proyección femenina y femenil y, por supuesto, feminista.

La historia tradicional, ortodoxa y androcéntrica —ya es inevitable afirmar— es amorfa, marcada por una hipersexualidad dominante de lo masculino, ya que ocultó, de manera atroz, la mirada oblicua, la mirada interferencial de las mujeres que hicieron transformaciones en la territorialidad del país que somos, lo cual provocó la orfandad nuestra, de las dominicanas, dada por la diosa Clío a nuestras improntas y «saberes». Por tanto, esto significa que, la Historia oficial colocó un «corsé de hierro» al sujeto femenino no solo en Occidente, sino aquí en el archipiélago del Caribe, para que no hiciéramos uso de la palabra, la voz y, por ende, de la escritura.

Celeste Woss y Gil © Senior, 1927

Ese «corsé de hierro» lo hemos ido abriendo, tirando al suelo, destruyendo, para dejar de estar en grutas oscuras (las mujeres) o en zonas lóbregas, es decir, abyectas.

Es por eso, que en las calles laberínticas de la ciudad de Santo Domingo, trazadas de Este a Oeste, del Norte al Sur, asignadas y marcadas marginalmente con una «Letra» (que es significado de anonimato) o denominadas con un «Número» (que es un signo cuantitativo simple) hicimos que nos pertenecieran porque carecían de identidad, y le dimos una identidad, no un gentilicio metafórico, sino un NOMBRE DE MUJER. Las rescatamos para internarnos en ellas, para hacer de un vecindario de casas su hábitat, su hospedaje, su domicilio y residencia.

Petronila Angélica Gómez

Es así como surge en el 2003 el proyecto de denominar con nombres de mujeres dominicanas a las calles con «Letra» o «Número» del sector capitalino de La Castellana, antes una amplia pradera, lugar de pasto, de lagunas y humedales que se extendía como un hato en el mapa del General Casimiro de Moya de 1906, o, el albergue de fincas de las antiguos troncos de los ancestros familiares de notables personalidades que incursionaron en la formación de la República desde el siglo XIX.

II.- La  emisión postal «Mujeres Dominicanas del Siglo XX».

La Castellana, sector donde tiene su sede oficial el Instituto Especializado Superior en Formación Política Electoral y del Estado Civil (IESPEC), institución académica de la Junta Central Electoral (JCE), dedicado a la vocación de aprendizaje —que inculcaron esas mujeres de finales del siglo XIX y principios del siglo XX a las generaciones siguientes— lo hemos considerado que es, el espacio en sí mismo natural para revitalizar su presencia, revitalizar las improntas de sus labores y, revitalizar sus discursos sin ningún tipo de artificio.

Fue, pues, precisamente, el espacio del IESPEC, su Aula Magna o Auditórium donde se imparten, ejemplarmente, diplomados, cursos, conferencias y talleres sobre uno de los temas fundamentales en los cuales las mujeres del sector de La Castellana ocuparon sus vidas y existencias: la participación política, la ciudadanía, y el ejercicio del derecho al sufragio, el espacio escogido para puesta en circulación de la emisión de sellos denominada «Mujeres dominicanas del siglo XX», auspiciada por el por Ministerio de la Mujer (MMJUJER) y la Junta Central Electoral (JCE), a través de su Instituto Especializado Superior en Formación Política Electoral y del Estado Civil (IESPEC), en coordinación con el Instituto Postal Dominicano (INPOSDOM) y la Comisión Oficial Filatélica, ya que 22 calles del sector La Castellana tienen nombres de mujeres; siendo la República Dominicana el país pionero en tener dentro del distrito capital del Estado un «petite distrito» de mujeres.

Fue en el 2023 mediante el Decreto No. 687-23, en su artículo 1, del 29 de diciembre de 2023, que el Poder Ejecutivo autorizó la emisión de sellos denominada «Mujeres dominicanas del siglo XX», con un valor de RD$60.00 y un tiraje de 12,000 ejemplares en 2,000 hojas de 6 sellos cada una.

Carmen Natalia en 1939.

Nos correspondió elevar dicha solicitud al Instituto Postal Dominicano (INPOSDOM) y, a su vez, a la Comisión Oficial Filatélica en mi calidad de investigadora sénior de género, albacea y custodia del legado documental, literario e iconográfico de notables mujeres cuyas acciones han sido reconocidas por el superior gobierno que preside S. E. Luis Abinader, Presidente Constitucional de la República, desde el Ministerio de la Mujer (MMUJER) y a instancias de la señora Ministra, Dra. Mayra Jiménez.

La  emisión postal «Mujeres Dominicanas del Siglo XX» es una galería antológica representativa de pioneras que fueron un paradigma en la lucha por la igualdad social, educativa, económica y política del sujeto femenino, planteando a través de sus acciones las vías y medios para que sus congéneres alcanzaran su condición de ciudadana y, por ende, de sujeto portador de derechos.

_Delia Weber.

Esta emisión y puesta en circulación postal solo fue posible con el apoyo de la Junta Central Electoral (JCE) y el aval del Dr. Román Andrés Jaquez Liranzo, Presidente del Pleno de la JCE; el acompañamiento de la Dra. Dolores Fernández, Miembro Titular del Pleno de la JCE; el respaldo institucional de la Dra. Mayra Jiménez, Ministra de la Mujer; la labor académica del Dr. Felipe Carvajal, rector interino del IESPEC y, la égida del Lic. Erick Guzmán, Director del Instituto Postal Dominicano (INPOSDOM; la acogida a esta iniciativa del Arq. Alejandro Vignieri, Presidente de la Comisión Oficial Filatélica, y la difusión sobre estas mujeres del siglo XX realizada por la Ing. Varinia Caamaño, Presidenta de la Junta de Vecinos La Castellana, a través del grupo «Las Precursoras».

El IESPEC fue la casa natural para acoger la puesta en circulación de la emisión postal «Mujeres dominicanas del siglo XX» —realizada el pasado jueves 12 de septiembre— que trae al presente los rostros de seis mujeres cuyas vidas ya están narradas, conocidas y biografiadas como pioneras y precursoras de grandes transformaciones sociales, políticas y culturales desde los distintos ámbitos de sus trayectorias. Tres nacidas en el siglo XIX y las otras tres en el siglo XX, que tuvieron coetaneidad y/o contemporaneidad. Fueron ellas, en su conjunto de acciones, maestras normales, feministas, sufragistas, pintoras, abogadas y escritoras que no se quedaron en las sombras y aprisionadas en el olvido del tiempo. Ellas revitalizaron sus existencias con los atributos de sus conocimientos, establecieron interrelaciones, influyeron con sus discursos en reivindicar la condición humana en épocas de tiranías, despotismo o incertidumbre, y del enterrego de guerras; incomodaron al sistema y, demandaron la ética del ser no como una quimera sino como la perpetuidad de una lógica de valores. Cada una de ella hizo posible una hazaña que no fue fugaz porque dejó sus huellas de manera permanente y, que justifica este reconocimiento del Instituto Postal Dominicano (INPOSDOM) a sus memorias, a los desafíos que tuvieron, a su emprendimiento consciente de darle significados propios a sus convicciones.

«Mujeres dominicanas del siglo XX» nos trae a la memoria a Petronila Angélica Gómez (1883-1971), Celeste Woss y Gil (1891-1985), Abigail Coiscou (1897-1983), Delia Weber (1900-1982), Hilma Contreras (1910-2006) y Carmen Natalia (1917-1976) quienes son cada una por sí misma excepcionales e inspiradoras porque tuvieron un «deber de vivir» desde el saber-conocer y el saber-actuar, puesto que no fueron indiferentes al llamado del siglo cuando al unísono las mujeres del mundo reclamaban sus derechos a la igualdad, la libertad y la fraternidad.

Con esta emisión postal el Instituto Postal Dominicano (INPOSDOM) proyecta sus trascendencias y sus arraigos ancestrales en la construcción de la Contra-Historia, para que la misma tenga rostros de mujeres más allá de la otredad del tiempo.

A la luz del presente milenio, entendemos que, una manera de articular una agenda de género transversal con las demás instituciones del Estado es uniendo esfuerzos en uno de los puntos fundamentales que las mujeres y los hombres (con conciencia de género) debemos priorizar que es: visibilizar  la existencia paritaria desde los distintos órdenes del pensamiento, el hacer y el decir, como una manera de rectificar, y de llevar a  la conciencia de las presentes generaciones los aportes y proezas de las mujeres en épocas disímiles a la nuestra, donde enfrentaron grandes desafíos.