No hay institución nacional más antigua y popularmente famosa (presente en la vida cotidiana de cada barrio) que el colmado (sobre todo si fía): todo a la vista, todo a mano, todo a precio discutible y, gracias al invento del “delívery”, todo recibible en casa. Pero, además, es el principal punto de encuentro de la gente; receptor de quejas y denuncias públicas de sus clientes; lugar para la chercha (que hoy llaman “teteo”) y el dominó con ron (que paga el que pierde), y con un gran mérito que nadie se atreve a violar: no se habla de política (no vaya a ser que te distraigas y te maten el doble 6 en la mano, seas o no gobiernista).