Con lo que sería «mi abdicación» como se refieren algunos amigos críticos, al hecho de que no continuaré al frente del proceso estratégico de Santiago, se abre un nuevo ciclo de retos y desafíos para lograr una nueva y buena conducción de iniciativas en la metrópolis de la Región norte de la isla.
Estamos frente al cierre de un proceso que inició Rafael Emilio Yunén, al asistir al congreso de fundación del Centro Iberoamericano de Desarrollo Estratégico Urbano (CIDEU), en Barcelona 1993. Momento histórico donde sería demasiado requerirle a este intelectual destacado de Santiago y la nación, que imaginara todo lo bueno y positivo que pasaría, después de ese impactante evento.
El rector, monseñor Agripino Núñez, el alcalde, Monchy Fadul y el empresario, Miky Lama depositaron en este investigador, como director del Centro de Estudios Urbanos y Regionales (CEUR/PUCMM), las gestiones iniciales de lo que luego sería, el increíblemente maravilloso, Plan Estratégico de Santiago.
Fundamentados en Robert Putnam y Bernard Kliksberg, ratifico: el Plan Estratégico de Santiago es un capital social erigido por todos; un legado que hemos cuidado y vamos a defender entre todas y todos.
Ingresé como consultor raso a este proceso en el año 2001, vía un concurso público y contradictorio, convocado por el Consejo para el Desarrollo Estratégico de Santiago (CDES).
Se estaba elaborando el primer plan estratégico de ciudad alguna de República Dominicana, Centroamérica y El Caribe, y se requerían diversos especialistas. Todavía hemos mantenido la lógica de los concursos públicos transparentes. En mi gestión, tuve que revisar más de 250 currículos de especialistas y técnicos contratables como investigaciones, consultores o gestores.
Para la ocasión, se revisaron decenas de currículos para seleccionar, los cinco mejores en las problemáticas socio-demográficas, ordenamiento-uso de suelo, ambiente, economía y gobernanza.
Un jurado presidido por la reconocida columna de ética de Santiago que constituye el doctor Juan José Batlle Álvarez, valoró nuestras hojas de vida. En mi caso, para la ocasión, los primeros 10 años de estudios, maestrías y experiencias en diplomacia alternativa del desarrollo y relaciones internacionales en el exterior.
Muy en especial, mi expertis de profesor universitario e investigador. Pero, sobre todo, como me enteré después, por mi vocación teórico-práctica de «hacer que las cosas pasen». Que en términos de las teorizaciones gerenciales de Stephen P. Robbins y David Kwok, se denomina, habilidad resolutiva.
Los honorarios profesionales de ese entonces y ahora, nunca tuvieron a la altura del expertis y especialización exigida en ciudades comparables de Iberoamérica e incluso de República Dominicana. Sin embargo, todos los que fuimos consultores, gerentes de proyectos y directores, hicimos un apostolado de dedicación y entrega por Santiago.
El CDES en 1995-1996, se constituyó primariamente, con 23 instituciones socias. Organizativamente lógico en una ciudad que apenas se extendía 52.6 Km2 de huella urbana construida. Así lo demuestran los minuciosos estudios auspiciados por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y presentados a este riguroso organismo internacional, por la Oficina Técnica Coordinadora del CDES que dirigíamos.
Santiago creció hasta más de 100 Km2, pero el empuje visionario del doctor Príamo Rodríguez, fundador de UTESA, algunos años después de estos inicios soñadores, sin proponérselo de forma directa, cambió la lógica, al comunicarnos a Carlos Alfredo Fondeur y mi, “es hora que UTESA sea miembro del Plan Estratégico de Santiago (PES)”.
Don Príamo como siempre le decía por respeto y consideración, me habló claro y directo, confiado en el ascenso de esta institución académica y en sus relaciones primarias y las de su cuñado Manuel Arsenio Ureña, con mi padre de la Sastrería Rey y mi abuelo «Foro», en cuya farmacia de la avenida Valerio, Caquín Méndez se convertía mensualmente en uno de los prestamistas más efectivos de la zona.
Carlos Alfredo que se distinguió toda su vida por ser un gestor visionario y trabajador incansable, realizando más de 60 reuniones anuales con el equipo técnico del CDES, aceptó gustoso, la propuesta de UTESA.
Siendo él en la presidencia y quien suscribe en la dirección ejecutiva, que abrimos el CDES hasta lograr tener hoy una matrícula de 88 instituciones y munícipes independientes, miembros con derecho a voz y voto. Iniciamos y consolidamos un proceso del cual nos pusimos al frente, de abrir el CDES a todos los sectores de la ciudad con un aumento de 283% de organizaciones.
Lo mismo aconteció con la fortaleza financiera de esta entidad que al inicio apenas podía pagar los honorarios profesionales de los técnicos, muchas veces financiados por empresarios solidarios como Miky Lama y Félix García Castellanos, hasta hoy donde se tiene la solvencia necesaria para seguir avanzando.
Desde las federaciones de juntas de vecinos más representativas de las unidades zonales y barriales de planificación, las principales ASFL, ONGs, SOECI, fundaciones, centros de investigación, universidades, distritos municipales, organizaciones de mujeres, direcciones regionales y generales, ministerios y la Liga Municipal Dominicana (LMD), entre muchas otras.
Todas estas entidades y la formalidad de los encuentros, sesiones de la junta directiva y las asambleas del CDES, han logrado una institución inclusiva, participativa y altamente técnica. En donde se impone respetar los procedimientos y el estilo democrático para tomar decisiones. En la otra seguimos.