La ciencia ha establecido que el cambio climático es la principal causa de la falta de agua y comenzó desde la antigüedad con las acciones drásticas de humanos contra la naturaleza. Entre ellas, recogían y cortaban plantas que convertían en leña y carbón vegetal para fogones, hornos y calderas. Y a partir de 1760, con la revolución industrial, el uso de la máquina de vapor, la quema de petróleo,  carbón y gas natural, que producen unos gases contaminantes como el dióxido de carbono o CO2, y el metano, que atrapan la energía o rayos del sol y la devuelven a la tierra  y así aumentan  la temperatura del planeta. Es que el aire caliente requiere más agua del suelo, lo que ha traído climas de fuertes sequías y lluvias intensas. Acciones que afectan la vida de humanos, animales y plantas, ahora impulsadas por la acumulación de capital.

Un ejemplo sencillo del cambio climático resulta en lo que ocurre en un automóvil cuando se deja estacionado al sol: los rayos entran y su temperatura adentro es más alta que afuera. Y cuando lo dejan encendido en un espacio cerrado, expulsa gases venenosos.

En República Dominicana, hasta la década de 1970 cortaban árboles, principalmente por las lomas de Constanza, Ocoa y Padre las Casas, donde abundaban aserraderos industriales y artesanales, que producían  madera para consumo doméstico y exportación. Precisamente aquel río Grande o aquel cuyo bajo caudal de agua sorprendió a  nuestro presidente por la destrucción de su nacimiento, en Valle Nuevo, antes traía tanta agua que arrastraba troncos a las llanuras.

Estudios y evidencias recientes identifican a la República Popular China, como la nación que ha causado más daños al medioambiente al convirtirse en factoría del mundo y sacar de la pobreza más 800 millones personas, y contar con una ciudad como Shanghai, considerada la más moderna del mundo. Pero ahora,  está invirtiendo cuantiosos recursos para restaurar los daños al medio ambiente, como parte de los acuerdos climáticos firmados en París en 2015.

Por lo que Bill Gates afirma en su libro “Cómo evitar un desastre climático”, cuando establece que  “la clave para atajar el cambio climático estriba en producir una energía barata y fiable, no derivada del carbono, sino producida por el agua, el aire y el sol, entre otras; que reducirán la emisión de aquellos gases contaminantes”.

El desarrollo desigual del capitalismo explica que mientras unos se trasladan en  autos que funcionan con hidrógeno, y usan energía solar; millones emplean su cuerpo para mover pesadas herramientas, y cocinan y se iluminan con leña. Lo que revela que el abolir el uso energías contaminantes, requerirá tiempo.

Por tanto, a cuidar los recursos naturales. A respaldar la Academia de Ciencias del país, que declaró que muchos fuegos son producidos por acciones humanas anormales. A condenar aquellos producidos por causas políticas; porque son crímenes contra la patria. Abajo los incendios forestales y arriba nuestra patria soberana.

** Este artículo puede ser escuchado en audio en el podcast Diario de una Pandemia por William Galván en Spotify.