El influyente psicólogo y científico estadounidense Burrhus F. Skinner publicó junto a su colega Margaret Vaughan, el reputado libro Disfrutar la Vejez en 1983, el cual en un lenguaje sencillo, ofrece útiles sugerencias acerca de tener una vejez feliz, aplicables al promedio de los humanos. Aunque la psicología ha establecido que cada persona es única e irrepetible, por lo que hay niños que se comportan como adultos, y adultos como niños.

Según la Organización Mundial de la Salud, los llamados viejos, adultos mayores, ancianos o envejecientes, se hallan en una etapa final de la vida, con un descenso gradual de las capacidades físicas y mentales por daños moleculares y celulares. No tienen una edad especifica, pero sufren más  achaques,  dolores y penurias, se jubilan y retiran del trabajo. Y cada día son más, debido a los avances de la medicina, el aumento en la disponibilidad de servicios médicos y un mejor nivel de vida.

Según Skinner, los humanos en esta etapa deben mantener la voluntad de vivir. Y para disfrutarla, necesitan salud y planificarla. Deben descubrir y disfrutar las cosas que le corresponden. Como son: entenderse con el prójimo, evitar ser una carga y no sentirse solos; no deben tomar decisiones fatigados; deben sentirse seguros, exitosos  y alegres; mantener su  ambiente tranquilo y ordenado; cada cosa en su lugar y un lugar para cada cosa.

La productividad de los humanos determina la riqueza de las sociedades y las personas. La felicidad se relaciona con manejar el ocio. Evitar el aburrimiento por el tiempo libre. Todo trabajo, hasta picar o cortar algo, en sí, es noble. Evitar entregarse al consumo excesivo de alcohol, sustancias ilícitas y alimentos; que alivian lo que se siente sin combatir la causa, el origen. Colaborar con organizaciones políticas, comunitarias y benéficas que necesitan sus servicios voluntarios; las que fomentan cambios que los alegran. Deben compensar las imperfecciones y debilidades, con los pensamientos y aditamentos. Aceptar gafas; audífonos, lupas; aceptar y reírse de sus limitaciones, por ejemplo, cuando le auxilian, le cedan el turno. Las ideas están ahí; deben ordenarse. Deben llevar agendas de ideas y tareas, y revisarlas.

Igualmente, Skinner destaca dos temores. Uno, a enfermarse física o mentalmente, que se resuelve sometiéndose a exámenes médicos para establecer diagnósticos y tratamientos correctos. Y el otro, a la muerte, en el que ayuda la religión; o sea, aquel sistema de normas y valores que se basa en la creencia en un orden sobrehumano; al decir de Yuval Harari. Estos temores limitan el disfrute de la vida. Por lo que conviene no pensar ni hablar mucho de ellos; en cambio buscar el amor, el poder y la gloria; alientan y aumentan la alegría de vivir.

Finalmente, el laureado Skinner plantea que en el comportamiento de estos humanos deben predominar la tranquilidad, la justicia, la equidad, la sabiduría, la libertad, la dignidad y el sentido del humor.

La buena noticia es que el interesante libro Disfrutar la Vejez de Skinner se puede obtener gratis en Google. Invito a consultarlo y aprovecharlo.

** Este artículo puede ser escuchado en audio en el podcast Diario de una Pandemia por William Galván en Spotify.