¿Por qué hay tantos feminicidios en la República Dominicana? En Libertarias conversamos con Yanira Fondeur, de la Fundación Vida sin Violencia, para reflexionar sobre las causas y consecuencias de un problema social que, además de las muertes, deja a su paso niños y adolescentes huérfanos, y familias y comunidades rotas.
Libertarias. Ustedes realizaron un informe sobre los feminicidios ocurridos en 2024. ¿Cuáles son los datos más relevantes? ¿Hubo cambios en el patrón de los feminicidios en comparación con años anteriores?
Yanira Fondeur. Lo que no se mide no se puede evaluar, no se trata de cifras frías. Se trata de vidas, de historias, de niños y adolescentes huérfanos.
En la base de datos registramos 71 feminicidios íntimos (cometidos por parejas o exparejas), seis más que en 2023, si partimos de las estadísticas oficiales de la Procuraduría General de la República, que registró 65 ese año.
Estos feminicidios dejaron en la orfandad a 54 niños, niñas y adolescentes, pero sabemos que hay un subregistro, porque no siempre los medios de comunicación establecen la cantidad de hijos que tenía la víctima.
Vemos que la mayoría, 37 de ellas, tenían menos de 35 años. La Provincia de Santo Domingo es el lugar donde, de forma constante, se registran más feminicidios. Y en 2024 observamos que hubo un aumento de casos tanto en La Vega como en el Distrito Nacional. En 2023 en La Vega se registró un feminicidio íntimo y en el Distrito Nacional se informó sobre dos feminicidios. El año pasado, se registraron nueve feminicidios en La Vega y ocho en el Distrito Nacional.
Otro dato que nos llamó la atención es que para cometer los feminicidios se utilizaron casi la misma cantidad de armas blancas que de armas de fuego, y la mayoría de los casos ocurren en el hogar.
¿Por qué hay tantos feminicidios, si somos un país de renta media, con más recursos que otras naciones de la región para impulsar políticas públicas, y contamos con unidades de atención especializadas en temas de violencia de género?
Y.F. Permanecemos en segundo lugar en Latinoamérica, después de Honduras (en proporción al tamaño de la población de cada país). La raíz tiene que ver con la cultura machista que todavía prevalece en nuestra nación, el hombre sigue viendo a la pareja como un objeto que le pertenece.
Por décadas se han implementado campañas dirigidas a las mujeres, y tenemos que revisar esas políticas públicas para que se diseñen campañas donde se fomente esa masculinidad respetuosa, sensible, empática, corresponsable, que no vea la mujer como propiedad, sino como un ser humano con derecho a una vida libre de violencia, con derecho a vestir como guste, a tener el corte de pelo que desee, a juntarse con sus amigas sin tantas limitantes…
Pero creo que se necesita un cambio profundo, cultural, de manera sostenida, con políticas publicas que tienen que ver, por ejemplo, con la actualización de la Ley 24-97, que ya tiene 28 años. Hay una deuda de parte de los legisladores que deben aprobar una nueva ley.
También necesitamos una educación, desde la primera infancia, en igualdad de derechos de niños y niñas, necesitamos trabajar con talleres de padres y de madres para fomentar la crianza positiva, porque lamentablemente se han realizado estudios que indican que un 64 % de la población dominicana sigue educando con malos tratos.
Y necesitamos que se siga capacitando a jueces, policías, a fiscales para que haya una óptima atención a las víctimas y se aceleren los procesos. Recuerdo el caso de una señora que el año pasado intentó suicidarse porque ya iba por el noveno reenvío y había sufrido 27 puñaladas de parte de su expareja. Son casos muy lamentables.
También se necesita eficientizar las órdenes de protección, porque vemos casos de mujeres que tienen la valentía de ir a las autoridades a denunciar y aún con estas órdenes de alejamiento pasan a ser parte de estas estadísticas.
Algunas personas dicen que la violencia no tiene género y que los feminicidios no tienen que ver con la violencia patriarcal ni con la violencia machista…
F. Hombres y mujeres debemos abrazar todo lo que signifique respeto, entender que tenemos igualdad de derechos constitucionalmente y que no validamos la violencia ni de mujeres hacia hombres ni de hombres hacia mujeres. Ahora bien, estadísticamente está demostrado que la mayor parte de los agresores son hombres…
Por eso hay que crear políticas públicas específicas basadas en esos datos…
F. Exacto. Entendemos que siempre debe haber una revisión de las políticas públicas porque, aunque sabemos que las autoridades han implementado una serie de programas, de campañas, estas parecen no ser suficientes. Es un compromiso no solo de un ministerio, se necesita un enfoque integral. Salud Pública, Educación, los medios de comunicación, el Ministerio de la Mujer, la Policía y todos los ciudadanos y ciudadanas tenemos que aportar a la erradicación de este grave problema, que no solamente destruye a dos familias, sino que tiene un impacto económico, humano y social muy elevado.
¿Qué puede hacer una mujer que es víctima de violencia para intentar salvar su vida?
F. Lo primero que debe hacer es no silenciar la situación. Buscar una red de apoyo es vital, ya sea de familiares, de amistades, de vecinos, y evitar por todos los medios reunirse a solas con ese agresor, su pareja o expareja. Hemos tenido casos en los cuales el hombre ofrece llevarle la manutención de los hijos, ella acude donde él le dice y lamentablemente es asesinada. Además, existen líneas de emergencia, que tienen el Ministerio de la Mujer, en el *212, y el Ministerio Público, con la Línea Vida, en el 809-200-1202. Y está el 911, o sea que pueden llamar los siete días a la semana y a cualquier hora para solicitar ayuda.
Si sabemos que una amiga nuestra es víctima de violencia, ¿qué podemos hacer? Ya sabe que se dice que “en pleito de marido y mujer nadie se puede meter”…
F. Ese es un mito, eso de que en pleito de marido y mujer no se pueden meter. Como ciudadanos y ciudadanas tenemos el compromiso de escucharlas sin juzgarlas y de tratar de buscar ayuda por las líneas de emergencias que existen, dependiendo del grado de peligro en el que se encuentren.
Siempre incentivamos a mantener esa red de apoyo. Silenciar aumenta el grado de violencia, porque lo que busca un agresor, en definitiva, es controlar a su víctima.
¿Qué más pueden hacer los amigos, las familias, los vecinos?
F. Un vecino puede denunciar, sin decir su nombre, decir donde se está dando la situación. No podemos ser indiferentes. A mí me preocupa mucho cuando, en las redes sociales, se viralizan casos de hombres arrastrando por la calle alguna pareja y los que están en los alrededores se limitan a filmar y no a intervenir para salvar esa vida.
Entre las cosas que se pueden hacer y lo hace la Fundación desde hace 15 años, es trabajar con la educación emocional. Hoy, por ejemplo, estuvimos ofreciendo un taller sobre inteligencia emocional para la resolución de conflictos, porque en el currículo nos dan materias tradicionales, pero no se nos enseña a gestionar nuestras emociones positivamente ante un conflicto. Siempre hablamos de que los conflictos no tienen que acabar en violencia si se aplica la escucha activa y la comunicación asertiva. Mediante el diálogo pueden enriquecerse las relaciones, tenemos que, como sociedad, rechazar todo tipo de violencia.
¿Y si el hombre violento es familiar o amigo nuestro, qué hacemos?
F. Hay mucho material en toda la web que se le puede enviar para que él reconozca la actitud violenta y busque ayuda con especialistas en la materia, porque no todos los profesionales de salud mental tienen la capacidad para tratar esta problemática, que es grave. Hay que hacerle crear conciencia de que el buen trato enriquece las relaciones, aporta calidad de vida. Hay que hacer conciencia de los privilegios que tienen los hombres en nuestra sociedad y también de que tienen la capacidad de mostrar sus emociones.
En último caso, si se sabe que tu mejor amigo, tu hermano, tu padre está golpeando una mujer, es mejor denunciar y que dure preso un tiempo a que vaya a prisión por 20 años y mate a una persona. En situaciones de emergencia, se debe denunciar para evitar la tragedia mayor, ¿o no?
F. Por supuesto. Y siempre es bueno denunciar porque se cuenta con mayor protección de las autoridades, que normalmente dicen que muchos de los casos no son denunciados. No podemos limitarnos a hablar de feminicidios, aquí hay un alto nivel de violencia contra las mujeres, que muchas veces quedan gravemente heridas y por suerte no llegan a ser parte de las estadísticas de feminicidios, pero siempre hay que buscar ayuda y tratar de seguir creando conciencia a todos los niveles.
Los medios de comunicación juegan un papel prioritario. Pero, muchas veces titulan juzgando a las víctimas, con frases como “la mató porque llegó tarde de salir con sus amigas”, buscando una justificación, y ahí estamos revictimizando a esa mujer. Y también debe fomentarse más el liderazgo masculino respetuoso y empático.
Se les dice a las mujeres que denuncien, pero muchas veces ellas denuncian y no las protegen y las denuncias pueden exponerlas más, sobre todo en los pueblos…
Y.F. Se necesita que las autoridades fortalezcan las órdenes de protección que emiten a favor de las víctimas, de esa mujer que tuvo la valentía denunciar, se necesita mucha valentía para ir a denunciar, eso es prioritario.
Hay otras fallas en las políticas públicas. Muchas mujeres acuden al médico, o a otras instituciones, como la escuela (en el caso de las adolescentes), y nadie identifica la violencia, nadie las ayuda…
F. El año pasado tuvimos a ocho adolescentes asesinadas por su “pareja”, con edades entre 15 y 19 años.
En la Fundación trabajamos el programa Noviazgo Feliz, una forma atractiva de presentarle a las adolescentes esas primeras señalas de violencia que se dan en el noviazgo y que ellas creen que son señales de amor y son de control.
Por ejemplo, preguntarles constantemente dónde están, con quien están, por qué no llegan, controlarles la ropa, controlarles las redes sociales, a quienes siguen, a quienes les dan “like”, a quienes comentan… son una serie de señales que indican que los varones buscan controlar a esas chicas.
¿No hay políticas específicas para adolescentes?
F. En la sociedad civil hay muchas instituciones trabajando con los centros escolares y los adolescentes. Los centros son un reflejo de lo que vemos en el hogar, entonces hay que abordar el tema no solo con las adolescentes, se aborda de manera integral. Empezamos con los docentes que son los líderes de la clase, son un modelo a seguir y tenemos siempre denuncias de los mismos estudiantes que nos dicen: “Ustedes nos hablan a nosotros, pero el profesor es que me tira el borrador, me dice tal nombre”, entonces ejerce violencia contra ese alumno. Hay que seguir sensibilizando a docentes, estudiantes, a padres y a madres, de manera conjunta.
Hemos tenido algunos casos de profesores que abusan de adolescentes, sexual y físicamente…
F. Es penosa la situación, muy delicada, y yo creo que hay que seguir creando conciencia.
Por otro lado, ya tenemos cuatro feminicidios este año. Es muy cuestionable que uno de ellos fuera cometido por un miembro de la Policía que había estado preso por violencia de género. Fue liberado y asesinó a su pareja actual. Exhortamos a la Policía Nacional y a todas las entidades a seguir trabajando en la capacitación de sus miembros porque están llamados a proteger a la población.