La República Dominicana ha superado muchas vicisitudes en su itinerario vital. Los pueblos que la conforman presentan un desarrollo desigual y hasta precario. Unos han sabido forjarse un desarrollo sostenido en el tiempo. Se han organizado para afrontar sus problemas y necesidades. Asimismo, han decidido mantenerse vigilantes para hacer valer sus derechos y no dejarse aplastar por la demagogia y la fantasía. Cuando un pueblo se organiza para robustecer su dignidad, no pasa lo que ocurre en la Provincia Juan Sánchez Ramírez y, especialmente, en Cotuí. Esta ciudad forma parte de una provincia que posee una de las minas de oro más grande de la región. Pero es un pueblo condenado a la miseria. A estas alturas no posee un acueducto, no cuenta con agua para los servicios mínimos. A pesar de que exhibe un lago cuya maravilla deslumbra y un Yuna que todavía está vivo. Estamos frente a una situación paradójica: un pueblo que no tiene agua para sus servicios básicos, pero es el mayor exportador de oro en la República Dominicana.
*-Esta contradicción suscita preguntas de todos los colores y matices. ¿Dónde están las autoridades de este pueblo? ¿Qué hacen y a quiénes sirven? Es necesario preguntarse ¿por qué el pueblo no despierta y defiende su derecho a la vida? El agua es vida, es desarrollo individual y colectivo. ¿Dónde están los políticos y representantes de la provincia Juan Sánchez Ramírez? ¿A dónde va lo que se dice aporta la Barrick Gold Corporation? Hasta que el pueblo de Cotuí no decida hacer valer su derecho al agua, continuará condenado a ser un conglomerado sin alma. Los gobernantes de las últimas décadas han desfilado por la ciudad de Cotuí, proclamando fantasía. Este pueblo asume el engaño de gobernantes y políticos con una tranquilidad que asusta. No reacciona, se mantiene impávido. Con esta forma de comportarse, legitima la irresponsabilidad gubernamental y municipal. Ante una muerte provocada, como es la carencia de agua, se impone la acción. Esta acción requiere intenciones comprometidas con el bienestar colectivo. Es el bien común que demanda la ruptura de la inacción.
Sí. Invito al pueblo de Cotuí a que reaccione. Le propongo que se organice para la defensa y recuperación de la vida integral del pueblo. Este es un compromiso con los seres humanos que lo habitan y con las demás especies. Exhorto a este pueblo a que despierte y determine, de una vez, que va a priorizar su derecho al agua. No todas las personas pueden comprar camiones de agua, semana tras semana. Los diputados y senadores de la provincia deben de llenar de sentido su función. Tienen una responsabilidad ineludible ante esta situación de riesgo. Un pueblo que no tiene agua está en condiciones arriesgadas. Los diputados y senadores tienen el compromiso de trabajar para que los ciudadanos que representan mejoren su forma de vida. Los ciudadanos de la Provincia Juan Sánchez Ramírez son importantes en tiempos de campaña electoral. A partir de ahora, llueven las ofertas. El pueblo, con ingenuidad angelical, cree y reinicia la ruta del engaño. Es el momento de comunicarles a los políticos que sus palabras tienen que completarlas con hechos. Ha llegado el tiempo de no dejarse distraer con la mentira de los que solo buscan beneficios propios. Cotuí y todas las comunidades aledañas urgen la solución del problema de agua. Es increíble que un pueblo marcado por Yuna esté viviendo el infierno que supone la carencia de agua en la vida cotidiana. El pueblo tiene una cuota de responsabilidad para que las promesas de un acueducto constituyan palabras vacías, año tras año. ¡Agua y más agua para un pueblo empobrecido y marginado de sus propios bienes!