Resulta curioso que medio siglo atrás, América Latina (llamado entonces El Continente de la Esperanza) era la región del llamado Tercer Mundo que más cerca estaba de convergir con el Primer Mundo y después fue la que tomó el camino más divergente y hoy se encuentra más rezagada, pues hasta los africanos han venido creciendo bastante.

Lo más curioso es que los países que más cerca estaban de la convergencia con los desarrollados hace seis o siete décadas (Uruguay, Argentina, Costa Rica y Cuba) son los que más se han alejado. Los dos más grandes, Brasil y México, son la eterna promesa que nunca se cumple. Otros que estábamos más rezagados, incluyendo Chile, Perú, Panamá y nosotros, nos hemos acercado algo, aunque siempre con tropiezos, y sin lograr salir del círculo del subdesarrollo.

Consultando los resultados de la evaluación PISA sobre los sistemas educativos, según los cuales la República Dominicana sale regularmente muy mal parada, la verdad es que se descubre cuán mal está la educación en América Latina y qué bien ha evolucionado en los países del Sudeste Asiático.

Quizás la divergencia entre América Latina y Asia existía desde hace mucho y no lo sabíamos porque no era adecuadamente medida. PISA fue originalmente aplicada a los países miembros de la OCDE que, como sabemos, era en principio un club de ricos. Después se fue expandiendo a otros países, incorporando en nuestra región a Chile, México, Costa Rica y Colombia. La evaluación también se fue aplicando a otros que así lo pidieran, incluyéndonos a nosotros que formamos parte de su Centro de Desarrollo.

En la medida en que el examen se ha ido ampliando, países con los mejores sistemas educativos como Finlandia, Alemania, Estonia, Suecia u Holanda, dieron paso a otros que no nos habríamos imaginado. En la evaluación del 2015 entre las mejores calificaciones destacan las obtenidas por los niños o adolescentes de las provincias chinas que participaron y Vietnam, además de las tradicionales Singapur, Corea y Japón. Y para que nadie piense que es algo propio del ADN asiático, aparecen dos países de la misma zona entre las peores notas: Filipinas y Cambodia.

Pero a nivel de regiones, las peores casi siempre recaen en países de América Latina, muy particularmente la República Dominicana, aunque en este caso fuimos “superados” por Paraguay. En la última evaluación solo dos países de la región, de 14 evaluados, superan los 400 puntos en matemáticas (Singapur saca 575 y las provincias chinas en torno a los 550).

Los dos casos extremos de América Latina, Cuba y Haití, no están medidos en PISA. En las evaluaciones regionales Cuba siempre destacaba con las mejores calificaciones, aunque se estima que se ha deteriorado con la crisis de tiempos recientes; y suponemos que Haití debe tener el peor sistema.

Otro aspecto que particulariza nuestra región es la falta de infraestructura. Curiosamente, de todos los continentes, los países que menos comercian entre sí son los latinoamericanos. Menos del 15% del comercio exterior de América Latina y el Caribe tiene lugar entre países de la misma región, lo cual a su vez representa una ínfima proporción del PIB. Todos los demás continentes están más integrados entre sí, incluyendo África subsahariana, en que esa cifra se acerca al 20%, o Asia Oriental y Pacífico, en que supera el 50%.

El FMI estima que mucho de este desfase se explica por la carencia de infraestructura, y que el PIB regional aumentaría un siete por ciento con solo bajar a la mitad el rezago en infraestructura respecto a los países desarrollados. Incluso es sintomático que, con pocas excepciones, en todos nuestros países el crecimiento económico y demográfico se concentró en torno al puerto; ahí está la principal ciudad, que casi siempre es la capital.

Pero el puerto no fue hecho para integrar internamente el territorio ni para comerciar con los vecinos, sino con la metrópoli. Es crónico en América Latina la carencia o precariedad de autopistas y ferrocarriles que unan ciudades y países vecinos. Lo mismo aplica para la infraestructura urbana, gasoductos, oleoductos y redes de electricidad y agua.  Y tal situación empeora cada año por la escasa inversión en infraestructura pública.

Es habitual en diversos estudios de organismos internacionales atribuir el rezago de desarrollo latinoamericano, a pesar de su riqueza en recursos naturales, al atraso en la educación y en infraestructura. Que de ahí viene su gran diferencia con Asia. Claro, diversos elementos se refuerzan entre sí: ALyC es la región de más baja carga tributaria, de peor infraestructura, peores servicios públicos y peor distribución del ingreso. Vivimos encerrados en un círculo vicioso.