La pandemia de la COVID-19 cambió el mundo. La agenda para el mundo post-COVID debe encarnar el diseño de nuevos futuros. ¡Y también de una nueva educación!  En esta encrucijada, cada país deberá reflexionar seriamente  sobre la educación con la vista puesta en el año 2050. ¿qué debemos seguir haciendo? ¿Qué deberíamos dejar de hacer? ¿Qué deberíamos reinventar?

La Organización de las Naciones Unidas para la Cultura, las Ciencias y la Educación. UNESCO, en su rol de líder mundial en educación y en su calidad de  agencia de las Naciones Unidas especializada en educación propone unas respuestas claras y actualizadas a estas preguntas.

La valoración del acompañamiento de la UNESCO en el direccionamiento de los  cambios educativos se deriva del hecho de que esta organización proporciona un liderazgo a nivel mundial y regional para reforzar el desarrollo, la resiliencia y la capacidad de los sistemas educativos nacionales.

Con este propósito y en aras ganar tiempo, en el marco del Día Internacional de la Educación, que se celebró este 24 de enero, la UNESCO formuló  un llamamiento para que los gobiernos y la sociedad actúen para implementar un nuevo contrato social para la educación e impulsar un cambio profundo hacia una formación más solidaria, inclusiva, humanista y a lo largo  de toda la vida.

Este nuevo contrato social para la educación se basa en el Informe “Repensar juntos nuestro futuro: un nuevo contrato social para la educación”, presentado en Paris el 10 de noviembre del 2021 por la Comisión Internacional sobre Futuro de la Educación, formada por la UNESCO en el 2019 para para reinventar cómo el conocimiento y el aprendizaje pueden transformar el futuro de la humanidad y del planeta.

Muchos, con poco interés por el futuro,  optarán por continuar por el actual “camino insostenible” de la educación. Otros estarán a favor  cambiar radicalmente de rumbo de la educación. La forma en que respondamos a estos retos determinará el futuro que nos espera como país, considerando que como expresara el Papa Francisco: “la educación es la base de una sociedad cohesionada, civil, capaz de generar esperanza, riqueza y progreso”. (“55 Jornada por la Paz: Diálogo entre generaciones, educación y trabajo: instrumentos para construir una paz duradera”. Vaticano. Enero 1, 2022).

En tal virtud, un nuevo contrato social para la educación no sólo debe garantizar que ésta reciba financiamiento público suficiente, sino que comprende también un compromiso de la sociedad en general de incluir a todos en los debates públicos sobre la educación, democratizando así el proceso de cambio de la misma.

La  UNESCO presenta una serie de propuestas  que simplemente son un punto de partida. Una invitación a pensar e imaginar más que un plan de acción, consciente de que  establecer un nuevo contrato social para la educación es un paso fundamental para reimaginar juntos nuestros futuros”. Recogemos algunas a continuación:

  • Los gobiernos del mundo deben dotar a la educación de más inversión económica. No obstante, invertir en educación es más fundamental que nunca debido a las desigualdades educativas que ha dejado la pandemia.
  • Estimular las pedagogías cooperativas y solidarias basadas en la diversidad, fomentando las capacidades intelectuales, sociales y morales de los estudiantes de todas las edades, para que puedan trabajar juntos y transformar el mundo con empatía y compasión.
  • Los planes de estudio de todos los niveles educativos deben adoptar una comprensión ecológica de la humanidad que ayude a las personas a aprender a equilibrar la forma en que se relacionan con la Tierra.
  • Las escuelas son instituciones necesarias en el mundo entero y es preciso replantearnos el concepto de escuela, desde la arquitectura, los espacios y el uso del tiempo, hasta los calendarios y los grupos de estudio.
  • Garantizar la igualdad de género y los derechos de todos, sin discriminar por motivos de raza, etnia, religión, discapacidad, orientación sexual, edad o ciudadanía. Se necesita un compromiso colectivo con el diálogo social, el pensamiento y la acción conjunta.
  • Realizar esfuerzos en pro de la investigación y la innovación para recoger las contribuciones de todos los sectores relacionados con la educación, de docentes a estudiantes, de universidades a centros de investigación, y de gobiernos a organizaciones de la sociedad civil.
  • Mejorar las condiciones laborales y formativas de los docentes, no solo mediante una retribución adecuada, sino también garantizando un número de estudiantes por clase apropiado, seguridad escolar, reconocimiento simbólico, legitimidad y apoyo institucional.
  • Las necesidades educativas de los solicitantes de asilo, los refugiados, los apátridas y los migrantes deberían recibir cobertura a través de la cooperación internacional y la labor de instituciones de ámbito mundial.
  • Las universidades y otras instituciones de educación superior deben participar activamente en todos los aspectos de la elaboración de un nuevo contrato social para la educación.
  • Hay un enorme potencial de transformación en las tecnologías digitales. Se deben incorporar a la educación para hacer realidad sus promesas.

Si previo a la pandemia el tema de los cambios en la educación ya era una discusión obligatoria, durante y después de la pandemia será una deuda y un requisito para ejercer un derecho ciudadano. ¡Necesitamos pensar juntos a fin de actuar juntos y forjar los futuros  de la educación que queremos!