Veamos esto:

Israel ha estado amenazando con bombardear instalaciones petroleras iraníes. Lo pueden hacer. Pero no es tan sencillo. Hacerlo es fácil. Tienen misiles suficientes. El problema es lo que podría venir. Cada acción genera una reacción, que a veces  podría ser contrario a lo pretendido.

¿Irán puede responder? Claro que sí. ¿Qué puede hacer Irán?  Irán puede atacar al propio Israel. Ya lo hizo, y muy recientemente. El famoso Domo de Hierro, que ha permitido a Israel atacar a sus vecinos sin represalias a la altura de sus ataques, falló. Detuvo muchos misiles, no todos los misiles. Significa que Israel es vulnerable y puede ser atacada, alcanzada y dañada.

Pero Irán puede también jugar otra carta en este peligroso juego: atacar las instalaciones petroleras de Arabia Saudita y también las de los Emiratos Árabes. Arabia Saudita es enemiga a muerte de Irán y viceversa. Ahí hay una vieja rivalidad mezclada entre diferencias religiosas entre Chiitas y sunitas, intereses económicos y liderazgo político en la región.

¿Puede Arabia Saudita defenderse de un posible ataque iraní, o incluso, de un ataque de los hutíes yemeníes, aliados de Irán?

No, no puede. No tienen cómo detener los misiles balísticos iraníes. No pueden los israelíes, mucho menos los saudíes. Es más, ni siquiera pueden defenderse con éxito de los yemeníes. Tendría EU que ir corriendo a defender a su importante aliada, y eso supone otros problemas para el imperio del norte.

II

¿Y que ocurriría si Irán, con su sabiduría milenaria, amaga a Israel, pero ataca en firme a Arabia Saudita?

De entrada, Irán arrastraría a Arabia Saudita a una guerra no deseada. Pero también puede producirse de inmediato una disminución del flujo de petróleo. Entonces, un ataque israelí a las instalaciones de petróleo de Irán, y como respuesta, un ataque iraní a las instalaciones de Arabia Saudita, tendrían consecuencias directas en los precios del petróleo. Y eso es lo que menos quieren los norteamericanos y los europeos.

En 2018 los yemeníes, instigados por Irán, atacaron barcos petróleos saudíes que iban por el estrecho de Ormuz, y aquello generó un aumento en los precios del petróleo, que a su vez generó una inflación, y la inflación generó muchas protestas. Ese año en EU vimos muchas protestas a causa de esa inflación.

La otra cosa que puede hacer Irán es bloquear el Estrecho de Ormuz, por donde pasa el 20 por ciento del petróleo mundial y el 33 por ciento del gas. Imaginemos lo que pasará con el petróleo si eso ocurriese. En ese punto, hay un aspecto que podría contribuir a que ese estrecho no sea bloqueado, y es el hecho de que perjudicaría también a los importantes aliados China, India y Rusia. Buena parte del petróleo de esas potencias es transportado a través de ese Estrecho. Pero si Irán es atacada por Israel pudiera verse arrastrada a cambiar su doctrina militar y nuclear y adoptar medidas drásticas. De hecho, esta semana un diputado iraní pidió a su gobierno modificar la doctrina nuclear para autorizar un ataque nuclear si es para defenderse o si está en peligro la supervivencia de la nación. Cuando se está en una guerra, sobre todo, una guerra de sobrevivencia, todo puede ser y puede no ser. Nada se descarta.

III

Hay una relación estrecha entre economía, política y geopolítica.

EU está a la puerta de unas elecciones, y lo que menos puede querer la Administración Biden es desatar en estos momentos los demonios en el Golfo Pérsico, que haga disminuir el flujo mundial de petróleo. Es cierto que Arabia Saudita y los Emiratos Árabes tienen suficiente petróleo para sustituir una disminución repentina del crudo, pero el tema es el transporte. Ningún carguero se arriesgaría a cruzar por el Estrecho de Ormuz en esas condiciones.

Por otra parte, subirán los precios y eso afecta las posibilidades electorales de los demócratas. Es lo que explica la oposición de Biden a las amenazas israelíes de atacar instalaciones petroleras iraníes. El jueves pasado Biden, torpemente, dijo: "estamos debatiendo con Israel la posibilidad de ataques a las instalaciones de petróleo iraní".  24 horas después reculó cuando dijo: "si yo fuera Israel exploraría otras alternativas". Me atrevo a conjeturar que la evidente disminución cognitiva de Biden está de alguna manera influyendo en el poco liderazgo ejercido frente a un Netanyahu   desafiante y carente del sentido del límite.

Irán no es Hamás. No es Hezbolá. No es Yemén. No es ni siquiera Siria. Irán es una gran nación, con 85 millones de habitantes, casi 2 millones de KM2, con mucho petróleo, aliada de Rusia, China y la India, que ha podido sobrevivir a las sanciones económicas de EU y todo occidente, con misiles balísticos y supersónicos que los puede colocar en Israel en 12 minutos. Ahora se confirmó que ya tienen armas nucleares. Y esas son palabras mayores.

En el liderazgo iraní predomina la prudencia. Es parte de la cultura milenaria persa. Pero que no se confunda prudencia con cobardía o con incapacidad de respuesta. Israel y Occidente no deben confundirse en cosas tan simples.