Afortunadamente, para la edificación histórica del pueblo dominicano, es mucho lo que hoy se conoce en torno a la gesta magnicida del 30 de mayo, de la cual hemos conmemorado anteayer el 63 aniversario. Esto se debe, en gran medida, a los valiosos datos suministrados por los sobrevivientes de la conjura; los esfuerzos de sus descendientes y las importantes investigaciones de consagrados historiadores, todo lo cual ha contribuido, en gran medida,  a develar muchas de las complejas aristas del hecho que separó en un antes y un después la historia contemporánea dominicana.

En lo que respecta al  general Luis Amiama Tió, sobreviviente de la conjura, se sabe que fue muy parco en ofrecer declaraciones en torno al hecho y su participación  y esto explica que no se conserve algún documento o memoria de su autoría, aunque sí fueron publicadas las de su hermano Fernando, tituladas “Ayer, el 30 de mayo y después: vivencias y recuerdos”, obra que consta ya de varias ediciones así como bien merece destacarse el importante libro “Escondido, mi 30 de mayo” de Doña Josefina Gautier de Álvarez quien junto a su esposo, el Dr. Tabaré Álvarez Pereyra, mantuvieron oculto por meses al general Amiama, acción decisiva y valiente que preservó su vida como lo hicieron con el general Imbert Don Mario y Doña Dirce Cavaliagno.

Sí consta que, siendo consejero de Estado, en septiembre de 1962, Amiama Tió salió al frente a declaraciones del general Arturo Espaillat (Navajita), quien para entonces, encontrándose en Canadá, a donde se dirigió tras el ajusticiamiento de Trujillo, ofreció una rueda de prensa en la cual  expresó a una agencia de noticias que los señores John Barfield y Henry Dearborn “dieron a Luis Amiama seguridades de respaldar la ayuda necesaria para el complot del 30 de mayo”.

En la ocasión, Espaillat afirmó, a su vez, que “Lorenzo Berry, alias Winpy, fue la persona que actuó como enlace con el complot del 30 de mayo, así como Platón Cox, agente del Servicio de Inteligencia que ahora se dedica a conseguir barcos para las fuerzas anticastristas en Miami, suministró las armas para la operación”, versión a la que respondió el general Amiama en la fecha referida afirmando: “…no me explico cuáles razones tendrá Espaillat para referirse a seguridad de respaldo y de ayuda ofrecida a mí por los señores Barfield y Dearborn, porque nunca he tenido relaciones con esos señores ni los conozco”.

El general Antonio Imbert Barreras, sobreviviente de la conjura, sí ofreció su versión de los hechos. Lo hizo en diversas ocasiones, a lo largo de su vida, pero la primera, fue una entrevista que concediera a su amigo el periodista Francisco Aguirre (Pancho), entonces radicado en Miami, pero muy vinculado a los asuntos dominicanos.

El general Imbert conversa en su despacho con los periodistas Manuel de Jesús Javier García, Ovidio Sigarán y Miguel Matos

La primera parte de la referida y extensa entrevista, fue publicada en el periódico Listín Diario en su edición del viernes 3 de abril de 1964 y completada en las entregas subsiguientes en los días 4 y 5 del mismo mes y año.

No pretende esta columna referir pormenores de la interesante entrevista del general Imbert al periodista Aguirre, documento que, para forjarse criterio en torno al mismo  es aconsejable leer íntegramente.

Sí es oportuno destacar que cuando el general Imbert concedió la referida entrevista no se habían cumplido siquiera tres años del magnicidio, amén del alto nivel de sigilo que implicó el hecho y el carácter de absoluta independencia con que obraron los grupos que finalmente convergieron en el propósito, por lo que  muchos detalles le eran aún desconocidos.

La entrevista del general Imbert, dio lugar, a finales del mismo mes de abril de 1964, a dos importantes misivas destinadas, no a avivar estériles polémicas, sino a ofrecer detalles, precisiones y esclarecimientos en torno a la verdad de lo ocurrido el 30 de mayo de 1961.

La primera en hacerse pública fue la del entonces embajador dominicano en España, actor con papel protagónico en  la conjura y con vínculos familiares, de afecto y coterraneidad  con parte importante de los complotados, el Dr. Eduardo Antonio García Vásquez y otra de un cercano familiar de los conjurados, don Tomás Báez Díaz, quien lo hizo desde Brasil, donde a la sazón desempeñaba funciones diplomáticas.

El Dr. Eduardo Antonio García Vásquez cuando se desempeñaba como procurador general de la República durante el Consejo de Estado.

La misiva del Dr. García Vásquez estuvo destinada, especialmente, a destacar los méritos de otros importantes nombres de miembros activos del complot, los cuales, aunque por ardid del azar- recuérdese que el 30 de mayo no era la fecha convenida para el magnicidio-, no les fue dable estar en la Avenida,  pagaron con su sangre martirial el precio de su osadía, desafiando la vesania tiránica.

Tomás Báez Díaz destinó la suya a precisar o enriquecer detalles en torno al hecho.

Cabe apreciar en ambos un superior propósito cuál era el de contribuir a que la posteridad valorará en su justa dimensión el inmenso sacrificio de todos los que, a riesgo de su vida y el de su familia, decidieron poner término a la vida del tirano.

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Don Tomás Báez Díaz junto a su esposa Doña Lucía Brugal

La misiva del Dr. García Vásquez fue publicada en la sección “Opinión del Lector” del periódico “El Caribe” en su edición correspondiente al 25 de abril de 1964, pág.8

Las declaraciones de Imbert Barreras

Madrid, España

Abril de 1964

 

Por un deber y un reclamo que me son sagrados y por el supremo derecho del pueblo a conocer la verdad del acontecimiento másculo que le arrancó la Tiranía y debió situarle en cauces de libertad y de respeto, escribo estas líneas.

Respondo así, tal recuerdo de compañeros sacrificados, inmolados por la causa grande de la Patria!

Respondo así, al sacrificio de dominicanos y de extranjeros que se sustanciaron de ideal, quienes aún vivos, han sido muertos por el olvido…

Respondo así, a la necesidad imperiosa de, en la pura y honesta verdad, consagrar la altura de la Conspiración que llevó al ajusticiamiento…

Respondo así a una liberación de conciencia, para que no griten en mis entrañas la denuncia y el agravio a la generosidad y a la nobleza…

Respondo así, para que se cumpla la palabra empeñada, el juramento de decencia y de vergüenza que no pudo mudar las torturas inenarrables en las cámaras de terror…

Respondo así…y al hacerlo gotea en mi corazón agrio y amargo dolor…porque un aposentado de mi pecho me ha movido a reclamarle en confesión, a invitarle a caminar elevados azules en la reconstrucción de la verdad que debemos al pueblo!

ANTONIO!, AMIGO MIO! Obligado con los idos y deudor de hermandad para quienes aún quedamos, ni tú ni Luis ni yo, ni otros muchos podemos por nosotros solos decir toda la verdad, ni saber quién en mayor proporción la guarda.

Sí sabemos que estamos obligados a verdad. Esa verdad tan alta, tan grande, ha sido menguada por desconocida, y el deber nos carga para que sea alumbrada a plenitud. Por esto: Por los muertos ignorados, por MARIO y por ERNESTO DE LA MAZA VÁSQUEZ (Qué dolor estrujará las vísceras de Don Vicente con éste olvido); por MIGUEL ANGEL BAÉZ DÍAZ fibra de vergüenza y de valor; por los otros muchos que se dieron como en hostia para florecer en redención; por JUAN TOMÁS DIAZ QUEZADA, quien cuando se cuenten las vicisitudes de esta empresa de Gigantes, ganará pleno el respeto de todos; y si por ellos no, hinquémonos de rodillas que ya avancé la palabra: por el GIGANTE…ser esa cumbre de valor y decisión…por el ideal que le hace fuerza y fragua, y que se traduce en el trabuco redentor ¡ Hablo de Antonio, de Antonio Ramón de la Maza Vásquez, de ese hombre de arcilla de pueblo, que sublimizado coronado ese es su fuego en la hora cenital de aquella hazaña, recogiste con tal fuerza la estampa, el cuadro y su luz que no pudiste contarme los detalles en sólo hilván de palabras…y lo hiciste a plenitud ( ya yo tenía la relación par, o semejante, venida a mí por otra vía) con la emoción cuajada en expresión parlante y lágrimas ( también cuando me relatabas tú llorabas) que fueron énfasis y acento de tu confesión.

A él no puede volverse la espalda ni mudar de pedestal! Por el respeto al respeto que no lo intente nadie!

Antonio: tienes mi cariño y mi hermandad, Tienes la verdadera amistad y gratitud de todo el pueblo. La conjura, su altura y sublime alcance. Su verdad esperada por todos los dominicanos. No separemos lo que debe estar unido! Y porque se alcance la maravillosa verdad, en nombre de los muertos gloriosos y de los mártires cuyos restos descansan no se sabe en qué tierra, bajo cuáles cauces, en qué profundidad, cuidados y bendecidos del Señor, cito a MESA REDONDA para que sea cimiento de la VERDAD y de LA GLORIA del “30 de mayo”. A esos fines doy esta lista:

Antonio Imbert Barreras, Miguel Ángel Bissié, Luis Amiama Tió, Ángel Severo Cabral, Bienvenido García Vásquez, Alberto Rincón, Marcelino Vélez Santana, Rafael Batle Viñas, Rafael Vidal Torres, Luis Manuel Baquero, Manolo de Ovín, las viudas de los héroes conocidos y las de los ignorados Mario y Ernesto de La Maza Vásquez, y Don Vicente de la Maza.

A la espera de la decisión de los invitados, respetuosamente,

Eduardo Antonio García Vásquez

La misiva de Tomás Báez Díaz a Antonio Imbert, publicada el lunes 27 de abril de 1964 en el periódico “Listín Diario”, se transcribe a continuación:

Río de Janeiro, Brasil,

20 de abril de 1964

 

Señor General

Antonio Imbert Barreras

Santo Domingo, R.D

 

En el Listín Diario del 5 del corriente mes que llegó hoy a mis manos, he leído las amplias y pormenorizadas declaraciones hechas por Usted sobre la organización del complot y las realizaciones del hecho material que culminaron con la muerte de Trujillo y el inicio de la liberación de la atroz tiranía que sufriera nuestro pueblo y en relación con los diferentes aspectos de sus declaraciones, me dirijo a Usted para hacer las consideraciones que como ya lo expresara anteriormente, me obligan la historia de nuestra patria, y los familiares y compañeros asesinados por sus actuaciones vinculadas a aquellos acontecimientos.

 Desconozco lo que podido publicar el ex Fiscal Tejeda en su libro(1), pero en relación con las actuaciones de los que fungían como miembros de la justicia, y de los civiles y militares que nos torturaron durante meses, para obtener una relación verdadera de los hechos, puedo afirmar, que durante ese largo período, fue preocupación constante de los investigadores, determinar los detalles de la muerte del tirano y no pudiéndolo lograr o no satisfaciéndole el resultado obtenido, cambiaron de táctica y sin intervenir las torturas, comenzaron nuevos interrogatorios, para lo cual utilizaron técnicos en planimetría y expertos en balística, quienes diariamente hacían conducir a la Cámara de Tortura, que convirtieron en oficina para sus usos, a Salvador Estrella, Huáscar Tejeda, Pedro Livio Cedeño y Roberto Pastoriza, ofreciendo ellos versiones diferentes, las cuáles, así como los planos que prepararon con la posición de los automóviles y otros detalles, fueron modificados varias veces. Estos planos se deben encontrar en algún archivo de las Fuerzas Armadas, si no los llevó Ramfis a Europa.

 Esta diferencia de la percepción o captación de hechos a acontecimientos de que todos los humanos somos víctimas, no les son extraños a los abogados o amantes del derecho, porque se han hecho estudios al respecto, hasta demostrar que varias personas espectadoras de un hecho acabado de suceder, pueden ofrecer versiones completamente diferentes simplemente por apreciación individual, situación más natural en el caso que nos ocupa, por la rapidez y las circunstancias en que tuvieron efecto.

 Demostrada lo frágil y traicionera que es la memoria, no pretenderé hacer una narración de los pormenores del Complot y de lo que oí de labios de Huáscar Tejeda, Salvador Estrella, Roberto Pastoriza y Modesto Díaz, algunos de los cuáles fueron compañeros de celda, porque considero que para ello es necesario oír muchas personas, entre ellas a usted, a Luis Amiama Tió, a Ángel Severo Cabral, a los doctores Antonio y Bienvenido García Vásquez, al Lic. Alberto Rincón, al joven Rafael Vidal Martínez, a Miguel Ángel Bisié, al Docto Marcelino Vélez y las viudas de los mártires y a otros que la memoria puede haber omitido.

 Lo que sí deseo hacer, son algunas observaciones o consideraciones sobre aspectos que aún cuando no hubiera intención de su parte, menoscaban el valor o disminuyen los méritos de compañeros que tengo la seguridad, merecen el cariño, respeto y admiración de su persona y que no perdonarían mi silencio; desde las ignoradas tumbas donde reposan sus restos:

 a)Usted afirma que solamente actuaron cuatro personas en la muerte de Trujillo y que después de muerto el tirano llegaron al teatro del hecho, Pedro Livio Cedeño, Huáscar Tejeda y Roberto Pastoriza, recibiendo el primero una herida en el vientre  y acercándose a usted llorando, lamentablemente, usted apreció en aquel momento, que debió ser la confusión, rodeado por la oscuridad de la noche que Pedro Livio lloraba.

 Esto disminuye el mérito de tres héroes y puede ser interpretado que Pedro Livio Cedeño demostró cobardía, cuando este compañero atesoró en su vida y primordialmente durante la prisión, un valor que pasaba de la temeridad y de la osadía.

 Cuando en la Cámara de Torturas del “El 9” se masacraba, se laceraba a cuerpos desnudos e indefensos, él siempre conservó la entereza, valor y abnegación.

 Cuando al regresar a las celdas veníamos bañados en sangre de nuevas heridas o algunas o algunas que se renovaban, es bueno que se sepa para orgullo nacional, yo no vi lloran a un solo de los compañeros. Se podían oír alaridos o casi aullidos, se enloquecieron varios pero no se lloraba.

 En abono, además, al arrojo, casi insolente de Pedro Livio, existe una cinta magnetofónica sobre las valientes declaraciones que le hizo a periodistas  y miembros de la OEA, cuando se encontraba en el Hospital.

 b) De sus declaraciones se desprende que usted y Salvador Estrella iniciaron el complot y que luego por mediación de Antonio de la Maza, entró a formar parte del grupo, el Gral. Juan Tomás Díaz y lo que Usted llama “el segundo grupo”.

 Este asunto no lo deseo comentar, sino dejarlo a la apreciación del pueblo dominicano o a lo que expresemos en conjunto para que lo juzgue la historia. No obstante, quiero hacer de conocimiento público, que en el año 1958 conduje al dilecto amigo Lic. Homero Hernández Almanzar a la finca de mi primo Modesto Díaz en Villa Mella para que se entrevistara con él y con el general Juan Tomás Díaz y allí se habló de la liberación de la patria esclavizada y me comunicó Modesto, ciertos contactos y proposiciones de funcionarios de un Gobierno amigo, para que él encabezara el movimiento que derrocaría a Trujillo.

 c)Cuando la invasión a Constanza, ya el General Díaz  había hecho amplios contactos con Altos Oficiales de las Fuerzas Armadas y en conversaciones que sostuve con él en La Vega, me manifestó que era una aventura o un suicidio lanzarse con dos Brigadas en una empresa que tanta sangre provocaría a la familia dominicana. 

  1. d) Cuando Usted en su declaración se refiere al momento en que esperaban en el Teatro Agua y Luz, olvidó que allí llegó mi hermano Miguel Ángel y les comunicó que el tirano no tardaría en llegar. Afirmación que hago, porque al ser llevado preso Salvador Estrella y llevado a “ El 9” en un momento de las torturas declaró que ustedes ya se iban, debido a la tardanza en llegar Trujillo y entonces y entonces llegó Miguel Ángel y comunicó lo que acabo de referir. Huelga decir que a partir de aquel momento fue mayor en ensañamiento y las atrocidades que se cometieron con él hasta provocarle la muerte. 
  1. e) En cuanto a su afirmación de que no pudieron conseguir que Juan Tomás concurriera a la avenida George Washington a participar “ en la eliminación física del Trujillo”, le expreso que fue criterio de la mayoría, que él no debía exponer su vida en la avenida, porque era el militar que debía dirigir las operaciones después de la muerte. 
  1. f) De igual modo causan sorpresas sus afirmaciones de que Antonio de la Maza dijera que “Juan Tomás pudo haberse lanzado sólo porque este tenía contactos no solamente con el General Román Fernández, sino con otros militares, pero que éste no se atrevió por ponerse dudoso” y esta afirmación causa sorpresa porque Juan Tomás, Antonio de La Maza y Modesto Díaz, después de no poder localizar al General Román Fernández anduvieron juntos largo rato por la ciudad y en estos momentos, Antonio de la Maza propuso que atacaran al Palacio del Ejecutivo y Modesto los persuadió de que no se hiciera, porque ningún resultado se obtendría, mientras que esperando se podría lograr la cooperación ofrecida por el General Román Fernández. 
  1. g) Su inquietud de no tener una explicación de por qué esa “segunda etapa” ni siquiera se inicia, pudo satisfacerla preguntándole al amigo Luis Amiama Tió y no invitando al periodista Señor Francisco Aguirre a que lo hiciera, abriéndose al público una interrogante y exponiéndose a juicios capciosos, ya que es natural, se piense que Ud. quiso insinuar que Juan Tomás no estuvo a la altura de su deber porque “se puso dudoso”. Usted no pensó, estoy seguro, en lo que significa en nuestro país esa expresión. 

Sobre el asunto de que Juan Tomás no utilizara los contactos que tenía en e Ejército para precipitar una acción que respaldara el complot, es conveniente que se recuerde la situación que vivía el país, el terror que predominaba en todas las esferas, así como que la muerte de supo muy rápidamente debiéndose dictar como era lógico, todas las medidas de seguridad que pudieran evitar un levantamiento, cosas que debían saber Juan Tomás, para aventurarse a tratar de comunicarse por la vía telefónica, con uno de sus contactos en el Ejército. 

Además, tanto Juan Tomás como Antonio de la Maza confiaban en que el General Román Fernández, que tenía todos los medios en sus manos, cumpliría con su promesa, la cual fue esperada por ellos hasta el tercer día y perdida la esperanza, se largaron a la calle, como valientes que eran, a buscar contactos indirectos o encontrar una muerte digna, como aconteció, ofrendando sus vidas, arrancadas a balazos, en una calle de la Ciudad de Santo Domingo. 

e)Reafirmo que es muy aventurado para cualquier persona que individualmente pretenda hacer narración de determinados aspectos del Complot y emitir juicios sobre éste, por la estricta reserva y por la absoluta confidencia con que se actuó en aquellos momentos, en los cuáles inicialmente, no se conocían todos los complotados ni aún aquellas personas que debían concurrir a la Avenida George Washington en los diferentes automóviles, respecto a lo aventurado que resulta hacer afirmaciones, deseo enfatizar que durante largos meses de cárcel, cuando todavía eran nuestros compañeros de infortunio y varios de celda, Salvador Estrella, Huáscar Tejeda, Pedro Livio Cedeño, Roberto Pastoriza, Modesto E. Díaz, Miguel Ángel Báez Díaz, Dr. Manuel A. Durán, Dr. Rafael Batle Viñas y todos aquellos que de un modo u otro modo podrían aportar datos que esclarecerán cualquier duda, yo me dediqué a la tarea de investigarlas y siempre predominaron diferentes versiones. Testigos vivos son muchos compañeros, entre ellos su primo el Dr. Durán Barreras, quienes me oyeron exclamar varias veces que con la muerte de Trujillo sucedería lo mismo que con la muerte de Heureaux, que todavía existen versiones. 

  1. i) La estricta reserva y absoluta confidencia utilizada, llegó a tal extremo, que el suscrito solamente fue advertido de lo que iba a suceder y se enteró de ciertos detalles en conversaciones aisladas que en la residencia de Juan Tomás oyó, principalmente dichas por Antonio de la Maza y aquello que al principio Juan Tomás me dijo la noche del 30 de mayo a pesar de que estaba enterado de la entrevista que mi hermano tuviera en Nueva York con el Lic. Homero Hernández Almánzar, en la cual sirvió de mediador el Lic. Chepito Rodríguez y de la carta que también le dirigiera desde allí a nuestro primo Manuel de Jesús Santana referente a la liberación de la esclavitud que padecíamos, carta que el pariente Santana conserva. 

Creo, amigo Antonio, que con estas aclaraciones, he contribuido a evitar que continúen prevaleciendo malos entendidos sobre actuaciones y actitudes de compañeros que merecen todo el respeto y admiración de su persona. 

Muy afectuosamente  le abraza

Tomás Báez Díaz

 

1.- Se refiere a Teodoro Tejeda Díaz (Lolito), cuñado de Jhonny Abbes, quien al momento del ajusticiamiento de Trujillo ocupaba el cargo de Fiscal del Distrito Nacional y, en tal virtud, le correspondió investigar el hecho. Radicado en España, la editora Plaza&Janes publicó en 1963 el libro de su autoría titulado “Yo investigué la muerte de Trujillo”, contentivo de no pocas inexactitudes y manifiestos infundios, destinados, como era de esperarse en su caso, a restar méritos a la hazaña magnicida y sus actores.