El balance de cualquier experiencia, sobre todo si es de gobierno, si no sitúa en primer lugar el contexto en que esta ha discurrido induce a yerros desde el punto de vista analítico y político. El presente gobierno fue electo, se instaló y ha discurrido en medio de una pandemia y en ella ha iniciado su segunda mitad, por lo que gestionar esa adversa circunstancia ha sido su mayor responsabilidad social, política y económica cuyo balance es globalmente positivo, según datos consistentes. Pero, para un más objetivo conocimiento de cómo han discurrido los dos primeros años del gobierno es necesario reflexionar sobre algunas cuestiones negativos y/o positivos que podrían determinar su desempeño en los años que le restan o su eventual continuidad más allá del 24.

 

En medicamentos, los programas FASE, Quédate en casa, Supérate y subsidios para enfrentar la pandemia, el gobierno invirtió en todo el 2021 hasta febrero del 22, un 3.96% de PBI. Cierto que a esto contribuyeron los préstamos y el incremento de la remesa venida de la diáspora dominicana en los EEUU, pero también aporató significativamente el ahorro hecho por el gobierno poniéndole freno al prebendalismo en diversas instituciones del Estado y desmantelando estructuras de corrupción creadas en el anterior gobierno, lo cual ha posibilitado una rápida recuperación de la economía. A eso se suma la creación de mecanismos de control en algunos ministerios, la nueva función de la dirección General de Contrataciones Públicas y de la Procuraduría de la República.

 

El cambio de la política del prebendalismo en las dotaciones diplomáticas en el exterior ha sido un golpe al dispendio, la corrupción y a las extorsiones a eventuales inversionistas, entre otras medidas, permiten afirmar que a algunas prácticas se le ha puesto freno, y que no es consistente la afirmación de que todo sigue igual. Sin embargo, hay cosas que sí siguen igual. Se mantienen lastres de la cultura política dominicana que obstruyen la institucionalización del país y alejan de la política a mucha gente de valía y además, que otros sientan cierta decepción. Se mantiene el absurdo de la exagerada publicidad de instituciones del Estado, y de algunos organismos descentralizados y de ministerios.

 

Esa mala práctica, se torna en fuente de la que beben y se reciclan presentadores/botellas al servicio del incumbentes de turno de ministerios y organismos descentralizados. Constituye una afrenta que “programeros” del antiguo gobierno sigan recibiendo publicidad del actual. Estos cambian impúdicamente de casaca. El tratamiento de otros temas, como el migratorio, ha sido insólitamente lo erróneo. En ese tenor, la coincidencia fáctica del gobierno con los sectores del ultranacionalismo xenofóbico es absolutamente inaceptable para parte del partido de Peña Gómez, como para diversos sectores muy sensibles a los temas de derechos humanos, del respeto a las identidades étnicas, de opción sexual, de la mujer y su cuerpo, etc.

 

A pesar de incuestionables cambios, ha persistido la percepción de que al gobierno le ha faltado cohesión y claridad sobre su norte desde el punto de vista de su opción sobre los sectores sociales en que descansaría su gestión. No pocos funcionarios han dejado sus puestos en medio de escándalos, justificados o no, destacándose los casos de los dos últimos ministros que, de hecho, han sido removidos de sus cargos: Macarrulla de la Presidencia y Furcal de Educación. Haber nombrado estas personas en esos puestos fue un error. El primero, ahora envuelto en caso Medusa y antes en el escándalo del cuasi regalo que le hizo el expresidente Fernández de casi 500 000 mt2, con base naval dentro, en la desembocadura del Río Ozama y de altísimo valor inmobiliario y estratégico.

 

El segundo, no tiene el perfil para el desempeño del ministerio a él asignado. Conoce el tema de la educación, pero su mayor práctica ha sido la política partidaria. Quizá, si hubiese sido colocado en el puesto que erróneamente se le asigno al primero la historia hubiese sido otra. Persisten las pensiones arbitrariamente asignadas por el Ejecutivo y las autoasignados por funcionarios nombrados y electos, indefiniciones en los temas de las tres causales, en los sectores eléctricos, del transporte, del territorio y urbana y sobre los odiosos barrilitos.  Además de esos problemas, debe sumarse, la inflación potenciada por el impacto de la guerra de Rusia contra Ucrania y la persistencia de la pandemia con altos niveles de positividad, además de las conocidas dificultades del partido de gobierno

 

En medio de aciertos y de la persistencia de significativos lastres, el gobierno inicia su segunda parte. Creo que aún conserva la potencialidad para limitar y hasta eliminar algunos de esos obstáculos. Muchos de sus piezas claves, incluyendo el presidente, conservan la subjetividad y la voluntad de cambiar taras ancestrales que acogotan esta sociedad, pero tienen que volver al embrujo del proceso electoral, recuperar voluntades organizadas y no organizadas que lo apoyaron, fortalecer las acciones del Ministerio Público y tratar de ponerse a tono con lo que sucede en la región: la sucesión de gobiernos contrarios a la tradición conservadora y del tutelaje del Estado de parte de los sectores oligárquicos.

 

El gobierno, si se sitúa en esa perspectiva tendrá la oportunidad no solo de terminar esencialmente bien, sino de materializar su ilusión del 2024. Las perspectivas de la oposición toda es otro tema.