Ucrania, de ser un país lejano y desconocido para muchos, ha pasado a ser el centro de la atención mundial por la abusiva e intolerable invasión rusa ordenada por Vladimir Putin, cuyo poderío muchas veces superior al de dicho país no contó ni con la actitud firme del presidente Volodymyr Zelensky ni con que su agresión generaría un rechazo tan fuerte en el mundo y concitaría tanta conmiseración con quien se entiende es la víctima en esta odiosa guerra, el pueblo ucraniano.

Zelensky había acaparado la atención en la prensa internacional en ocasión de lo que el Partido Demócrata de los Estados Unidos de América consideró un abuso del ex presidente Donald Trump del poder que le confería el cargo para intentar conseguir "un favor" de un líder político extranjero tratando de hacer una injerencia en su sistema de justicia para que se investigara  a su rival político el actual presidente Joe Biden por supuestas acciones de tráfico de influencias de su hijo Hunter en negocios en Kiev, y que se indagara la empresa Crowdstrike, la cual tuvo a cargo examinar el robo de correos del Partido Demócrata en el 2016, elemento fundamental de la llamada trama rusa de injerencia en las elecciones norteamericanas.

Aunque Trump negó la denominada trama ucrania, una llamada de este al presidente ucraniano el 25 de julio de 2019 quedó registrada, en la cual según la grabación que fue desclasificada, este le habló de que le gustaría que le hiciese un favor que tenía que ver con dicha investigación y le pidió que conversara con su abogado personal Rudy Giuliani y el entonces fiscal general, conversación que también se dio.  A pesar de que se alegó que Trump usó las ayudas estadounidenses a Ucrania como un mecanismo de presión ya que le tenía en ese momento retenidos 391 millones de dólares, lo que debilitó la imagen de Zelenzky, este lo negó diciendo a la prensa que: “Nadie puede presionarme porque soy el presidente de un Estado independiente”.

Y esa es precisamente la clave en todo esto, que las acciones de Ucrania como país independiente no son aceptadas por Putin y chocan con sus megalómanos sueños de volver a reintegrar la ex unión de repúblicas socialistas soviéticas, que constituyen una señal de alerta extrema para las exrepúblicas hoy estados independientes, y para países fronterizos que en el pasado estuvieron bajo su hegemonía.

Los planes de Putin de arrodillar a Ucrania y tomarla para sí no contaron con la reacción de la gente que se ha expresado por doquier rechazando esta invasión, incluyendo buena parte de la población rusa que a pesar del régimen de terror y la ausencia de libertad de expresión en dicho país han salido a las calles a protestar contra esta horrible guerra, lo que ha provocado el aprisionamiento de muchos.

Tampoco contaron con que la globalización es un hecho, y nacionales de Ucrania residen en muchos países del mundo, e incluso en un destino tan lejano de su país como el nuestro, miles de ellos que vinieron como turistas se encuentran varados haciendo que su tragedia sea un hecho aún más cercano y palpable para todos.

Y no solo las redes sociales en esta era digital permiten seguir las atrocidades de la guerra teniendo a la vista imágenes y vídeos espeluznantes, sino los hechos que infunden valor y generan respeto, que han hecho icónicas algunas frases en medio de este lamentable conflicto bélico como la pronunciada por el presidente de Ucrania para rechazar la oferta de evacuación que le hiciera los Estados Unidos, de que necesitaba municiones y no un aventón para salir de su país.

Quizás efectivamente Zelensky fue presionado por la administración de Trump y no se sepa nunca si la resistió o fue débil, pero lo que todos estamos viendo en tiempo real es que ha optado por mantener la dignidad de su país, y eso más allá del telón de fondo de esta doble trama, está escribiendo la historia de una nación que lucha ante los ojos del mundo por preservar su independencia y que coloca a Putin en una difícil encrucijada, pues seguir adelante e incluso vencer, podría ser su peor derrota.