El joven, agudo e inteligente periodista Edgar Valenzuela ha publicado la obra titulada: "Disputa de Trujillo con la Iglesia Católica".
Él es autor de varios textos importantes para la bibliografía nacional. Si en mi cotidianidad y el trato frecuente y permanente con la gente, condición humana a la que jamás renunciaré, tuviera que definir a este joven escritor, diría: "este es uno de los muchachos de la UASD". Uno de los tantos en que ella ha confiado. Cuando él me obsequió esta obra hace unos meses y leí las primeras páginas, advertí que debía tomarme el tiempo suficiente para leerla y comentarla.
Los que hemos leído sobre Trujillo y su régimen de muerte y terror, al leer este nuevo libro del enfrentamiento del dictador y la Iglesia católica, advertimos inmediatamente, sin mucho análisis, que es cierto lo que se dice en los círculos intelectuales, en el sentido de que este tema parecería ser inagotable para los interesados en realizar investigaciones sobre la materia.
En mi caso, antes de leer las 444 páginas del texto en cuestión, me encontré en el dilema de si la prioridad que debía asignarle a éste, era escribir un gran ensayo sobre la obra para publicar otro volumen semejante o si su valor más alto, era recomendarlo como material de consulta para los estudiosos de la historia y para el apoyo a la docencia en las áreas sociales a nivel universitario y preuniversitario. Como maestro, di prioridad a esto último. No podía hacerlo de otra manera.
El texto consta de 160 temas sobre los acontecimientos de los días finales de la dictadura que por tantos años sufriera nuestro país y la crisis producida entre régimen dictatorial y la Iglesia católica, luego de haber tenido las mejores relaciones por muchos años desde el inicio de la dictadura.
El libro contiene la copia de la carta pastoral colectiva del episcopado de la República Dominicana en ocasión de la fiesta de Nuestra Señora de la Altagracia del 25 de enero de 1960. Este documento de seis páginas, escrito con una gran inteligencia poco común, y de alto contenido político, sociológico y religioso, es el mejor texto comunicacional digno de antología en el marco de la lucha política contra un poder altamente peligroso.
Me permito citar un sólo párrafo, obviando dos anteriores, como muestra de la inteligencia eclesiástica:
"De un cabo al otro de nuestra querida nación, se ha observado el fervor entusiasta, la espontánea religiosidad de nuestros corazones por la Virgen de la Altagracia. Circunstancias delicadas, sin embargo, vinieron a poner una sombra de tristeza a nuestra festividad. Asumiendo la obligación pastoral de cuidar el espiritual rebaño, confiado por la Bondad Divina a nuestra solicitud, no podemos permanecer insensibles ante la honda pena que aflige a un buen número de hogares dominicanos".
Luego más adelante, la carta pastoral sigue diciendo: "Por ellos, expresamos nuestra paternal simpatía, nuestro profundo pesar y nuestro común sentimiento de dolor, ya que es una obra de misericordia 'consolar al triste', haciendo propia la frase del apóstol San Pablo: 'Llorar con los que lloran' ". Página 1.