Sin tener presente la formación social, la composición étnico cultural y los acontecimientos históricos que dieron lugar a la constitución del Estado dominicano, no se puede entender las creencias, las prácticas culturales y las expresiones espirituales dominicanas.

Son estas prácticas que el Diálogo de Tambores ha querido privilegiar al dedicar un valioso espacio a los servidores o portadores de misterios que, según la definición de Dagoberto Tejeda, “no son personas comunes y corrientes, sino seres privilegiados que poseen las facilidades de videncia y de posesión, las cuales exigen una extraordinaria sensibilidad y un profundo desarrollo mental y espiritual”.

El eminente sociólogo agrega que “en nuestro medio socio cultural (estos) juegan un papel de médicos, psicólogos, psiquiatras, maestros, consejeros, sacerdotes, etc., en beneficio de los creyentes y seguidores dentro del contexto de nuestra religiosidad”.

Creer que lo que acontece a las personas es el resultado del destino, la suerte o el azar es una tradicion cultural muy arraigada en la República Dominicana. Además, existe una tendencia muy fuerte a atribuir poderes externos a individuos, deidades o instituciones y a tener “creencias mágicas” en la suerte y en los sueños.

Acudir a remedios caseros es parte del medio socio cultural de nuestra gente. Si bien el uso de plantas medicinales es considerado por muchos como “asunto de gente ignorante”, existe una tradicion ancestral en el país de brebajes preparados con plantas para tratar las más variadas dolencias.

La falta de medicina preventiva, la dificultad de acceder a un servicio de salud de calidad a precios asequibles y la carestía de los medicamentos, hace que las grandes mayorias inicien el tratamiento de sus dolencias usando plantas medicinales tradicionales, a veces sin tener los conocimientos indispensables.

La OMS define la medicina tradicional como prácticas, enfoques, conocimientos y creencias sanitarias diversas que incorporan medicinas basadas en plantas, animales y/o minerales, terapias espirituales, técnicas manuales y ejercicios aplicados de forma individual o en combinación para mantener el bienestar.

En nuestro pais estos saberes son el resultado del sincretismo cultural en el que se mezclaron los conocimientos indígenas, africanos y españoles.

Por estas razones, las personas acuden a los servidores o portadores de misterios, que existen bajo varios nombres: “curandero”, “curioso”, “creyente” “brujo”, “servidor” o “caballo de misterios”, y practican de manera individual un sistema religioso complejo que no tiene nombre definido y que ha sido perseguido.

Para San Miguel -entre otras celebraciones- en parques y callejones de Santo Domingo y de distintos puntos del país se realizan rezos, toques de atabales y se preparan comidas y postres para celebrar a Belié Belcán.

Es lo que algunos llaman el vodú dominicano, término polémico que los mismos portadores de misterios tienden a rechazar. Según el folklorista Fradique Lizardo, “el hecho de que a nuestro territorio llegaron esclavos africanos con sus creencias religiosas mucho antes de la existencia de la colonia francesa de Saint-Domingue, y por supuesto del nacimiento de la nación haitiana, echa por tierra la afirmación de que el vudú arribara a nuestro país procedente de Haití."

Las creencias sobre la suerte y las consultas mágicas no deben ser consideradas como expresión de debilidades psicológicas sino como rasgos característicos de nuestra identidad cultural.

El “curandero” debería ser percibido más bien como un agente capaz de liberar las fuerzas curativas del mismo enfermo. Con ese enfoque, una consulta con sus rituales y símbolos, según la capacidad del consultante, puede actuar sobre el subconsciente de la misma manera que una psicoterapia bien manejada por un terapeuta.

Los motivos de consulta no se limitan a la sanación; se procura a través de ellas un acompañamiento en otras facetas de la vida: suerte, amor, relaciones matrimoniales, asuntos económicos, según sea el caso.

En Francia el psiquiatra Tobie Nathan ha creado el Centro Georges Devereux, que se dedica a la etnopsiquiatría. Este centro toma en cuenta el estudio de las relaciones entre las conductas psicopatológicas y las culturas en las cuales éstas últimas se inscriben apoyándose en el estudio de las terapias tradicionales y su eficacia, así como la geopolítica de las patologías.

Con el fenómeno migratorio y la globalización exportamos portadores de misterios que operan en varios países, entre otros España, donde fueron objeto de un estudio realizado por Cristina Sánchez-Carretero, del  Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

El Diálogo de Tambores debe seguir y permitir que se conozca  más  la fuerza que tienen las tradiciones de nuestra cultura, los diferentes componentes de nuestro sincretismo y el papel de la mujer en el mantenimiento de los rituales.

Debemos visibilizar los patrimonios inmateriales contenidos en nuestras tradiciones, recuperando sus aportes y documentándolos, acompañándolos, para que  sus  espacios físicos y sus expresiones se preserven y tengan continuidad.