En muchos países de la región se observa una tendencia marcada a negar la existencia de la discriminación racial y a usar la narrativa del mestizaje, del crisol de razas, como supuesta prueba de la armonía racial existente y de la cual la República Dominicana sería un ejemplo exitoso.

La historia siempre fue contada por los vencedores y esta narrativa, promovida desde el poder colonial hasta nuestros días, está enraizada en el inconsciente colectivo y contribuye a invisibilizar las desigualdades y los efectos psicosociales de las discriminaciones fundamentadas en la pertenencia étnica.

Por esta razón el concepto de afrodescendiente genera todavía negación y no es familiar para una gran parte de nuestra población que se ha identificado desde hace ya bastante tiempo como “india”, más que como “mestiza” o “mulata” y considera al “negro” como el “otro”, el diferente, el haitiano, el invasor. Esta identidad, que se combina con el referente a una madre patria hispánica, ha surgido luego de largos, complejos y conflictivos procesos que siguen presentes.

Actualmente, cerca de 200 millones de personas que viven en el continente americano se consideran como afrodescendientes. Los países que tienen una proporción de afrodescendientes superior al 45% son los del Caribe angloparlante, Brasil, Colombia, Haití́, República Dominicana y Venezuela. Sin embargo, esta opción de identificación todavía no es parte de nuestras opciones oficiales.

Estudios de ADN mitocondrial destacan que 15% de los/as dominicanos/as tiene linaje materno indígena, 14% euroasiático y 71% africano. Este mismo “dominicano”, indio, mestizo o mulato, vive sus manifestaciones culturales y su religiosidad popular, producto de un fuerte sincretismo, sin percatarse de los múltiples hilos que entretejen sus prácticas.

El Dialogo de Tambores: desde la diversidad cultural dominicana que tuvo lugar en días pasados, auspiciado por el Sistema de las Naciones Unidas con el apoyo decidido del gobierno dominicano, marca un hito esperanzador para la promoción de una nueva visión de la multiculturalidad que incluye la diversidad.

La Conferencia Mundial contra el Discriminación Racial, la Xenofobia y las formas conexas de intolerancia, celebrada en Durban, en 2001, declaró el decenio internacional de afrodescendientes o las poblaciones afrodescendientes de 2015 a 2024. Uno de los mandatos de esta conferencia fue de trabajar en la recolección, el análisis de datos y estadísticas específicas sobre esta población.

En el panel Estadísticas, Censo y Afrodescendencia que se realizó en el marco del “Diálogo de Tambores”, los representantes de la Oficina Nacional de Estadística (ONE) hicieron énfasis sobre el arduo trabajo que esta oficina está realizando con miras a incluir, por primera vez en un censo de población y vivienda dominicano, la variable étnico racial.

La región ha ingresado en un proceso de avance en la identificación de los grupos étnicos. La República Dominicana había dado pasos hacia este objetivo, sin embargo, no se incluyó la variable étnico-racial en los censos de 2002 y de 2010.

El nuevo censo nos permite recuperar la distancia que nos separa de los países que tomaron la delantera, así́ como paliar los inconvenientes que crea la construcción de sociedades que se han caracterizado por negar históricamente su diversidad étnica y racial.

Los afrodescendientes sufren importantes brechas de implementación en el ejercicio de sus derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales y el país debe poder cuantificar esta población y clasificar sus diferentes categorías para la puesta en marcha de políticas públicas a su favor.

Ahora bien, fomentar, apoyar, participar en eventos es una cosa, la otra es, una vez la fiesta terminada, mantener la voluntad política y el compromiso del Estado de asumir la diversidad como una realidad enriquecedora, digna de orgullo nacional y constitutiva de la identidad nacional dominicana.

Se trata de un cambio de chips y del reconocimiento de los aportes de los africanos y sus descendientes en la construcción de la dominicanidad, de sus aportes en la historia nacional e internacional. Desde el primer esclavo del Nuevo Mundo y los primeros manieles y revueltas de esclavos de América.

Se trata de la asignación de los recursos necesarios para realizar campañas de sensibilización, que incluyan procesos de divulgación entre la población en general, así́ como procesos de concientización entre los afrodescendientes, tomando en consideración las dificultades que esto conlleva en un país de poca tradición en estos asuntos.

No dejemos pasar otro decenio para iniciar el trabajo educativo y de reconocimiento histórico que contribuirá a hacerle frente al racismo y la xenofobia, y a cubrir vacíos en políticas públicas.