Cambio de época, sin oráculo

“El desarrollo de la historia es impredecible y no atiende a ningún sistema establecido –como no lo hacen la ruleta ni los demás juegos de azar-, pues sus acontecimientos tienen lugar en dimensiones tan inmensas y dentro de unas posibilidades aleatorias tan increíbles que nuestro limitado raciocinio humano no nos alcanzaría nunca para anticiparla. No será nunca posible calcular bien el futuro mediante el pasado” (Stefan Zweig. Mensajes de un mundo olvidado, p.38).

 

¿Qué nos depara el instante? ¿Ese que vendrá cuando termine de escribir estas ideas?

Para tales preguntas no hay oráculo. Y todo lo que es oniromancia, quiromancia y cartomancia se esfumó en este cambio de época.

La historia es abierta, porque son los sujetos con sus pasiones, deseos envueltos en sus respectivos discursos quienes le dan sentido a todo lo que ha sucedido y ha estado sucediendo.

Dentro de los escenarios en que vivimos se ha de luchar por la paz mundial, que es uno de los menos males que se vislumbran. Paz precaria a escala planetaria que estaría acompañada de un proceso complejo de desglobalización real y fragmentada, no del todo total, sin abandono de la globalización virtual en cuanto al flujo de información e intercambio de determinados bienes y servicios articulados con redes de ciberespionaje, hackeos y cierta diplomacia entre los bloques que se van configurando: chino-ruso y Occidente – estadounidense.

Para comprender tal acontecimiento de lo global y desglobal , se ha de asumir una mirada crítica a estos tiempos en el que los sujetos están más enredados en opiniones, engullendo información más que preocupados por formación, lo cual es producto de vivir por y para las redes sociales del ciberespacio, dejando a un lado el ejercicio del pensar.

A veces creemos que con el solo hecho de participar en esos espacios virtuales, nos estamos cultivando la mente, sin darnos cuenta de que lo que estamos es padeciendo de un voluminoso malestar tóxico de información producto de un cambio de época enredado de pospandemia, guerra y ciberguerra (Merejo,2023).

La vida no solo es vivir conociendo, sino también conocer y revisar lo que se ha conocido. La vida no es solo escribir sobre el mundo y cibermundo envuelto en lo virtual y real, también es reescribir sobre lo que se ha escrito, sobre todo eso que se   ha pensado en la vida. En el primer trabajo de esta serie me referí a esa metáfora del “El Reloj del Apocalipsis”, y cómo este se encuentra estacionado en 90 segundos de una posible catástrofe planetaria. (Ver: https://acento.com.do/opinion/desglobalizacion-real-y-globalizacion-virtual-1-de-3-9160037.html).

Un día después de esa publicación, el secretario general de la Organización de la Naciones Unidas (ONU) Antonio Guterres, expresó:

 

“Hace un mes, dimos la vuelta al calendario y abrimos un nuevo año. Pero hace sólo unos días, otro reloj se puso en marcha: el llamado Reloj del Apocalipsis. Este reloj simbólico fue creado hace 75 años por científicos atómicos, entre ellos Albert Einstein (…) En este momento, marca 90 segundos para la medianoche, es decir la catástrofe mundial total. Es lo más cerca que (este Reloj) ha estado nunca de la hora más oscura de la humanidad, más incluso que durante el apogeo de la Guerra Fría” (ver: https://news.un.org/es/story/2023/02/1518352).

 

Estamos presenciando un cambio de época en el trascurso de los primeros años de esta tercera década del siglo XXI, ya que todos los cimientos que fueron antes de la pandemia se han ido fragmentado, dislocando, a la vez que ha ido surgiendo una secuencia de transformaciones en que se comparten experiencias de relaciones sociales en el mundo y posexperiencias de relaciones en redes sociales del cibermundo; la primera brota del espacio de lo real y la segunda del ciberespacio de lo virtual.

Nos encontramos en un cambio de época que va dejando en la nostalgia la obsolescencia de los enfoques filosóficos de la política que no comprenden la dimensión filosófica de la ciberpolítica, del poder de control virtual, de la ciberguerra, el ciberespionaje  y de la ciberseguridad de los espacios cibernéticos.

Pensar en estos tiempos es saber que se pueden dar fenómenos emergentes, como una desglobalización en tiempo real y una globalización en tiempo virtual, en un panorama mundial que va cambiando en fracciones de segundos; ayer la pandemia, hoy la pospandemia, la conflagración de guerra y ciberguerra (Rusia-Ucrania) envuelta en tensiones: Occidente, OTAN, Estados Unidos frente a Rusia; en otra dimensión la tensión política y económica entre  China y el bloque de EE.UU – Occidente, sin dejar a Japón, Corea del Sur y Taiwán.

En esta conflagración no se descarta una escalada que desencadene una tercera guerra mundial, puede que se dé o no se dé. En la historia no existen leyes o regulaciones como las que suceden en la naturaleza. Por lo que asumimos una postura por la Paz como ancla de esperanza y no por la guerra y ciberguerra.

Es por eso, que pensar en este cambio de época implica no dejar a un lado conceptos como: incertidumbre, riesgo, lo aleatorio, lo transido, el dolor, el amor, la guerra- la ciberguerra, lo cibernético, lo convulso, la paz, el juicio estético (contemplativo-natural), la justicia, la solidaridad, la resiliencia, lo virtual y ante todo, la dimensión del aquí y el ahora, que es este instante en el que estoy escribiendo estas reflexiones.