Reloj del Apocalipsis

“La humanidad actual dedica una gran parte de su inteligencia y de su fuerza de trabajo a inventar y fabricar medios de exterminio y también la acción de esos medios está regulada y acompañada por mecanismos de relojería sumamente preciso. Todos los bombarderos teledirigidos y todos los misiles están repletos de relojes- de relojes que los regulan, los pilotan y los hacen estallar cuando alcanzan el blanco” (Ernst Junger . El libro del reloj de Arena, 1998, pp.133-134).

Vivimos unos tiempos que se entretejen más de calentura y locura que de frialdad y cordura, de agitadas pasiones que se mueven en la instantaneidad del “éxito y la felicidad efímera”. Hoy los análisis complejos de lo virtual y lo real, de la guerra y ciberguerra, son pensados por algunos intelectuales de manera simple y superficial.

Las crónicas de nuestros tiempos corren más por la ruta de la sección 53 Shakira y Bizarrap, que por la crónica de la ruta de los movimientos sociales que otrora fueron baluartes de una cultura de Paz y de lucha contra la proliferación de armas nucleares y una posible guerra nuclear entre lo que fue la Unión Soviética (antes de la caída del muro de Berlín) y Estados Unidos.

Vamos por un camino extraviado, diferente a los tiempos de Dante, el cual guiado por Beatriz, en su Divina comedia, pudo no detenerse en el infierno y siguió la ruta hacia al paraíso. En esta ultra modernidad, nos estamos dejando guiar por Shakira y el  ritmo del  Rolex frente al Casio; ambos son ruidos digitales que provocan indiferencia ante la metáfora científica del Reloj del Apocalipsis o del fin del mundo, que nos recuerda ese sonido no agradable al oído, que viene del fondo de un agujero negro en el universo y que se confunde con ver y no mirar hacia arriba, de acuerdo a la película de ciencia ficción  (“No mires arriba”, Neflix,2021) ante la amenaza de un cometa que se encuentra rumbo en colisión con la Tierra.

Hoy le rehuimos a ese mirar, no encanta ver los flujos de información que brotan del ciberespacio. Sin entender que mirar es mucho más profundo que ver porque involucra la atención, la conciencia, la voluntad y el deseo; en cambio, el ver se despliega a través de percepción (sentido de la vista) por los ojos de cualquier objeto envuelto en luz que vemos en nuestro entorno virtual o real (Merejo, 2023).

En las redes sociales, el espectáculo, la tecnociencia y la religión se mueven solo a un paso de diferencia, espero no confundirlo en estos tiempos transidos y cibernéticos. La tecnociencia se fundamenta en el pensamiento complejo, la innovación, la astrofísica, física cuántica, la cibernética y la compresión y explicación de los acontecimientos reales y virtuales, en cambio el espectáculo es una invitación a lo light, a la francachela, que mucho luego con el tiempo se arrepienten y se convierten en fanáticos religiosos, de la fe como creencia ciega y reveladora contra todo lo que es uso de razón y análisis científico.

Solo partiendo del conocimiento tecnocientífico, sin quedarnos en la información  es que se puede explicar lo  que sucede en estos días que corren  y sobre lo que hoy se vive, más allá de lo que muchos intelectuales llegaron a escribir en cuanto a que  el discurso de la guerra y ciberguerra (Rusia-Ucrania) para estos tiempos ya estaría olvidada; luego se dieron cuenta de que este conflicto  sigue como huella indeleble y que hoy se hace más acelerado con ese dispositivo digital, creado por los científicos, después de la Segunda Guerra Mundial (1947): el “Reloj del Apocalipsis”, que este 2023 marca los últimos  90 segundos de la medianoche, como probabilidad para que la humanidad se esfume de  este planeta.

Es bueno puntualizar que no me muevo entre optimismo – pesimismo, ni en una visión catastrofista, sino en esa postura teórica vencedora de la ingenuidad, de la chabacanería y las frivolidades de la vida profesional que moldea el espacio de red social del mundo y el ciberespacio de red social del cibermundo.

Atreverse a pensar es vivir de razón, de la comprensión de lo que se desea, pero comprendiendo las realidades que no se aproximan a lo que se desea. Hoy científicos, filósofos, tecnocientíficos y poetas convergen que el reloj del juicio es una metáfora que puede convertirse en fracción de segundos en la última de las metáforas del planeta.