Hacia una nueva ruta de construcción social y humana

Después de más de doscientos años de existencia, el actual patrón de desarrollo no ha cambiado su esencia, pero tampoco ha resuelto los problemas que prometió resolver por medio de la innovación tecnológica, la abundancia de productos y el progreso social.

Este fracaso de doscientos años caminando las sendas del actual modelo de desarrollo, aconseja buscar otra ruta; aconseja asumir una vía diferente de construcción social y humana. Una construcción no lineal, sino mas bien compleja, multidimensional, que transforme las estructuras de producción, distribución y redistribución de la riqueza para favorecer a las mayorías; que circunscriba el movimiento económico de la sociedad a la capacidad de la naturaleza y sus ecosistemas para auto regenerarse; que coloque el mejoramiento de la condición humana (social e individual) como su meta fundamental. En síntesis, una construcción que convierta el respeto por la integridad y el equilibrio del entorno natural y el bienestar humano en el centro de cualquier política económica, social, cultural y medioambiental.

Para ser compatible con esta nueva construcción social y humana, la sostenibilidad debe incorporar la equidad en todas sus dimensiones; esto implica que la concentración de la riqueza, la pobreza, la discriminación de cualquier índole, el subdesarrollo y la privación social y política están en relación causal con la degradación ambiental.

Esta idea de construcción humana y social con sostenibilidad debe ser la negación no sólo de la concepción tradicional del desarrollo, sino también, de todas aquellas interpretaciones del desarrollo sostenible que claman por cambios mientras dejan intactas las estructuras básicas del injusto y depredador modelo de sociedad industrial actual. Ello supone, en síntesis, el rechazo del presente derrotero hacia la consecución de un crecimiento económico sin cualificación, convertido en un fin en sí mismo, que soslaya la calidad de la vida humana y del medio ambiente, y que, en consecuencia, ha conducido a la degradación de la naturaleza, en muchos casos, a niveles irreversibles. Las relaciones de producción en la sociedad resultante de este nuevo proceso de construcción social y humana no pueden basarse en la acumulación y concentración de capital en unas pocas manos, con el consecuente empobrecimiento de las mayorías.

Esta nueva construcción social y humana con sostenibilidad no sugiere el retroceso a un estadio tecnológico premoderno, ni mucho menos el estancamiento de la sociedad. Sin embargo, el estilo de vida basado en el crecimiento económico ilimitado, así como en el uso y consumo de la absurda "diversidad" de los mismos artefactos y productos tecnológicos tendrá que cambiar. Se trata, en consecuencia, de un emplazamiento definitivo del irresponsable y dilapidador modo de vivir y relacionarse con la naturaleza que predomina en estos momentos.  No obstante, para alcanzar tal tipo de transformación, se requiere de un alto nivel de conciencia y un definido y determinante compromiso ecológico y humanista.

El advenimiento de la tecnología moderna, con su enorme poder para penetrar en las profundidades del tiempo y del espacio, así como para afectar positiva y negativamente a los seres humanos y al ambiente natural, ha llevado a una revisión crítica de las teorías éticas tradicionales y sus posibilidades para normar las acciones humanas que emanan del diseño, construcción, manipulación y mantenimiento de artefactos y obras tecnológicas de distinta índole. Estas tecnologías han introducido acciones de escalas, objetos y consecuencias tan nuevas, que el marco de las anteriores concepciones éticas no puede ya contener. Ninguna teoría ética anterior tuvo que considerar la condición global de la vida humana y el futuro lejano, incluso la existencia del género humano (Hans Jonas, The Imperative of Responsibility). El imperativo ético que impone al ser humano la enorme capacidad de la tecnología actual para destruir la naturaleza, la sociedad y la vida como la conocemos actualmente tiene que ser el de la responsabilidad (Jonas, ibidem). La ética de la responsabilidad es en esencia la ética de la sostenibilidad. Si las acciones basadas en las concepciones éticas tradicionales no requerían mayores niveles de información, no sucede lo mismo con las acciones basadas en la ética de la responsabilidad. Por consiguiente, la ética de la sostenibilidad no puede ejercerse sin conocimiento e información. El ser humano responsable, que aspira a construir un mundo sostenible no puede seguir actuando y tomando decisiones a ciegas, basado en solo sus instintos y subjetividad. Pero tampoco puede seguir actuando como si los recursos del planeta fueran inagotables.