A pesar del avance en la conformación del concepto de desarrollo sostenible que significó Estrategia Mundial para la Conservación de la UICN, es, sin embargo, en Nuestro Futuro Común donde se pasa definitivamente de los "límites del crecimiento" a hablar sistemáticamente de la sostenibilidad. Según se especifica en este informe,
“El concepto de desarrollo sostenible implica límites, no límites absolutos, sino limitaciones que el estado actual de la tecnología y de la organización social y la capacidad de la biosfera para asimilar las actividades del ser humano imponen sobre los recursos del medio ambiente. Pero tanto la tecnología como la organización social pueden ser manejadas y mejoradas con el fin de abrir el camino hacia una nueva era de crecimiento económico” (World Commission on Environment and Development, 1987).
Pero el Informe Brundtland fue una síntesis conciliatoria de al menos tres fuerzas e intereses contrapuestos que se debatían en el seno de la ONU en aquel momento. Por una parte, estaban los ecologistas, quienes demandaban la imposición de límites al crecimiento o, en una forma más radical, el no crecimiento para poder hacer frente a la creciente polución del planeta y proteger los recursos naturales y respetar los derechos de las generaciones futuras a heredar un ambiente sano. Por otra parte, estaban los economistas del Tercer Mundo, que defendían la necesidad del desarrollo y un mayor crecimiento de sus países, con el fin de enfrentar la pobreza del presente y hacer posible que estas naciones jugaran un papel independiente en las relaciones internacionales. Por último, estaban los representantes de los países de economías desarrolladas, renuentes por completo a sacrificar su estilo de vida basado en el consumo ilimitado de recursos, muchos de ellos provenientes del Tercer Mundo (Mitchan, 1991. Ibidem).
El Informe Brundtland, atrapado en este conflicto de intereses contrapuestos, propuso un desarrollo sostenible, que estableciera límites al crecimiento, aunque no absolutos y que no fuera simplemente desarrollo. Con esto se pretendía establecer una línea divisoria entre el nuevo estilo de desarrollo que se proponía y el modelo de desarrollo predominante hasta entonces (Mitcham, 1991. Ibidem). Sin embargo, esta concepción del desarrollo sostenible no superó realmente la preocupación por los límites del crecimiento planteada en el informe del Club de Roma comentado anteriormente.
Diferentes Concepciones del Desarrollo Sostenible
No existe una concepción única del desarrollo sostenible, sino que las diferentes teorías sociales y económicas ya existentes han elaborado y adaptado su propia concepción, a la vez que han surgido otras nuevas. Así, el desarrollo sostenible ha adquirido distintos significados, dependiendo en primer lugar de la base axiológica de dichas teorías y los grupos sociales que las sustentan.
Al igual que la noción de desarrollo, la de desarrollo sostenible es también altamente controversial. En torno al concepto de desarrollo se han llevado a cabo en distintos momentos agudas polémicas. Para unos, el ideal del progreso social a través del desarrollo científico y tecnológico continúa siendo una promesa para el futuro; para otros, por el contrario, este ideal, que tuvo posiblemente un significado revolucionario en el siglo pasado, ha perdido todas sus posibilidades para mejorar la calidad de la vida humana, y al momento, ha devenido en una ideología retardataria que ha arrastrado a millones de personas a condiciones deplorables de empobrecimiento y alienación, al tiempo que ha degradado el ambiente natural a niveles muchas veces irreversibles.
Algunas posiciones extremas e irreconciliables pueden ser identificadas también con respecto al desarrollo sostenible. Para mucha gente, el desarrollo sostenible es la respuesta a la presente crisis del desarrollo y ambiental, sus argumentos, sin embargo, son diferentes y le atribuyen al concepto de desarrollo sostenible alcances y significados diferentes. Para otros, el desarrollo sostenible es una ilusión, una nueva máscara para el mismo modelo de explotación irresponsable de la gente y la naturaleza.
En la actualidad, el término "desarrollo sostenible" o "sostenibilidad" es usado para indicar cualquier cosa. Mucha gente habla sobre desarrollo sostenible, pero otros hablan de vida sostenible, sociedad sostenible, mundo sostenible, futuro sostenible, agricultura sostenible, industria sostenible, desarrollo energético sostenible, medio ambiente sostenible, etc. No está claro, sin embargo, si todo el mundo está hablando de la misma cosa.
Durante los años ochenta y noventa, las posiciones más pro desarrollo sostenible son, entre otras, la contenida en el Informe Brundtland, la neoclásica, enarbolada, entre otros por David Pearce, David, Jan Bojo, Lena Unemo; la neomarxista, enarbolada entre muchos otros, por Michael Redclift y, la del denominado "ambientalismo moral", preconizada, entre otros, por Stanley Carpenter y Vandana Shiva. Probablemente existan otras posiciones pro-desarrollo sostenible que no han sido señaladas, sin embargo, la mayoría de las definiciones de los ochenta y noventa pueden considerarse como variaciones de estas concepciones fundamentales.
Las posiciones anti-desarrollo sostenible se pueden ejemplificar con Wolfgang Sachs y Gustavo Esteva. Dos autores que consideran el desarrollo sostenible como una utopía, que ha servido únicamente para revitalizar la idea tradicional del desarrollo; según ellos, para darle a esta idea un nuevo pase a la vida, al ligarla a las preocupaciones por el medio ambiente.