A pesar del carácter catastrofista que se le atribuyó en ese entonces, Los Límites del Crecimiento tuvo el indiscutible mérito de haber hecho del problema ecológico un asunto de discusión pública a nivel mundial. El auge de esta discusión ecológica está ligado a la ruptura del consenso industrialista, de lo cual Los Límites del Crecimiento es el mejor exponente (Mires, Fernando (1990). El Discurso de la Naturaleza: Economía y Política en América Latina. San José, Costa Rica: Editorial Departamento Ecuménico de Investigaciones (DEI).

El auge de este debate marca, además, el comienzo del quiebre del consenso en torno al paradigma del crecimiento ilimitado como premisa del desarrollo y el progreso social. La idea general de la discusión planteada era que el presente modelo de desarrollo tenía que ser detenido, que el crecimiento exponencial e indefinido ya no era posible.

Según los autores de Los Límites del Crecimiento, el crecimiento exponencial de la población, los alimentos, la producción industrial, el consumo de energía, las emisiones de CO2, la deforestación, etc. conducirá necesariamente a una catástrofe si no se establecen los límites necesarios al crecimiento. Estos límites no pueden ser otros que los que establece el carácter limitado de los recursos de la naturaleza (Meadows, et al., 1972). De nuevo, la actual crisis climática y medio ambiental en general, vuelve a darle la razón a los visionarios de Los Límites del Crecimiento, cuyas conclusiones ya no lucen tan catastrofistas como parecían serlo en la década de los setenta.

Aun cuando no fuera expuesta como tal, la noción de sostenibilidad está ya implícita en el razonamiento que hacen los autores de Los Límites del Crecimiento en torno a que, el modelo de consumo material y el deterioro físico dominante en las naciones industrializadas no podían sostenerse en el largo plazo. Según la concepción de los autores, la actual organización sociopolítica, la perspectiva de corto plazo, el enfoque fragmentado y el sistema de valores prevaleciente, son incapaces de tratar la compleja problemática contemporánea y de comprender su verdadera naturaleza.

La conclusión a que llegan estos autores es que es posible revertir la tendencia actual del crecimiento y lograr una condición de estabilidad ecológica y económica que pueda mantenerse en el largo plazo. Un estado tal de equilibrio global, sostienen, puede ser diseñado de manera que cada ser humano pueda satisfacer sus necesidades materiales básicas, en condiciones de igualdad de oportunidades que le permitan desarrollar todo su potencial particular (Meadows, et al., 1972).

Otros eventos que a principios de los setenta prepararon las condiciones para la aparición y consolidación de la noción de desarrollo sostenible como visión integral fueron los movimientos de la "tecnología intermedia", "tecnología apropiada" y "tecnología alternativa".  En realidad, el término desarrollo sostenible o sostenibilidad en este sentido integral comenzó a ser usado en el seno del movimiento de la "tecnología apropiada" (Mitcham, Carl (1991). The Vision of Sustainable Development: Origins  and Questions (mimeo), Science, Technology and Society Program (STS), PennState University, USA).

La publicación más relevante dentro de este movimiento fue el libro de Schumacher Lo Pequeño es Hermoso.  En su libro, Schumacher propugna por el cambio del modelo dominante de desarrollo basado en grandes complejos tecnológicos centralizados y por la adopción, en su lugar, de un nuevo modelo de desarrollo basado en pequeñas unidades tecnológicas (Schumacher, 1973). Lo Pequeño es Hermoso (New York: Harper and Row).

Según Mitcham, el paso de subrayar lo que no debe hacerse a señalar lo que debe y puede hacerse viene dado por el paso de la discusión de "los límites del crecimiento" a la del "desarrollo sostenible" (Mitcham, 1991. Ibidem). Este cambio optimista y positivo hacia lo que debía hacerse para lograr la estabilidad y el balance de todos los sistemas del planeta tierra fue iniciado por el informe de la Unión Internacional para la Conservación, UICN (1980): La Estrategia Mundial para la Conservación, y, por el informe de la Comisión Mundial para el Medio Ambiente y el Desarrollo de la ONU (1987): Nuestro Futuro Común, conocido también como Informe Brundtland.

Para la UICN, el reconocimiento de los "límites del crecimiento" es condición previa e indispensable para definir el crecimiento ulterior y sostenido. Esto significa, que las estrategias de desarrollo deben incorporar estos límites como elemento constitutivo.

En la Estrategia Mundial para la Conservación, la UICN define el desarrollo como “la modificación de la biosfera y la aplicación de los recursos humanos, financieros, vivientes y no vivientes, para satisfacer las necesidades humanas y mejorar la calidad de vida” (UICN, 1980. Ibidem).

Según la UICN, para que el desarrollo sea sostenible, debe tener en cuenta los factores sociales y ecológicos, así como los económicos, la base de recursos tanto vivientes como no vivientes, y las ventajas y desventajas, tanto a corto como a largo plazo, de las acciones humanas.