Casi las 6 de la tarde cuando terminando una jornada laboral el ascensor se detuvo en el piso de mi oficina y lo abordé. Entre tres personas más que llegaron desde pisos más arriba, me bastaron unos escasos segundos para reconocer a aquel señor al que yo tenía más de 15 años sin verlo.
Debió haber sido quizás 2003 o 2004 cuando, sin empleo, se me abrió una puerta con una oportunidad de esas que uno sabe que son calvas, que toca aprovecharlas sí o sí y consciente de ello la tomé. Empecé a producir y presentar un programa de televisión para una cadena internacional, que sumé a mi hoja de vida y me regaló una experiencia maravillosa. Crecí, aprendí, salí del crítico desempleo y a partir de ahí se me presentaron más oportunidades. Agoté mi ciclo allí.
Tantos años después la vida me concedió otra oportunidad de oro y en este ascensor he coincidido con el dueño de aquella productora que me dio ese empleo y a quien nunca tuve el chance de agradecérselo como es debido.
Al señor lo reconocí y apenas se cerró la puerta del ascensor lo abordé; no lo pensé y confirmé su nombre. “¿Usted es don Negro Santos, verdad? Muy probablemente no me recuerde porque hace ya 20 años de eso, pero usted me dio un empleo y quiero darle las gracias por eso”, sobra decirles de su asombro por lo inesperado y porque lo reconocí aún llevando él una mascarilla. Del piso 5 al 1 alcanzó para que me preguntara mi nombre y yo le diera referencias sobre mi trabajo y aquellos años en los que trabajé para Santo Domingo Invita.
Un golpe de nostalgia y sobre todo, de manera muy especial, de gratitud. Pocas veces la vida nos da la oportunidad de tener a esa gente clave que en un momento, casi siempre sin saberlo, te echan la mano y te ofrecen ayuda. De la forma que sea, pero ayuda al fin y al cabo. Don Negro Santos hizo eso conmigo y la vida me dio el chance de oro de expresarle mi gratitud y mi admiración por siempre, porque su espacio y su sabiduría fue una escuela para mí.
Con estas líneas y empezando el año honro la dicha de ser agradecida, de tener memoria y la determinación para tratar siempre de ser agradecida por encima de todo. ¿Qué mejor manera de empezar un año que siendo agradecida?
Ese día la gratitud llegó en un ascensor.