El reputado ingeniero Milcíades Perez Polanco, en una carta dirigida a un periódico nacional, expone una serie de datos sumamente contundentes por lo cual en horas pico, la capital tenga sus calles congestionadas de vehículos y que en ellas sea tan difícil estacionarse. Según él, lo produce el fenómeno “saturación” vial, definido como la incapacidad de las redes viales, por sus dimensiones, soportar su parque vehicular. Un criterio inobjetable, pero creo que también deben considerarse los elementos del diseño urbano y la desregulación del crecimiento de esta urbe, como factores que agravan la situación de esa no correspondencia entre cantidad de vehículos y dimensión de sus calles..

Pérez, dice que el Distrito Nacional “tiene una densidad de calles estimada en 14 km2 que arroja un total de 1,300 km2 de vías, lo cual es la mitad del espacio que demanda su parque vehicular” que, según la DGII, sigue diciendo, se duplicará en el 2040.  En general, en todas las ciudades el transporte se realiza en redes viales en proceso de densificación poblacional, algunas veces, en densificación de construcción y de diversificación de infraestructuras de servicios de todo tipo, lo cual constituye una tendencia hacia limitación de la capacidad de las redes de soportar el flujo vehicular que estos procesos generan. Recordemos que, en el caso de Santo Domingo, su orografía pudo haber jugado trazado de ejes viales claves de cara a su futuro.

Por ejemplo, esta ciudad tiene tres terrazas, la primera es la del Malecón, la segunda a lo largo de la Bolívar y la tercera a lo largo de la 27. Eso ha determinado que de norte a sur sólo tengamos cinco redes primarias. Tremendo

hándicap, al cual se le suma la existencia del Centro olímpico que obstaculiza significativamente la circulación Este/oeste. Agregándosel la falta de regulación efectiva de tránsito, señalización inadecuada, permisos de uso de suelo medalaganarios en calles angostas, y la enorme desproporción que existe entre la cantidad de automóviles privados y autobuses para el transporte colectivo. Se estima que un auto promedia l.5 persona y un autobús 50 pasajeros, por lo cual el primero congestionan11 veces más que el segundo.

El caos del trasporte y tránsito en el Distrito Nacional se multiplica en peores condiciones en su periferia, en lo que es hoy la provincia Santo Domingo, como consecuencia de un irracional diseño vial que atrae nuevos asentamientos sin plan alguno, sin una ley de suelo que permita una recuperación de la plusvalía de los terrenos privados que son beneficiados por una fuerte inversión pública.  Esta provincia, junto al Distrito Nacional, configuran el Gran Santo Domingo que, según la DGII, tienen el 57.5% del parque vehicular del país, 31. 6 el Distrito y 25.9 la provincia. La suma de la población de ambos territorios es de alrededor de un 40% del total del país. La provincia va en franca expansión espacial, multiplicando sus problemas de toda suerte, de ella y de la capital.

Ese crecimiento es impulsado por una concepción de infraestructura vial que tiende a repetir el grave error de promover asentamientos humanos cuyas vías de acceso/salida no se correspondan con el volumen de las poblaciones que a futuro esos asentamientos tendrían y sin que el gobierno central, impulsor de las grandes redes, ni las autoridades locales logren evitarlo. Por ejemplo, constituye una pesadilla entrar o salir en horas pico a zonas como Arroyo Hondo, Villa Mella, Manoguayabo, Los Alcarrizos, Guraricano, por sólo citar estos asentamientos. Todos tienen como entrada y salida una calle angosta en extremo, siendo el tránsito y el transporte en esas zonas un suplicio que sale caro a sus vecinos y al país..

La nueva circunvalación del Gran Santo Domingo, como todas las circunvalaciones, por un tiempo logran hacer más fluido el tránsito, pero al final se convierten en factor de atracción de poblaciones a ambos lados de sus márgenes, reclasifican, de hecho, los suelos de vocación agrícola y en países como el nuestro, se convierten grandes oportunidades para algunos promotores inmobiliarios enquistados en las esferas del gobierno central hacer inicuas ganancias y, por su inmenso poder, narigonear a la generalidad de los gobiernos locales. Por eso, en nuestro país, las circunvalaciones por la inexistencia de planes urbanísticos que la soporten, lejos de resolver los problemas de tránsito y de transporte urbanos tienden a acentuarlos. Lejos de vertebrar el territorio, lo desvertebran.

La Máximo Gómez, en los años 50 fue la red perimetral de Santo Domingo y terminó arrabalizándose, penetrando en Villa Mella a través de una horrorosa infraestructura vial para el metro que ha hecho de esa comunidad de valor histórico cultural, el centro urbano con la entrada más fea de todo el país.  La relación cantidad de red vial y parque vehicular es importante, pero no lo es menos la relación diseño urbano, red vial, población, cultura política y visión del espacio, del territorio y del país que tengan o no sus autoridades en sus cabezas. Locales y nacionales.