En las últimas décadas expertos psiconeurologos han establecido que algunas personas heredan y desarrollan ciertas aéreas cerebrales que les facilitan realizar habilidades especiales; entre ellas la música o el arte del bien combinar los sonidos con el tiempo; en la que los llamados genios o superdotados, antes de manipular un instrumento musical o haber recibido alguna instrucción; pueden distinguir notas o sonidos, y reconocer canciones; y hasta logran llevar el ritmo y el tono adecuado al cantar. O sea, pueden disfrutar la música y producirla, sin saber de ella.
Voy a ponerle dos ejemplos. Wolfang Amadeus Mozart, nació en 1756, en un pueblo de Austria donde se escuchaba música por todos los lados; y a los 4 años demostró su genialidad al tocar el clavicordio, un instrumento parecido y precursor del piano, propiedad de su padre, quien junto a su otra hija lo tocaba, y al ver la habilidad del Amadeus, lo llevaba con la familia a dar conciertos a reyes y príncipes.
Por lo que en ese tiempo, le fabricaron un pequeño violín al niño, adaptado a su estatura. Instrumento que quienes visitan el museo de Mozart en su natal Salzburgo, pueden admirar junto a las evidencias de haber compuesto más de 600 obras. A este genio, lo reconocen como el maestro más exitoso en Sinfonía, Sonata y ópera, concierto, y otras formas de musicales. Vivía tan concentrado en la música que hasta olvidaba vestirse. Murió antes de terminar su famosa Réquiem, a los 35 años, en 1791.Y del Réquiem de Mozart, Juan Luis, derivó su bachata Lacrimosa, en l994; como homenaje a aquel maestro.
Juan Luis Guerra nació en 1957, en la capital dominicana. De niño oía a Gardel y óperas italianas con sus padres. A los 12 años sorprendió a sus hermanos al demostrarle su destreza tocando guitarra. Y los 14 tocaba en grupos musicales profesionales y además cantaba canciones de contenido social o de protesta. Y era tan tímido que se escondía para que la gente no lo viera tocando; entonces lo traté cuando estudiaba la carrera de filosofía y letras en la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Su gran talento lo ha cultivado con rigurosos estudios en renombradas academias musicales. Su primera producción discográfica en los años 80 era de tan alta calidad artística, que el empresario patrocinador del proyecto le requirió adaptarla al gusto popular, para avanzar en su carrera profesional.
Actualmente, tal vez es el artista que ha recibido más reconocimientos nacionales e internacionales; y el que más impuestos ha pagado al Estado, porque es muy ético y transparente con sus ingresos. Y, posiblemente el que mejor ha comprendido cantarle al amor y al desamor y al Señor. Juan Luis, compone, toca y canta. Ha escrito y arreglado centenares de piezas musicales. Y, como Mozart, ha sido exitoso en los géneros que ha incursionado, entre los que se destacan, merengue, salsa y bachata.
Su reciente concierto en la capital dominicana, al que asistieron más de 50 mil personas de distintos lugares del mundo, ha sido considerado como el mejor del siglo. Por lo que humildemente, me permito sugerirle que le preste otro servicio a la sociedad dominicana y aproveche su liderazgo y relaciones para que, junto al sector público y privado, forme academias de música, orquestas sinfónicas, bandas y coros juveniles, en barrios y campos populares, como alternativa al llamado teteo y la delincuencia en los sectores pobres.
** Este artículo puede ser escuchado en audio en Spotify en el podcast Diario de una Pandemia por William Galván.