Recientemente, en República Dominicana publicaron una encuesta sobre Cultura Democrática, con el objetivo de medir los valores y comportamientos democráticos de los ciudadanos dominicanos, patrocinada por el Ministerio de Economía de la nación, y cuyo diseño y trabajos de campo los realizó la reputada encuestadora Gallup RD.
Se trata de una encuesta muy confiable cuyos resultados coinciden con diversas evidencias y estudios. A continuación, me centraré en aquel resultado que sostiene que "la mayoría de la población dominicana prefiere la democracia a otros regímenes… pero el compromiso con los valores democráticos se ha debilitado en la última década, especialmente entre las generaciones más jóvenes y las personas que no cursaron estudios universitarios".
Según el Diccionario de la Lengua Española, la democracia es el "sistema político en el cual la soberanía reside en el pueblo, que la ejerce directamente o por medio de representantes. Se respetan valores esenciales como la libertad y la igualdad de los ciudadanos ante la ley". Le atribuyen al filósofo Karl Popper, decir que “la democracia es el único de los regímenes en el que a los gobernantes los cambian sin derramamiento de sangre.”
Por su parte, la Enciclopedia de la Política, de Rodrigo Borja, plantea que lo contrario de la democracia es la tiranía, donde el gobernante o tirano generalmente toma el poder mediante la fuerza y la violencia, y así lo preserva. Y los tiranos entienden que su voluntad es más importante que la voluntad y los votos de la mayoría. Ya existen estudios que revelan que tanto poder produce trastornos mentales en los humanos, al llevarlos a comportarse sin sentido de la realidad.
Conviene recordar a los más jóvenes algunos hechos de la tiranía del Gral. Rafael Trujillo, quien gobernó el país de 1930 hasta 1961; y días después de tomar el poder por la fuerza, azotó la nación el demoledor ciclón de San Zenón, el cual destruyó la capital, principal ciudad del país. Y un hecho tan fatal, el tirano lo aprovechó para suspender los poderes públicos y las leyes; y eliminar muchos contrarios políticos.
Historiadores reconocidos han documentado que durante su régimen asesinó y encarceló varios miles de personas. Que mataba y encarcelaba y no deportaba. Que centenares de personas tuvieron que asilarse y encerrarse en sus hogares por años. Y a la generalidad le despojaron de sus bienes y le persiguieron y torturaron sus familiares; por defender los derechos humanos o por expresar opiniones diferentes. Y, hasta por el capricho de un informante, un guardia o un alcalde. Y en los años 50, proclamaron a Trujillo, Padre de la patria nueva; ese decir, lo colocaron a nivel del patricio Juan Pablo Duarte.
A las mujeres, a pesar de que Cristóbal Colón desde su llegada a estas tierras en 1492, las veía que trabajaban más que los hombres; en la tiranía, ellas fueron menospreciadas y oprimidas. El tirano, personalmente, promovía la tenencia de varias mujeres y se burlaba de los hombres que tenían solo una, si podían tener más de una. La mayoría de mujeres eran percibidas para trabajar u ofrecer placer. Y humildes mujeres campesinas y pobres, después de disfrutadas en mansiones campestres, las desaparecían en profundos pozos.
También existieron damas que al destacarse por inteligentes, cultas y bellas, como Ercilia Pepín, Minerva Mirabal, Josefina Padilla, Isabel Lombardo Toledano, esposa del grandioso Pedro Henríquez Ureña, y otras más; el tirano personalmente intentaba conquistarlas política y sentimentalmente. Al mismo tiempo hubo mujeres serviles e incondicionales al régimen y al tirano, como Isabel Mayer, en Monte Cristi; Josefina Pimentel, en San Cristóbal, y Altagracia "Tata" de León, en San Juan, y una larga lista. La señora Tata, aunque era pariente de mi padre, lo persiguió tanto que lo hizo mudarse del campo. Damas como estas, realizaban servicios personales y políticos, que determinaron la vida y la muerte de ciudadanos dominicanos y haitianos.
A su hijo Ramfis Trujillo, lo nombró general a los 9 años; pero la generalidad de los niños debían colaborar económicamente con los proyectos de la tiranía, al obligarlos a comprar sellos y estampillas. Y los adolescentes, al cumplir 16 años, debían sacar su cédula y empezar a pagar el impuesto anual por su renovación, o eran encarcelados. Un ejemplo de esta situación, fue mi padre, un pequeño negociante de frutos, a quien apresaron en San Cristóbal, en l938, por no portar la cédula al cumplir 16 años y le colocaron un enojoso impuesto anual. ¡Así era la tiranía del Jefe! Y algo más. Para ajusticiar al tirano y derrocar el régimen, según el historiador Juan Daniel Balcácer, debieron actuar conjuntamente cuatro grupos de héroes y conjurados. ¡A defender la democracia! ¡Que viva nuestra patria libre, soberana y democrática!
** Este artículo puede ser escuchado en audio en Spotify en el podcast Diario de una Pandemia por William Galván