El caudillismo político dominicano ha dejado una enseñanza lamentable en la escena nacional. Por un lado han quedado los políticos con aire de mesías, que se dicen predestinados y por el otro, los políticos incorregibles, que tienen aire de sabios, y de hecho son los únicos salvadores de la nación, o su equivalente: Aquellos partidos a los que pertenecen y los que fundaron o ayudaron a fundar.
Escribiendo estas palabras me llega a la memoria aquella frase famosa de la época fatídica de los doce años: “Lo que diga Balaguer”. Al caudillista político nadie lo puede sorprender, porque mientras él aspire a la presidencia, las aspiraciones de los demás, siempre serán extemporáneas. De manera que ningún miembro de su partido podrá comenzar a definir su liderazgo, hasta tanto no tenga el aval del caudillo. En el caso de que no pueda por una u otra razón, el candidato de su partido deberá ser el de su preferencia, por encima del partido, por encima de los estatutos y de las normas.
Traigo esto a colación a propósito de que el señor Danilo Medina había manifestado públicamente, que ya no le interesaba seguir lidereando su partido de la Liberación Dominicana para darle paso –según él—, a un liderazgo joven. Un relevo que inyectaría sangre nueva a una organización con deseos de renovarse, sobre todo, después de la vergonzosa derrota en las pasadas elecciones municipales, presidenciales y congresuales, donde el PLD quedó en un penoso y lejano tercer lugar. A la luz de las declaraciones de Medina, en apariencia, esta era la posición correcta. A partir de ese momento el país político pensó que el PLD daría el salto cualitativo si se renovaba con un nuevo liderazgo y con miras a poner los platos sobre la mesa en su próximo congreso. Sin embargo, parece que la borrachera mesiánica de esa masa irredenta del partido de Medina no quiere que su líder se vaya y lo ha instado a que siga dirigiendo las filas del PLD. Pienso que el señor Medina no atina a darse cuenta que su carnaval político ha terminado, sobre todo, cuando está inhabilitado para volver a ser un virtual candidato presidencial como bien lo prohíbe la Constitución Dominicana.
No olvidemos que Medina es un gran simulador. Me parece el tipo más flemático de todos los políticos dominicanos. Un político que sabe amarrar la soga para que el nudo no suelte. Frente a sus declaraciones, es obvio que Medina estaba teatralizando para que sus compañeros le rogaran que se quedara. Precisamente esa es una característica del mesías, hacerle creer a sus seguidores que si se va de la organización, esta desaparecería del mapa político, por lo tanto, él se vende así como su único salvador.
Pero resulta y viene a cuento que Medina, no es el mismo de antes, ya los miembros de su comité político lo contradicen, lo enfrenta públicamente y le rebaten sus ideas, como debe de ser en una organización que se dice democrática. Sin embargo, es lo contrario, Medina no parece un hombre democrático.
Repasemos ahora, algo de la historia reciente de este personaje:
Cuando fue a las primarias del PLD en el año de 1999 y terció frente a Jaime David Fernández Mirabal, tuvo el apoyo del presidente, que para la época era Leonel Fernández y ambos, unieron sus fuerzas para aplastar a Jaime David, comprando la voluntad de los compañeros dirigentes con nuevos empleos y dádivas, en un momento en que Medina no era líder de nadie. Así resultó electo para que fuera el candidato oficial del PLD en las elecciones presidenciales del año dos mil, en la que su contrincante sería el agrónomo Hipólito Mejía.
¿Por qué razón, Leonel apoyó de manera incondicional a Danilo Medina? Simplemente porque sabía que Medina, bajo ninguna condición, se ganaría a Hipólito Mejía en esas elecciones y él, (Leonel ), estaba seguro que teniendo a un miembro del Comité Político en el Palacio Nacional, esto podía peligrar su liderazgo dentro del PLD, circunstancia esta que, de buenas a primeras, podía colocarlo en las orillas de la organización como una figura de segundo orden. Por lo tanto, era pertinente para Leonel, jugarsela con un candidato perdedor como Medina y no con un candidato prospectivo como Jaime David, que tenía un pasado histórico y familiar memorables, el cual podría tener un peso específico en la decisión de los votantes. Sin embargo, como el presidente Leonel estaba jugando la posición del rey en el tablero, su acólito perdió las elecciones porque sin duda, ese era su deseo. Esta circunstancia le permitía a Leonel tener todo el aval político dentro de su partido y el campo abierto para volver a ser candidato ante un eventual mal gobierno del PRD, como en efecto sucedió, hasta el 2004.
Como todo político tozudo, en el año 2008, el señor Medina volvió a terciar en las elecciones primarias por la nominación presidencial del PLD; en este caso enfrentaría al líder máximo de la organización, quien en ese momento ostentaba la presidencia de la república y al mismo tiempo presidía el partido morado. Lamentablemente el señor Medina no obtuvo el favor de la masa peledeísta y terminó derrotado por el presidente Fernández, quien ganó las primarias con más del ochenta por ciento de los votos. Medina nunca reconoció el triunfo de su compañero de partido. La única frase que dijo fue: “Me derrotó el Estado”; queriendo significar con esto que todos los recursos del gobierno fueron empleados para justificar su aplastante derrota. Politicamente, estas primarias dejaron a Medina muy maltrecho. Lo bueno fue que a partir de aquí, el país comenzó a conocer sus garras de político rapaz y mal agradecido y este hecho dio inició a una pugna interna, que no había tenido precedentes en la historia del partido de Juan Bosch. El país sabe que su amigo y compañero Fernández le había dado todo tipo de crédito y confianza durante su ejercicio como Secretario Técnico de la Presidencia, durante el primer gobierno del PLD, una confianza que a todas luces traicionó.
No obstante, armó un grupo de epígonos, mal definidos como “danilistas”, lo que a la postre creó una división partidaria con resultados muy negativos. Aún así, tuvo el apoyo de su partido en las primarias del año 2011. Esta vez, se enfrentaría por segunda ocasión al señor Hipólito Mejía, quien a primera salida tenía una cómoda ventaja sobre Danilo. Estamos hablando que para octubre y noviembre del año 2011, Medina solo contaba con el favor de un 23 % de la preferencia electoral, lo que significa que el PLD, tenía la obligación de echar palanca si quería que su candidato triunfara en esas elecciones. Efectivamente, Leonel Fernández y Margarita Cedeño se echaron a las calles con toda la maquinaria del gobierno peledeísta y Danilo Medina ganó las elecciones presidenciales con el 51 % de los votos, en mayo del 2012.
Ya instalado en el gobierno y como todo mal agradecido al fin, Medina abjuró de la ayuda que le brindaron sus compañeros, cosa que llegó a manifestar públicamente. Entonces, desde una oficina en el Palacio Nacional, instaló allí, una cacería de brujas en contra del presidente de la organización, para tratar de desacreditarlo y tumbarle el pulso dentro de su partido.
Hasta aquí, el señor Medina en vez de político, me parece un engendro mal digerido del famoso personaje de ficción de la película: un tal “Chuki”. Un tipo sabueso, lleno de fracasos y rencores, falsaeador de estadisticas, mentiroso hasta los huesos como ningún otro, hipócrita y un gran simulador. Todavía ignora que la nación dominicana se sintió traicionada por su gobierno, ante los exagerados escándalos de corrupción, de los que se hacía de la vista gorda, porque involucraban el anillo palaciego, a su familia y a sus colaboradores más cercanos. Al final de su gobierno se comportó como todo un Stalin de la Rusia Soviética. No había manera de contradecir ni criticar al gobierno, pues ordenó cerrar cantidad de programas de radio y televisión, metió gente presa, silenció a periodistas y compró voces y medio al mejor precio del mercado, cosa esta que provocó la ira del pueblo dominicano, quien se cansó de la arrogancia, del robo público y de la prepotencia.
No conforme con esto, preparó un mamotreto de elecciones primarias en el año 2019 y para ello eligió dentro de su camarilla a su candidato preferido: “Un penco de candidato”. Como “el penco” era el candidato del caudillo, este al fin, impuso su voluntad y su grupo armó un fraude electrónico sin precedentes en las primarias peledeístas, para que el señor Gozalo Castillo saliera triunfador. Pero resulta que, como todo “penco”, este se convirtió en el hazmereir de los candidatos. Lo dominaba la torpeza. Tenía un discurso pobre, que provocaba vergüenza agena, que no alcanzaba el más mínimo de credibilidad, tanto así que durante la campaña por la presidencia, nunca pudo conquistar las preferencias del electorado y su candidatura, junto a las aspiraciones del danilismo se quedaron en el intento.
Hago este recuento a propósito de que, a pesar de la crisis interna que en este momento vive la organización, el PLD sigue comportándose como un partido de gente arrogante y prepotente, que no saben respetar las opiniones contrarias a las suyas, como lo acaba de demostrar la peregrina decisión de sacar des honrosamente a Carlos Amarante Baret, supuestamente por violar los principios de esa organización, en vez de hacer lo contrario: tratar de fortalecerse, para reponer la imagen maltrecha de su gobierno y del partido.
Lamentablemente, cuando los hombres ostentan el poder se creen dioses terrnales y construyen islas de poder, porque creen tener todas las verdades debajo de la manga. Sin embargo, el señor Medina está convencido de que todavía puede salvar al PLD, pero es tarde para ablandar habichuelas, es tarde para arrepentirse en medio de las aguas turbulentas. Todavía hoy, él y sus epígonos, no son capaces de reconocer sus errores. Mientras siguen creyendo que el culpable de la división fue Leonel Fernández, el partido Fuerza del Pueblo sigue creciendo a pasos firmes y la figura de Leonel se agiganta cada vez más. Mientras sigan viendo a Danilo como su mesías estarán más que equivocados. No imaginan que esa decisión en contra de Amarante Baret, le provocará otra estampida lamentable. Sobre todo, porque Danilo Medina es un político desacreditado ante la opinión pública. Con más de la mitad de su comité político sometido a la justicia, se quedó sin voz para hacer oposición. Si siguen insistiendo para tenerlo al frente, del PLD, la Casa Nacional se convertirá en un futuro no muy lejano, en una misteriosa casa, como La Casa Usher, del famoso cuento del norteamericano Edgar Allan Poe. Una misteriosa casa que alberga un pájaro negro y agorero, que sale por las noches a cazar sus vícitimas: Una imagen que a simple vista se parece mucho a la figura de un cuervo rapaz.