Hace dos meses, el 15 de enero, en República Dominicana, el promedio diario de los contagios durante la semana anterior era de 6200 contagios. En este momento de 100. Excelente noticia. A penas ofuscada por la advertencia del subdirector de la Organización Panamericana de la Salud, Jarbas Barbosa, de que, a nivel mundial, está ocurriendo algo distinto. Las infecciones están aumentando. Entre el 7 y el 13 de marzo, dos dígitos porcentuales en Asia y África, sólo marginalmente en Europa, aunque hay una región, el Mediterráneo Oriental, donde las tasas de fallecimientos aumentaron en un 38 %, en contraste con el resto del continente donde van disminuyendo.

Siempre hace dos meses, el enviado especial de la OMS para la COVID-19, David Nabarro, manifestaba optimismo, observando la disminución de casos en Inglaterra. Irónicamente, Nabarro usó las mismas palabras que dos meses antes había usado el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus,”se vislumbra el fin del túnel”, y de las cuales se había entonces distanciado, previendo, y acertando, que en Europa en los dos meses siguientes la pandemia aumentaría.

Es cierto que la política de prevención y contención puesta en marcha en la República Dominicana ha dado excelentes resultados. Sin embargo, no se puede no estar de acuerdo con la invitación al cuidado de Barbosa. En la región caribeña y de las islas del Atlántico, el caso dominicano es contra corriente. Los contagios en el periodo mencionado han registrado un incremento del 58.6 %.

Tres elementos requieren atención, como posible explicación de lo que está ocurriendo.

La variante BA.2 de la ómicron, ha confirmado ser más transmisible que la BA.1, aunque no tanto como lo fue la BA.1 respecto a la Delta, y, buena noticia, también de síntomas leves y sensible como la BA.1 a las vacunas. Declarada de preocupación hace un mes, hoy la BA.2 es responsable, mundialmente, del 75% de los nuevos casos, principalmente en Asia, y del 25% en Estados Unidos. Es cierto que está prácticamente ausente en el país, pero es poco para tranquilizarnos.

En muchos países se están relajando las medidas de precaución, hay bajas tasas de vacunación, asociadas a desinformación, y se ejecutan menos pruebas, con consecuente menor detección de las infecciones. Este último problema, según el Secretario General de la OMS, podría indicar que el aumento de los contagios es subestimado y representa únicamente la punta de un iceberg.

Las vacunas están reduciendo su efecto. El gobierno dominicano fue de los primeros abogando por una tercera dosis. Se convencieron 2.263.740 personas. Han recibido dos dosis 3.616.107, y una sola 1.282.094. Pasando por alto la reducción de la protección, e ignorando la presencia de residentes ilegales, la protección completa cubre menos del 55% de la población, con porcentajes mínimos entre los adolescentes. Además, el efecto de reducción puede ser algo más importante para la vacuna SINOVAC, muy utilizada en el país.

Hace diez días, solamente en cinco de los 60 países de mayor contagio absoluto, Reino Unido, Países Bajos, Australia, Suiza y Austria se observaba un repunte de los contagios y en uno, Vietnam, los contagios estaban aumentando. Una semana más tarde, la primera lista se ha ampliado con Brasil, Francia, Italia, Alemania, Bélgica, Portugal, Grecia, Eslovaquia, Jordania e Irlanda, siguen aumentando los contagios en Vietnam y se han disparado los de Corea del Sur. En Latino América pequeños repuntes en Cuba, Bolivia, Ecuador y Honduras. A nivel mundial, el valor del promedio diario en la semana anterior (punta máxima 3.444.237 del 24 de enero) había bajado a aproximadamente 1.5 millones el 3 de marzo, pero en las dos semanas siguientes ha subido del 15%..

En China el nuevo brote ha llevado a imponer lockdown en una ciudad como Shen Zhen, 13 millones de habitantes e importante polo industrial y tecnológico.

No presentamos estos datos por alarmismo. Es comprensible que después de dos años, no se puede seguir considerando la pandemia una emergencia. Hay que convivir con ella. Pero esto no significa que la pandemia no existe, que cuidarse del riesgo de contagio es innecesario o vacunarse inútil.

Que se utilicen las dos semanas antes de finales de marzo para no desperdiciar las 300.000 vacunas que entonces vencerán. Que al menos los ciudadanos responsables no dejen de tomar las precauciones que han permitido alcanzar la situación actual. Y que no se descuiden las medidas, hasta ahora muy eficaces, de control a los turistas. La BA.2 no ha llegado, pero puede llegar.