El trujillismo fue el régimen dictatorial comandado por el General Rafael Trujillo Molina en la República Dominicana de 1930 y 1961, quien concentró tanto poder militar, político, económico, que sustituyó a la élite dominante y se convirtió en el amo del país. Era visto como el salvador, el Jefe Máximo, Benefactor y Padre de la Patria Nueva. Fomentó el culto a su personalidad. Gobernó con increíble crueldad, violencia y terribles violaciones a los derechos humanos.
Las mujeres, fueron igualmente sacrificadas en el trujillismo. Pues las instituciones y leyes favorecían absolutamente a los hombres, y ellas tenían poco acceso a la educación, al trabajo y la política. Si participaban en política, era en servicios sociales o decorativos. Ahora voy a poner algunos ejemplos.
El tirano llamó a México al más importante intelectual dominicano, doctor Pedro Henríquez Ureña, y lo nombró Superintendente General de Enseñanza en 1931, -hoy es Ministro de Educación-, como sucesor de su hermano Max, para organizar el sistema de educación en el país. Pero, se juramentó acompañado de su esposa, Isabel Lombardo, una bella joven, culta y adinerada mexicana; la que atrajo la atención del dictador, quien la visitó a su casa. Un grave error. Porque relata el laureado literato don Mario Vargas Llosa, que ella le dijo, “las señoras casadas no se visitan en ausencia de su esposo” y no lo recibió. Un desplante que provocó que el Superintendente de Educación abandonara clandestinamente el país, en un vapor rumbo a Francia a mediados de 1932, y nunca más volvió a su patria donde nació.
La señorita Ercilia Pepín, maestra, patriota, civilista, y escritora. Destacada seguidora de las enseñanzas de la poeta y maestra Salomé Ureña de Henríquez, madre de Max y Pedro Henríquez Ureña. Adolescente se hizo maestra normal y fundó y dirigió la escuela México. Sobresalió por su valiente lucha contra la intervención Norteamérica. No se casó, y decía que sus amores eran la Patria y la escuela.
Por su brillante labor educativa y patriótica la nombraron Hija benemérita de Santiago. Y aunque usó su prestigio para introducir al general Trujillo, jefe del ejército en Santiago, en aquella sociedad; él la destituyó y encarceló en su hogar un año, por colocar la bandera dominicana a media asta en protesta por la muerte de uno de sus profesores, en 1932; humillación que la hundió en la pobreza y precipitó su muerte en 1939.
Otro caso fue el de mi brillante profesora Josefina Padilla Deschamps, a quien eligieron reina de un concurso en Santiago, a inicios de los cuarenta. Y al atraer la atención del tirano por sus cualidades, gestionó poseerla, como a Minerva Mirabal; por lo que cuando estudiaba medicina en la Universidad de Santo Domingo la encarceló en su hogar también un año, por participar en manifestaciones estudiantiles como militante en la Juventud Democrática, a mediados de los cuarenta. Y esa represión alcanzó a su padre, al que encarcelaron en la fortaleza Ozama, como al padre de las Mirabal.
Y además canceló a su tía-madre como empleada pública. Porque el tirano acostumbraba a golpear donde dolía, en lo económico. Y luego, a la estudiante Padilla la acusaron injustamente de practicar un aborto, como ayudante de un médico, en un parto peligroso, y la encarcelaron por segunda vez; solo a ella y no al médico que intervino en el procedimiento. Finalmente logró graduarse de doctora en medicina, pero no pudo ejercerla por las humillaciones del régimen. Por esta razón debió vender queso y mantequilla como buhonera, para sostener a sus ocho hijos: tres de un primer matrimonio de su esposo, el abogado antitrujillista doctor Rafael Augusto Sánchez, Papito, encarcelado y asesinado; y cinco procreados por ambos.
Las vejaciones sufridas por estas y otras personas eran conocidas al detalle por Minerva Mirabal e influyeron en ella. Por tales hechos, junto a sus amplias lecturas y acciones políticas, se convirtió en la personalidad política más importante del siglo XX dominicano, según la historiadora y talentosa profesora Carmen Durán. Su asesinato, junto a sus hermanas Patria y María Teresa, en 1960, marcó un hito en la historia, transformándolas en "Las Mariposas", símbolo de resistencia que el régimen trujillista no pudo resistir; como escribió el poeta Dr. Pedro Mir, ya que al tirano lo ajusticiaron en 1961.
Estas reales historias humanas todavía influyen: en República Dominicana existe una ley que castiga promover las actividades trujillistas; y en España, en estos días, la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica solicitó al gobierno español sacar los restos del tirano Trujillo del cementerio donde reposan.
¡Abajo los regímenes dictatoriales y autoritarios! ¡A aplicar con severidad las leyes sobre la violencia contra la mujer! ¡Que viva nuestra patria libre y soberana!
** Este artículo puede ser escuchado en audio en Spotify en el podcast Diario de una Pandemia por William Galván