¿Quién soy? ¿Quién eres? La respuesta no siempre es fácil. Por supuesto, hay dimensiones de nuestra vida que conocemos bien, otras se encuentran como escondidas, tal vez como un mecanismo de defensa frente a nosotros mismos. La época actual contribuye a ese aislamiento que nos impide conocernos profundamente.
Parecería un contrasentido que, con todo el desarrollo de la comunicación y las redes sociales, los humanos hoy nos encontremos más solos. Los estilos de vida que hemos ido desarrollando nos aíslan, nos vuelven esquivos, impidiéndonos incluso el reconocimiento del otro en nuestras vidas como en los logros alcanzados.
En la vida personal y en el mundo laboral se repite una y otra vez este drama; como consecuencia, se pierde muchas veces el sentido y el significado de nuestras vidas vinculadas a los demás. La “soledad involuntaria” y “autoimpuesta”, crece y con ella nos adentramos en un mundo de soledad que pone en cuestión la salud mental.
Esta es parte de las razones que se vienen verificando en el mundo y que ha llevado a la Organización Mundial de la Salud a declarar la salud mental como de alta prioridad. Se señala incluso que los trastornos de salud mental aumentan el riesgo de otras enfermedades y contribuyen a lesiones intencionales o no.
Un tema que se ha convertido en un verdadero problema de salud pública es el que tiene que ver con las adicciones y no solo de drogas u otras sustancias, lo que ha visto un incremento significativo como los trastornos que ocasiona, sino incluso otras, como es la nueva adición de la época, las pantallas y los videojuegos.
No son pocos los estudiantes que admiten pasarse largas horas sentados frente a una pantalla jugando el videojuego de la ocasión. Algunos llegan a poner en riesgos sus estudios y aunque muestran cierta preocupación admiten lo difícil que les resulta abandonar dicha práctica, se han hecho adictos.
Quizás sea importante traer a colación el porcentaje de jóvenes escolarizados dominicanos que en el estudio PISA 2022 señalaron sentirse solos (26%) y un 31% sentirse extraño o excluido de las cosas en la escuela. A esta información añádale que un 17% de estos mismos estudiantes decían no sentirse satisfechos con su vida.
¿Qué hacer frente a este drama de soledad involuntaria o autoimpuesta en que viven muchas personas, sobre todo jóvenes? ¿Cómo poder ayudar y contribuir con un conocimiento más profundo y adecuado que les permita tomar mejores decisiones de vida y con ello, un mejor bienestar y salud mental? El reto es importante.
Las familias como las escuelas deben sentarse a pensar en esta situación y junto con estos mismos jóvenes buscar soluciones que les permita tomar mayor control de sus propias vidas. No son solo prohibiciones lo que se requiere sino una toma de conciencia de los riesgos que esto supone y de ahí generar actitudes favorables.
Los psicólogos Joseph Luft y Harry Ingham, hacia los años cincuenta, desarrollaron una herramienta desde el enfoque cognitivo de la psicología conocida como la Ventana de Johari que en su aplicación puede ser muy útil para mejorar el conocimiento de nosotros mismos y con ello, aprender a tomar control de nuestras vidas.
Dicha herramienta se fundamenta en el concepto de espacio interpersonal, el cual se divide en cuatro áreas o cuadrantes, según la información que se tiene y su procedencia: Un área pública (conocida por ti y los demás); un área ciega (conocida por los demás, más no por ti); un área oculta (lo que sé de mí y no comparto) y un área desconocida (nadie, incluso la propia persona sabe acerca de ella).
De manera gráfica se nos presenta de la manera siguiente:
La primera columna como la primera fila contiene las áreas de conocimiento que tienes sobre ti, en cambio la segunda columna como la segunda fila aquellas cosas desconocidas. La dimensión de cualesquiera de estas áreas afectará, por supuesto, las demás. Así, un área pública amplia en el sentido horizontal y vertical supone una persona “transparente”, que posiblemente muy poco tiene de desconocido para sí y los demás. Tendrá una vida más sosegada, pues muy poco está oculto para si o los demás.
Cada ser humano construye un relato acerca de sí y su propia vida. Tal narrativa tendrá aspectos que son la expresión de cualesquiera de estos cuadrantes. Habrán “cosas” conocidas por los demás y la propia persona, como también desconocidas para ambos. Otras serán solo conocidas por ella o solo conocidas por los demás.
Todo lo contrario, acontecerá en una persona con un área desconocida muy amplia con respecto a sí mismo y por los demás.
Los orientadores y psicólogos de las escuelas, junto con las familias y los propios estudiantes, pueden contribuir para que estos jóvenes construyan narrativas positivas, rescatando aquellos aspectos de la vida que contribuyan con ello. De esta manera, estos jóvenes pueden tener la oportunidad de mirar de manera positiva su presente y prefigurar un futuro distinto.
Cómo hacerlo, lo abordaremos más adelante.