En la Tercera Conferencia Mundial de Educación Superior celebrada del 18 al 20 de mayo de 2022 en Barcelona, España, se definió una visión renovada de la educación superior en la próxima década. El acontecimiento habrá de “remover” profundamente el modus operandi de las universidades dominicanas y se convierte en tema obligado y urgente de su agenda.

La Conferencia contó con la participación 2.000 participantes en persona, y otros 10.000  de manera virtual, entre ministros, académicos, investigadores, estudiantes, docentes, empresarios, miembros de la sociedad civil y el sector privado en más de 120 mesas redondas y eventos paralelos; 86 charlas sobre Educación Superior y 5 actividades dirigidas por jóvenes.

La Tercera Conferencia Mundial de Educación Superior (WHEC2022), dio un paso más para generar sistemas de educación superior más abiertos, inclusivos, equitativos y colaborativos, capaces de responder a la complejidad y los retos de nuestro tiempo,  mediante la elaboración  de una hoja de ruta global común para la próxima década.

Para elaborar la hoja de ruta de la enseñanza superior de cara a 2030, la Conferencia examinó los siguientes temas: (1) el impacto de la COVID-19 en la educación superior; (2) la educación superior y los Objetivos de Desarrollo Sostenible; (3) la inclusión; (4) la calidad y la relevancia de los programas; (5) la movilidad académica; (6) la gobernanza; (7) el financiamiento; (8) la producción de datos y conocimientos; (9) la cooperación internacional; y (10) el futuro de la educación superior.

En todo el mundo hay 235 millones de estudiantes matriculados en la enseñanza superior, una cifra que se ha duplicado poderosamente en los últimos veinte años y que volverá a duplicarse en la próxima década.

De esta población, Asia oriental y sudoriental, América Latina y el Caribe tienen entre el 40% y el 50% del grupo de edad matriculado en la enseñanza superior. En Asia central y meridional la cifra es sólo del 25%. Y la cifra se reduce al 9% en el África subsahariana.

El Consejo Internacional para la Ciencia (ICS), la Asociación Internacional de Universidades (IAU) son algunos de los socios de la Conferencia, así como la Red Global de Universidades para la Innovación (GUNi/ACUP) y la Asociación Catalana de Universidades Públicas.

Durante la conferencia, el Grupo de Expertos sobre las Universidades y la Agenda 2030, creado por la UNESCO y la Universidad de Bergen (Noruega),  presentó el informe “Acciones impulsadas por el conocimiento: Transformar la educación superior para la sostenibilidad mundial”. Sus tres temas principales – superar los límites disciplinarios, promover una base de conocimientos verdaderamente global en favor de los ODS y ampliar las alianzas con la sociedad civil – fueron abordados a lo largo de la Conferencia.

En la clausura de la Conferencia, la Sra. Stefania Giannini, Subdirectora General de Educación de la UNESCO, presentó una hoja de ruta titulada “Más allá de los límites: Nuevas formas de reinventar la educación superior”, en la que se exponen los principios clave y las transiciones necesarias para reorientar la educación superior en la próxima década.

El documento se guía por dos marcos con plazos diferentes: la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y la iniciativa Futuros de la Educación con la mirada puesta en 2050.

Asimismo, establece los principios clave que deben orientar esta transformación y que abarcan la inclusión y la diversidad; la protección de la libertad académica; la integridad y la ética y el compromiso con la sostenibilidad y la responsabilidad social.

Señala, además, las transiciones para favorecer enfoques más transdisciplinarios, flexibles y sostenibles del aprendizaje y el conocimiento que respondan a las necesidades de la sociedad, y que pongan la tecnología al servicio de la eficacia, el aprendizaje y la investigación.

Las universidades e instituciones de educación superior del país deberán sintonizar seriamente sus agendas con las visiones y compromisos emanados de la reciente Conferencia Mundial de Educación Superior de la UNESCO. No hacerlo solo conduce a un solipsismo académico insular.  ¡El cambio urgente es un imperativo ético!