La docencia es una profesión compleja, que exige a los que la van a ejercer determinadas competencias, pues para enseñar no basta obtener una plaza y dominar la materia a impartir, también es necesario contar con las competencias que permitan un desempeño adecuado en el rol de docente. Es común que al referirse a la docencia se mencionen métodos de enseñanza, recursos didácticos, actualización en técnicas pedagógicas y psicológicas, entre otras. Por eso, numerosos estudios demuestran que muchos docentes que no cuentan con las competencias profesionales adecuadas tienen un desempeño más bajo frente a su grupo de estudiantes. El desarrollo de estas permitirá que fortalezca su perfil profesional y mejore su desempeño en el aula. Además, un buen profesor se preocupa por conocer lo más básico de sus alumnos, es decir, su nombre, gustos, virtudes, inquietudes, proyectos, etc. Esta información le servirá para diseñar clases, actividades y tareas que despierten el interés de cada uno de sus estudiantes. La buena práctica docente alienta el contacto con los estudiantes; enfatiza la cooperación entre ellos; y señala que los buenos maestros fomentan el aprendizaje activo; y ofrece una adecuada retroalimentación sobre el aprendizaje.

De ahí que la enseñanza de calidad requiere de docentes que posean competencias como las que se describen a continuación:

  1. Pasión por la enseñanza. Los mejores docentes tienen una pasión genuina por educar y ayudar a sus estudiantes a alcanzar su máximo potencial. Esta pasión se refleja en su entusiasmo por la materia que enseñan y en su compromiso con el éxito de sus estudiantes.
  2. Conocimiento profundo de los temas a enseñar. Los mejores docentes tienen un conocimiento profundo y actualizado sobre los temas que enseñan. Están constantemente actualizando sus habilidades y conocimientos para proporcionar a sus estudiantes la mejor educación posible.
  3. Habilidad para motivar e inspirar. Los mejores docentes son capaces de motivar y inspirar a sus estudiantes, haciéndoles ver la relevancia y el valor del aprendizaje. Utilizan diferentes estrategias para mantener el interés de los estudiantes y fomentar un ambiente de aprendizaje positivo.
  4. Empatía y comprensión. Los mejores docentes tienen empatía y comprensión hacia las necesidades individuales de sus estudiantes. Son capaces de adaptar su enfoque de la enseñanza para satisfacer las necesidades de cada estudiante y brindarle apoyo cuando es necesario.
  5. Habilidad para comunicarse efectivamente. Los mejores docentes son excelentes comunicadores. Son claros y concisos al explicar conceptos difíciles y fomentan la participación de los estudiantes.
  6. Creatividad y flexibilidad. Los mejores docentes son creativos y flexibles en su enfoque de la enseñanza. Son capaces de adaptarse a diferentes estilos de aprendizaje y encontrar nuevas formas de transmitir información de manera efectiva.
  7. Actitud positiva y optimismo. Los mejores docentes tienen una actitud positiva y optimista que inspira a sus estudiantes a esforzarse y tener éxito. Son capaces de mantener la calma y el enfoque incluso en situaciones difíciles.
  8. Carisma. Muy relacionado con la creatividad, la energía y el don de la palabra está el carisma. Un profesor con carisma es aquel que es capaz de cautivar y retener la atención de sus alumnos cuando explica algo, dejándoles con deseos de saber más.
  9. Recicla sus conocimientos constantemente. Un buen docente quiere siempre mejorar y reciclar constantemente sus conocimientos para pulir sus habilidadesy ser un mejor profesor para dejar huellas en sus estudiantes.
  10. Paciencia. Todos los alumnos no aprenden a la misma velocidad y pasan por situaciones diferentes. Por tanto, comprensión y pacienciason dos cualidades que como docente debes entrenar. Así podrás establecer comunicación con los alumnos para que estos puedan seguir avanzando en su proceso de aprendizaje.

Los docentes que posean estas competencias formarán estudiantes con distintas habilidades que les permitirán actuar adecuadamente en diferentes situaciones, motivados, más seguros de sí mismos y con una capacidad mayor de reflexionar acerca de su práctica. Así como reconocer los aportes que pueden recibir de sus colegas. Además, es importante anotar que estas cualidades pueden variar según el contexto cultural y educativo.