Ya antes había publicado glosarios con diferentes definiciones vernáculas de los significados de ciertos personajes y situaciones características de nuestra cultura y diario vivir. Hoy quisiera abordar los conceptos y realidades de estas tres C, que no son las tres Rs del reciclaje, sino las C de compañeros, contrincantes y ciudadanos. Y esto viene a cuento por la relevancia social y cultural que tiene cada una de estas condiciones para cualquier persona, residente y nacida en esta desdichada isla, de este lado de donde sale el sol.
Compañero, según el diccionario de la lengua española, es “cada uno de los individuos de que se compone un cuerpo o una comunidad, como un cabildo, o un colegio”. Es también la “persona que tiene o corre la misma suerte o fortuna con otra”. Pero para el argot y la vivencia cultural dominicana, el compañero es un afiliado a determinado partido político cuya lealtad se caracteriza principal y primordialmente por la connivencia y la complicidad con lo mal hecho en beneficio de la jerarquía, de arriba abajo de la organización de compañeros. Es la persona que se aprovecha del poder conferido por su capacidad para la toma de decisiones estatales para ejercer el abuso de poder, para tomar decisiones en beneficio solamente de sus compañeros y no de los indefensos ciudadanos que tienen derechos, supuestamente, pero que no son reconocidos porque no arriaron borregos al voto, bajo la promesa de una prebenda sin tener la certeza de poder cumplirla.
Contrincante, según el diccionario de la lengua española, es la “persona que pretende algo en competencia con otra u otras”. Es “cada una de las personas que forman parte de una misma trinca en las oposiciones”. De nuevo al argot popular, los contrincantes son los del partido opuesto al que en un momento dado está en el poder, al que tiene la Ñoña, al que domina las posiciones estatales, la toma las decisiones, se envalentona y ejerce el abuso de poder en tanto el Estado le confiere esa potestad, no para abusar de su posición, como lo hace, sino, como debe ser, pero no es, para ejercer funciones para el bienestar público. En su caso, el contrincante del partido contrario, el que no tiene o ha perdido la ñoña, como ocurre ahora mismo con los del partido de la dictadura de la corrupción morada, hacen cualquier cosa en contra del partido y la comunidad de compañeros y ciudadanos con tal de que las cosas salgan mal en la gestión pública para desacreditar y conseguir acceder al poder, no para hacer algo bien en favor de la comunidad, sino para beneficiarse ellos de tener la ñoña.
Ciudadano, según el diccionario de la lengua española es la “persona considerada como miembro ACTIVO de un Estado, TITULAR DE DERECHOS y sometido a las leyes”. En el argot y las vivencias culturales dominicanas el ciudadano, aunque es muy raro que las personas no se hallen vinculadas a un partido político porque esa organización sociocultural forma parte de la herencia histórica de la repartición de esclavizados entre los colonizadores y su condición de dependientes en su vida y manutención del colono o cliente de turno. Y ya una vez terminada la idea de que somos colonizados y esclavizados, entonces quedamos repartidos, y los que quedan fuera del ahijamiento de algún colonizador-cliente no tienen forma de acceso a los favores y condición de manutención, en tanto devuelva o no, el pago por el favor prestado, que de nuevo, será siempre la connivencia y la complicidad. Que hablar de ejercicio de derechos es imposible e impensable, porque la figura del derecho humano no existe en la mente del dominicano, sino solamente la del favor que se le hace y que debe.
Me parece que la importancia de esta reflexión sobre lo nítidamente observable en la dinámica sociocultural y económica de nuestra sociedad, es que se encuentra cada vez más lejos la institucionalidad democrática, el ejercicio de los derechos ciudadanos, el tan mentado Estado de Derechos que no existe y no existirá jamás en nuestra sociedad, mientras celebremos y usemos en nuestro beneficio personal, o de estos grupos de compañeros y contrincantes, esta diabólica organización sociocultural. Se habla de que el dominicano es solidario, que tiene una alta fe cristiana, lo que nos aporta una cuarta C, la de cristianos. Si fuera verdad que fuéramos realmente cristianos, ¿en verdad seríamos tan eminentemente egoístas? Solo era un intento de reflexionar en voz alta. Ojalá que sirva de algo.