La idea era continuar con el estudio y las enseñanzas sobre África, en este caso la maravillosa isla de Madagascar. Pero la fecha del 14 de junio no es sustituible, así que debido a los acontecimientos que han transcurrido, nos referiremos a algunas reflexiones, que más que eso, me parece que deben ser demandas ciudadanas muy atendibles.

De manera que vemos que en esta semana ha transcurrido el 14 de junio, fecha indeleble en la memoria histórica del pueblo dominicano. Ese día del año de 1959 bajaban por los cielos de Constanza y las playas de Maimón y Estero Hondo, los argonautas del decoro en otro intento más por terminar con la tiranía que ya rondaba los 30 años.

Libertad y democracia son, fueron, los anhelos y los símbolos más difundidos sobre los objetivos de alcanzar por el sacrificio de la gesta heroica, pero por alguna razón, al día de hoy, 64 años después, se hubo de esperar a que el narcotráfico y el crimen organizado le amenazaran a la procuradora general de la República para ponerle un freno a sus actividades delictivas y criminales. ¿Qué ha ocurrido al día de hoy para que semejante fenómeno llegue a verse, o es que los anhelos de libertad y democracia también los incluía a ellos?

Sacrificio por libertad y democracia para que el nieto del tirano, promueva su tenebroso y de trágicas memorias apellido, como si el dolor de las víctimas y la memoria de los héroes fuera algo que las disposiciones de la JCE pudieran borrar de un plumazo, para que además encuentre vigencia entre nuestros arduos esfuerzos por recuperar lo que tanto sigue costando luego de 31+24+20 años de tiranía. Porque deberíamos dejar de personalizar, deberíamos poder entender que la tiranía no era Trujillo. Trujillo solo era el malvado despiadado que tenía la capacidad y la sangre fría de utilizar sus grupos de personas para asesinar, para adueñarse de todo, pero para el control férreo y el saqueo de todo lo que producíamos, estaba su aparato de Estado, con los que se repartía, y que quedó inamovible luego del 30 de mayo de 1961, luego del 25 de septiembre de 1963 y del 28 de abril de 1965, para reinstaurarse en 1966 y más tarde recomponerse con el nefasto Pacto Patriótico de 1996.

La libertad y la democracia se hizo espacio conseguido luego de decapitada la tiranía por la fuerza, la bravura, la valentía y valor denodado con que se enfrentó al tirano y su aparato represivo, pero las fuerzas fueron desiguales, de manera que tuvieron que ceder para no perder la plaza.  Así digo yo, por la influencia que tuvo el triunfo de la Revolución Cubana en el devenir de los acontecimientos de la resistencia a nuestra tiranía, que bueno, el que no quiera reconocer todo lo que estaba en juego en aquella cruenta lucha, está en su derecho, pero los datos históricos están ahí.

Gracias a este espacio de libertad y democracia se pudo desarrollar con cierta holgura económica y social en nuestra sociedad un sector de clase media, y abrir espacios de oportunidades sociales y de derechos, que no han llegado a otros sectores de nuestra sociedad. No es posible no reconocerlo. Existen dificultades de acceso a los derechos ciudadanos que les corresponden a todos, en el supuesto Estado de Derecho en que vivimos, que provocan los deficientes niveles de educación para los estudiantes de las escuelas públicas, violencia y problemáticas familiares incluidas, esto es, a los que no pueden pagarse una educación de calidad, que les oferte un buen empleo y la posibilidad de mejorar su calidad de vida. Estos derechos no pueden ser ofrecidos como un favor que se les hace a los ciudadanos excluidos y discriminados, y esa es la visión del dominicano de clase media. Esta visión es lo que yo sugiero debe ser revisada, su origen en la mentalidad ciudadana, su desenvolvimiento y dinámica social que origina, posiblemente, paternalismo y clientelismo, dependencia a las dádivas y los favores, así como su posible proceso de corrección, que no sería posible sin ese reconocimiento.

La libertad y la democracia del final de la tiranía no ha alcanzado los campos dominicanos. Muchos ciudadanos dominicanos, que viven supuestamente en un Estado de Derecho deben migrar a las ciudades, o al extranjero, sea a Estados Unidos, a Europa o Latinoamérica. En las ciudades a vivir en condiciones de vulnerabilidad, inseguridad, hacinamiento y falta de servicios públicos, o irse a los EEUU, donde la juventud se dedica al narcotráfico, como vimos fue el caso del joven al que le mataron su hijo pequeño en un supuesto asalto, que al final resultó un ajuste de cuentas. Lo que da cuenta, y es otro de los problemas que tenemos, de la descomposición social y la degradación de los valores morales con los cuales, al menos hasta mi generación, nos formaron en nuestras familias. Ahora no, ahora todo se vale por el dinero, por el status y por el tener. Y no creo que esto forme parte de la libertad y la democracia por la cual se ha derramado tanta sangre, se ha sufrido represión y exilio.

Yo no sé si es para defender o encubrir las redes sociales que simbólicamente nos han servido para el ascenso luego de los últimos 20 años en que los antivalores y el “se vale todo” se ha hecho la norma de vida en nuestra sociedad, promovida, por cierto, desde fuera, desde los centros de poder interno y en el país más adorado e idolatrado por los dominicanos, los Estados Unidos, que fueron el soporte, y lo siguen siendo, de la tiranía trujillista, y no trujillista, que vivimos hasta hoy, en una dinámica de tira y hala en la que las diferentes fuerzas en conflicto de nuestra sociedad presente, han llegado a entenderse muy bien, recuérdese la memorable manifestación de la Plaza de la Bandera y sus resultados electorales, lo que ha provocado el buen posicionamiento de la clase media, mientras están seguros los chelitos para tranquilizar a los de Plan Social y las dádivas siempre necesarias que acallen el clamor donde la libertad y la democracia no alcanza a llegar.

En el acto de conmemoración se leyó la Proclama del Programa Mínimo que traían los expedicionarios en sus mochilas. Todos sabemos que ha quedado inconcluso. Y la pregunta es, qué estamos dispuestos a aportar para que luego de tantas conmemoraciones, valoraciones y recordatorios del sacrificio, sus reclamos sean atendidos. Porque de lo contrario, se entenderá que el mango de la sartén siempre se ha quedado en la misma mano, y que no importa cuál sea el, o los apellidos, de los que lo sostienen, los reclamos de libertad y democracia reales que trajeron los expedicionarios en sus mochilas seguirán siendo una quimera.