La pandemia hizo estragos en el turismo mundial. Inicialmente, lo redujeron las restricciones de viaje y los protocolos sanitarios, generando una enorme demanda contenida por los viajes. Pero a partir del 2023 esa demanda se ha trocado en enormes marejadas de turistas en casi todos los destinos. En algunos ha provocado medidas drásticas de contención del turismo y nosotros debemos evitar que aquí se desarrolle la turismofobia en la población.
Las oleadas de turistas están teniendo impactos diversos en diferentes destinos. En Japón, por ejemplo, la llegada de tres millones de turistas en el mes de marzo y la avalancha que no para, han llevado a establecer precios diferentes para residentes y turistas. (Hasta una cadena de restaurantes no abrirá tiendas donde no haya turistas.) “El enorme flujo de visitantes también tiene su reverso. Por ejemplo, en Kioto se ha decidido prohibir el acceso a ciertas vías privadas de Gion, el mítico barrio de las geishas, debido a la masificación de gente queriendo hacerse fotos con ellas. Además, este verano se aplicará un tope diario de visitas para subir al Monte Fuji y habrá que pagar 2.000 yenes por el acceso.”
En Islandia, por otro lado, la afluencia de turistas es tal que el pais ha decidido reducirla con impuestos. La prioridad para su primer ministro “es garantizar que el sector turístico crezca en sintonía tanto con la sociedad como con la naturaleza. Con ese propósito el Gobierno trabaja en su propio “balance de sostenibilidad”. Mientras, en toda Europa se anticipa una colosal afluencia de turistas para este año. CNN reporta que “los sitios famosos están aumentando sus tarifas de entrada. Las habitaciones de hotel son como polvo de oro. Y el dólar ha caído frente a la libra esterlina y el euro. Además, está el pequeño asunto de las multitudes. Ha habido un aumento sustancial de la demanda del año pasado.”
Las reacciones a la masificación turística son notables en algunos destinos españoles. Por ejemplo, en Barcelona “hay un plan urbanístico que regula todos los alojamientos turísticos (hoteles, pensiones o viviendas) y ya no permiten construir más hoteles. El Ayuntamiento ha anunciado que no concederá más licencias para uso turístico a viviendas residenciales y no renovará las existentes. “Esto significa que en 2029 los 10.101 pisos turísticos que hay en la ciudad perderán esa condición y no habrá vivienda turística.” Y para evitar que los turistas colapsen una línea de autobús la borraran de Google Maps.
En Mallorca, la mayor de las Islas Baleares, se ha prohibido desarrollar más hoteles y los residentes han escenificado protestas en las playas contra la saturación turística. En adición, han limitado el número de cruceros que la visitan y los hoteleros están pidiendo a los residentes que reduzcan los viajes en coche para descongestionar las carreteras. Similares protestas contra el turismo masivo se han registrado en Canarias, donde los residentes se quejaron en una manifestación de 60,000 personas en abril pasado por los bajos salarios y el avasallamiento de 16 millones de turistas en 2023. La presión turística ha obligado a los trabajadores a vivir en autocaravanas por el auge del alquiler vacacional. En Málaga tambien se ha generado una manifestación de repudio al turismo masivo y los residentes del Casco Viejo de Pamplona han protestado porque el turismo los está expulsando. Mientras, por similares razones Valencia está limitando a 25 turistas el número que pueden ser manejados por los guías.
Varias otras ciudades europeas están reaccionando de igual forma. Basta con mencionar los casos de Venecia y Amsterdam para advertir que la saturación turística está teniendo efectos muy negativos. En Venecia, por ejemplo, decidieron cobrar 5 euros a los turistas que quieran visitar la ciudad, la cual está perdiendo poblacion precisamente por la afluencia masiva de turistas. Hace apenas dos años Venecia tambien prohibió la entrada de cruceros a su casco histórico. Mientras, Amsterdam ha prohibido el desarrollo de nuevos hoteles y tambien ha prohibido los cruceros y fumar marijuana al aire libre.
La masificación turística es ya una categoría de atención de los medios. CNN Travel, Condé Nast Traveler y Fodor´s, tres publicaciones que sirven de referencia para miles de viajeros, han identificado algunos destinos que experimentan actualmente graves problemas derivados de la masificación turística: Venecia, Atenas, Monte Fuji, Barcelona o Ámsterdam son algunos. CNN Travel, por ejemplo, ofrece varias recomendaciones para evitar las aglomeraciones si finalmente se decide viajar a una serie de lugares. En cambio, Condé Nast Traveler habla de "los destinos que no deberías visitar en 2024".
Frente a los impactos de la saturación turística se ha generado, en años recientes, el término “turismofobia” para describir “el temor, rechazo o repulsión que sienten los ciudadanos de un destino turístico hacia los propios turistas”. Tal reacción se debe a los problemas causados por la masificación turística: contaminación, largas filas, alto tráfico, aumento de los precios de la comida, alquileres o cambios culturales. Ya se ha reportado que algunos residentes del Centro Histórico de Santo Domingo están reaccionando así, lo cual sugiere que es tiempo de administrar el flujo de turistas para evitar los problemas asociados.
En Mexico ya se advierte el problema de la turismofobia. “En sitios como la Acrópolis de Atenas, en Grecia, o Machu Picchu, en Perú, ya se está regulando la afluencia de visitantes a partir de un análisis de la capacidad de carga turística del lugar, la cual posibilite su mantenimiento y conservación.” “Otra medida es quitarles presión a los destinos turísticos que tienen una gran concentración de visitantes, dirigiéndolos a zonas más o menos cercanas, con lo cual los beneficios que trae el turismo se podrían redistribuir mejor.” “La disyuntiva es sacrificar a las comunidades locales ante el turismo o encontrar mecanismos que permitan un equilibrio entre los intereses de éstas y los visitantes”.
En nuestro destino no resulta prematuro auscultar el panorama para tomar medidas cautelares. Lo más prioritario sería un análisis de la capacidad de carga del Centro Histórico de Santo Domingo porque ya recibe más de un millón de turistas extranjeros y atraerá mucho más una vez se reactive el flujo de cruceros y tengamos un centro de convenciones. En segundo lugar, esta Puerto Plata, acosada como ahora se encuentra por la masiva visitación de cruceristas. No hace mucho atracaron cinco cruceros en Taino Bay el mismo día.
El MITUR debe atender los problemas de la saturación turística antes de que se desarrolle aquí la turismofobia. (Jamaica y Bahamas ya son famosos por el desdén de la población hacia los turistas.) Por suerte, el MITUR está desarrollando una “estrategia integral de sostenibilidad” y en ese ejercicio se deben abordar estos temas. Tal vez a la pandemia debemos agradecer que tengamos que preocuparnos sobre este asunto.