La problemática de la lectura sigue siendo hoy el punto de partida de las nuevas investigaciones neurocientíficas en torno a las capacidades (competencias) y realizaciones en el plano de la comprensión humana y el comportamiento enunciativo. El lector de textos asiste actualmente a ciertos retos impuestos por el avance tecnológico y por la complejidad de los mecanismos informativos y comunicativos de la actual “sociedad del conocimiento”. Se trata, pues, de un tipo de representación y proyección que involucra el empleo de nuevas máquinas, modos y fórmulas productoras de conocimiento, efectos de lectura, relaciones multicompresivas y cognitivas.
Tanto en psicolingüística, psicopedagogía como en matemáticas aplicadas, las ciencias del control y la información, asistimos hoy a una transformación del sujeto humano en sus vertientes sociales y direccionales, pues se trata de que dicho sujeto debe estar implicado en su propio proceso de interpretación, comprensión y producción de conocimientos a través de la lengua y sus realizaciones discursivas en el marco de lo social.
La noción de cerebro es por eso importante en la organización y funcionamiento de los conocimientos, pues la misma es reguladora de todos los mecanismos y particularidades de la acción en una sociedad que, al parecer de los expertos en crecimiento humano, se desarrolla cada día más. La relación cerebro-lenguaje-sociedad es por necesidad un punto de partida para todo hecho decisional; y para todo hecho a partir del cual el sujeto puede incorporar y aplicar su experiencia humana formativa, pero sobre todo su propio “mundo” cualificado, ordenado, y particularizado por su hacer.
A través de la relación cerebro-lenguaje, el hombre se vuelve participativo y puede interactuar capacitándose y utilizar o poner a prueba sus competencias al interior de su medio social. El sujeto humano obedece hoy a un plan y a una estrategia lingüística informativa. Leer enunciados significa para él ligarse a las redes o cadenas comportamentales y accionales que le permiten vivir y procesar la realidad misma.
El procesamiento de la información que es un capítulo muy importante en la puesta en marcha y la elaboración de los conocimientos, forma parte de la relación cerebro-lenguaje, proceso-lenguaje y cuerpo-lenguaje. Dichas relaciones, de la que depende el procesamiento de la información, produce las probables acciones del sujeto humano, habida cuenta de una cualidad potencial que se da en la persona construida como miembro activo de la sociedad.
Así, podemos elegir a partir de la perspectiva antes mencionada las siguientes situaciones:
a) El sujeto A | b) El sujeto B |
Se relaciona con B | B acepta |
Actúa a favor de B | B acepta |
Es amiga de B | B acepta |
Le proporciona a B | B acepta |
Le presenta a B | B acepta |
Quiere convencer a B | B acepta |
Le indica a B | B acepta |
Le sugiere a B | B acepta |
Trata de incorporar a B | B acepta |
Le soluciona un problema a B | B acepta |
Le hace un préstamo a B | B acepta |
El recorrido lógico de esta situación se fundamenta en la acción-aceptación que se produce en dos sujetos socializados a través del lenguaje o mejor dicho, a través de la función y relación cerebro-lenguaje. La aceptabilidad de B no implica ese solo hecho. B puede, si así lo desea, rechazar, además, cualquier propuesta de A. Ambos pueden, si así lo planifican, incorporar en el proceso de comunicación otras experiencias, otros datos y de esta manera producir otros efectos dialógicos de comprensión.
Lo que queremos señalar es, que, desde el punto de vista enunciativo y pragmático, el individuo social puede producir relatos particulares y planificar formas de competencia y comunicación que normalmente suelen ser complejas o simples. Veamos la siguiente situación contraria a la anterior.
a) Sujeto A | Sujeto B |
A le propone a B | B no acepta |
A le pide a B | B no acepta |
A le indica a B | B no quiere |
A le obliga a B | B rechaza |
A le pide a B | B no acepta |
A le proporciona a B | B rechaza |
Indudablemente entre la situación A y la situación B de este ejemplo existe una diferencia que estriba en la afirmación y la negación enunciativa donde el verbo se impone como potencia enunciadora y accional. Aceptabilidad y rechazo conforman ambas escenas comunicativas, a partir de las cuales se puede argumentar la existencia de dos vertientes de procesamiento informativo y actos verbales modales, esto es, dos formas de operar en el mundo social. Ambas dependen de la relación cerebro-lenguaje-realidad, y además, de las capacidades del sujeto expresadas en la acción social. (Ver, en este sentido, el campo intelectual de una pragmática filosófica del lenguaje, la investigación, el descubrimiento y el conocimiento científico en Karl R. Popper (1974, 1963, 1972,1977).