Apreciado JUAN: El mundo es votivo, se circunscribe al misterio y, sin embargo, lo negamos. El mundo es de estímulos; es un ánfora bella, de inquietudes particulares y de palpitaciones que revelan lo figurado como secreto. A una edad, desde el santuario del mundo interior, hay quienes se hacen profetas (y tú lo sabes), y se aíslan para conversar con el absoluto. Unos, se aproximan de manera total a su vuelta al origen, el origen del polvo, de la arcilla y, son esos los que agrietan las conciencias porque han excavado la representación de lo corpóreo para relatarnos recuerdos, antiguas ejecuciones de figuras abstractas que no pudieron ser talladas en las piedras, y que solo pueden ser traídas de vueltas al presente cuando el ánfora custodiada (y tú lo sabes) la colocan de frente a ellos para conocer lo que guarda dentro.
Te conozco un creador que habita este plano sólo desde tus sentidos y el instante. Eres el mismo que profiriendo gritos y exclamaciones con la voz muy en alto, te reconozco llegado en el navío del tiempo cuando los planos del ahora y el después, reconocen a la esencia, legitiman a la luz, se reencontraron con las sombras y hacen posible que la inspiración profética franquee a la evidencia. Es, JUAN, la evidencia telúrica, tuya, de la razón y la sin-razón; la evidencia de la energía en su desdoblamiento y desbordamiento.
Desde siempre, los creadores auténticos (como tú, y tú lo sabes) son custodias de oráculos y profecías. No es casual que la materia, la cierta, la designada tierra, agua, fuego, sean compatibles con tus inspiraciones. Por eso, cada obra es la de un comunicante/creador y, es, a veces, un delirio o una elegía; un estado de excitación, una poética del saber, un refugio, un accidente de la hipnosis.
Eres el creador que nombro JUAN, un exégeta voluntario, porque eres quien interpreta los santuarios desde los cuales podremos hacernos las preguntas (a contestar) sobre la creíble o no creíble, sobre la «materia bruta», sobre lo temerario que es dudar, sobre lo que se puede fraguar con testimonios fastuosos, sobre la coalición de lo inútil y la utilidad de las cosas.
Es MAYÍ quien interroga a sus preocupaciones, quien sin equívocos va haciendo un «entonces» que lo enoja, que lo irrita, pero que lo calma a la vez. Ese «entonces» es tu coloquio con el origen, con la gratuidad del origen, con lo previsto desde la victoria única que tenemos que, es la vida/existencia.
«CAUSAS» [1] es la conjunción de JUAN MAYÍ [2] con transmutación, con el emplazamiento del ser con sus distintos ropajes. JUAN MAYÍ hizo los rituales posibles y necesarios para hacer nacer desde lo puro, lo que el olvido nos arrancó al nacer: las causas de las ofrendas, las causas de este viaje sideral, las causas de reclamar la eternidad (sin tener derecho a ella), las causas de porqué pretendemos interpretar lo que sentimos, vemos y tocamos; las causas de las trampas del destino; las causas de lo frecuente de nuestra reincidencia a no entender el asombro; las causas de porqué las cuadraturas de un círculo conciernen solo a lo insoluble; las causas de lo fecundo; las causas de cuán ilimitable es lo espiritual; las causas de lo inevitable del final; las causas de las fronteras que las circunstancias hacen imparcialidades o complicidades; las causas de lo comprometido (en ti) con las vicisitudes de la humanidad; las causas de fingir que nos acostumbramos solo a contemplar, actuar o hacer que todo sea relativo; las causas porqué nos perturbamos e imaginamos ser y no-ser, porque no nos damos tiempo suficiente para despertar nuestra sensibilidad; las causas de las enmiendas sobre el karma y los decretos que lanzamos al cosmos infligiéndonos dolor, interpolaciones, revés sobre lo anhelado; las causas descubiertas y no descubiertas sobre lo evidente y sobre lo que predeterminamos.
«CAUSAS» de JUAN MAYÍ es el germen que presenta JUAN, a través de MAYÍ, del lado que él escoge como exégetas para acercarnos a las regiones de sus estados de impaciencia, a veces, para crear sus universos oníricos desde su culto al reencuentro con el ánfora donde su paternidad (dormida) está en alianza con el estallido de su memoria. Es esa ánfora desde la cual traes y extraes lo inusitado, lo que estimas, lo que sabes desde antaño; es donde habita la muchedumbre de tus sueños realizados y por realizar.
JUAN, a través de MAYÍ (pintor, dibujante, instalador), el creador de percepciones, hace de su obra su consulta con los oráculos desde ese santuario (de su casa/taller) donde desenrrolla gruesos papeles para sacudir su yo. Es como si tú fueras el corresponsal de una asamblea de esencias que piden ser parte del presente.
Las esencias (porque son esencias) que traes «a la luz» y que enmarcas para ser mostradas como trazos originales de líneas, o presagios ocularmente con trazos de colores, son los enigmas y enigmáticos testimonios de que hay una fuente de agua/tierra/fuego que se derrama en cada pliego o tela, que aún parezcan estáticos, de manera irrecusable muestran sus significados.
Reconozco la virtud de tus «CAUSAS», lo signos que reconciliaras, el color, los colores que nos dejan atónitos cuando les reserva ser la representación de la fuerza de la dialéctica. Es que tú legislas sobre los eclipses que sufren las almas cuando solo se esbozan exaltadas por sus intentos de tener dominio de la metafísica. Es que tú crees en la quintaesencia, en la ebriedad del entusiasmo cósmico, en el rapto que hace el vuelo de las aves a las creencias y a la majestad del cielo cuando estalla la lluvia. Es que tú. Eres estoico, fuerte, de roca volcánica que retas a la desventura y la haces ventura, doblegando al azar, doblegando al acontecer banal que pretende enmudecernos porque no entienden ni conocen de las «CAUSAS», tus «CAUSAS».
Admiro que sobre la grieta rocosa de este tiempo deshumanizado, donde la atmósfera del desamor suprime los sentidos, tú hicieras advenir tus «CAUSAS», desde tu genialidad, tomando para ti la intuitiva imaginación/creación, la actividad que se agita (que se hace movimiento) para servir al presente con el don de profeta. «CAUSAS» es, el mundo diurno, el mundo en hipnosis, el mundo bajo el efecto del porvenir incierto.
Tus «CAUSAS», JUAN MAYÍ, son tus visiones. No dejes tu santuario. Ayúdanos a curarnos de la catástrofe que es dejar de ser esencia, porque es necesario que continuemos siendo ser.
Siempre, Ylonka
Juan Mayí. Serie Memoria Sígnica. Óleo sobre Lienzo. 203 cm x 203 cm. 2015© Mariano Hernández, 2022.1NOTAS
[1] «CAUSAS». Exposición Antológica cuatro décadas 1980-2020. JUAN MAYÍ. In memoriam a Porfirio Herrera Franco. Abierta al público desde el 5 de mayo en el Museo de Arte Moderno (MAN). Curaduría: Luis Graham Castillo. Museografía: Nelson Ceballos. Iluminación: Ernesto López. Realización del Video Documental sobre el artista: Media & Target. Fotografía: Mariano Hernández. Corrección de Estilo: Ylonka Nacidit-Perdomo y Gala Helena Mayí-Miranda. Diseño y diagramación: Natasha Calderón y Juan Mayí. Impresión: Impresiones Tres Tintas, Srl.
[2] Juan Mayí (San Francisco de Macorís, 1963). El Maestro sensible, revolucionario, crítico, ha alcanzado con su discurso visual en las últimas décadas una reflexión ontológica, desde su autoproclamado espíritu rebelde. Consagrado en 1992 con la Paleta de Oro del Festival Internacional de la Pintura de Cagnes-Sur-Mer, Francia, con más de veinticinco exposiciones individuales y participación en más de cien exposiciones colectivas, concursos de arte, bienales y actividades artísticas y culturales; ganador de distintos premios y distinciones, entre ellos, en el 2007 del Gran Premio de la XXIV Bienal de Artes Visuales que otorga el Museo de Arte Moderno de la República Dominicana, muestra su Retrospectiva de cuatro décadas en este 2022.