La educación, según Alfonso Orantes (1997), “Tiene tres retos: un reto tecnológico, un reto pedagógico y un reto social”. Mientras que para Germán Darío Rodríguez Acevedo (s/f), una de las funciones sociales más importantes de la educación es la de dotar a las nuevas generaciones del repertorio de capacidades que les permitan desempeñarse en la sociedad. Sin embargo, las profundas y vertiginosas transformaciones hacen que la función de la educación se haga extensiva a todos los individuos sin importar edad y sexo.
Los escritores estadounidenses Alvin y Heidi Toffler (1994) indican: […] “vivimos en una sociedad del conocimiento, caracterizada porque la base de la producción son los datos, las imágenes, los símbolos, la ideología, los valores, la cultura, la ciencia y la tecnología”. Sobre estas dos últimas, los expertos consideran que la relación entre ellas es reciproca, porque una utiliza los avances de la otra para llegar a determinado objetivo. En sentido general, la tecnología utiliza el conocimiento que genera la ciencia para mejorar su técnica y la ciencia utiliza la tecnología para llevar a cabo investigaciones más precisas, concretas y efectivas. La Ciencia busca comprender el universo y su funcionamiento, mientras que la Tecnología lo modifica para adaptarlo a las necesidades humanas. De modo que la Ciencia es la fuente del conocimiento y la Tecnología es su manifestación en forma de herramienta útil a los ciudadanos. Ambas se han convertido en inseparables de la vida y el progreso de la sociedad desde hace varias décadas, porque son las bases del progreso de las sociedades y la escuela debe enseñarlas y hacerlas comprensibles a niños, jóvenes y adultos para que cada cual se entienda a sí mismo y a su entorno.
El profesor español Ángel Ferrández Izquierdo de la Universidad de Murcia expresa: “Estamos obligados a implicarnos en un cambio cultural serio y comprometido para colocar la Ciencia y la Tecnología en el lugar que se merecen, pues son las únicas que nos darán las pistas más fiables para entender quiénes somos, de dónde venimos y a dónde vamos”. Los avances en las tecnologías están transformando la forma de concebir el campo de la ciencia, haciendo más necesaria que nunca la apuesta por el talento de los profesionales en este sector. “Cada vez es más necesario que se incremente el número de personas dedicadas a la ciencia, independientemente de su género”. Una de las conclusiones del informe PISA, titulado The ABC of Gender Equality in Education resalta que la capacidad no entiende de género, porque cuando las oportunidades son las mismas, chicos, hombres y mujeres tienen las mismas posibilidades de lograr idénticos resultados académicos.
En la década de los años noventa, the National Science Foundation agrupó las iniciales de las palabras en inglés Science (Ciencias), Technology (Tecnología), Engineering (Ingeniería), Mathematics (Matemáticas), en el acrónimo STEM. Este concepto es una nueva manera de formar, desde edades tempranas, a los niños en estas áreas de conocimiento, con la finalidad de dar respuesta a la necesidad de profesionales en el ámbito científico y tecnológico. La educación STEM surge de la necesidad de construir un conocimiento integrado y coordinado entre diferentes disciplinas para solucionar problemas de la vida real, es decir, interdisciplinar, dentro de un proceso activo. Mediante la resolución de problemas prácticos, el estudiante desarrollará su creatividad y pensamiento crítico para resolverlos. Todo esto dentro de un ambiente colaborativo en el que se genera indagación e investigación, como consecuencia de la búsqueda de respuestas. Tanto en el entorno laboral como social, el término STEM ha cobrado gran relevancia, ya que se refiere a un tipo de educación que integra las disciplinas Ciencias, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas (Montse Soriano, 2021).
Con el desarrollo de la Cuarta Revolución Industrial, la necesidad de contar con personal cada vez más competente en habilidades STEM se ha convertido en una exigencia para las naciones desarrolladas o en vías de desarrollo. Aunque todas las profesiones son importantes, poco a poco se han creado carreras enfocadas en cambios tecnológicos. De ahí que las carreras universitarias del futuro serán aquellas que tengan una visión multidisciplinaria y que tomen en cuenta las herramientas tecnológicas y digitales, pero también que ayuden a que los profesionales cuenten con habilidades como el emprendimiento, la autonomía y la adaptabilidad. Cuando se habla de las carreras o habilidades STEM se refieren a aquellos oficios que son considerados las profesiones del futuro. De manera que las carreras STEM son todas aquellas que incluyen habilidades y conocimientos en cada una de estas disciplinas. Dentro de estas cuatro ramas de conocimiento existe una gran cantidad de carreras técnicas y universitarias. Estas son algunos ejemplos:
Ciencias: Biotecnología, Medicina, Enfermería, Genética, Química, Física, Biología, Astrofísica, Odontología, Psicología, Nanociencias.
Tecnología: ingeniería de Sistemas y Computación, Informática, Telecomunicaciones, Robótica, Software.
Ingeniería: Ingeniería Naval, Ingeniería Civil, de Obras Públicas, Electrónica, Arquitectura, Ingeniería Industrial, Ingeniería Mecánica, Ingeniería Eléctrica.
Matemáticas: Estadística, Matemáticas, Economía, Análisis de Sistemas, Física, Contabilidad.
Además de estas bien conocidas carreras STEM, existen nuevos campos de estudios relacionados con el tratamiento de los datos, la realidad virtual, el Internet de las Cosas (IoT), la bioinformática, la ciberseguridad, la inteligencia artificial, la realidad aumentada, entre otros. Aquí cabe señalar que para estudiar una carrera STEM, se requiere sentir cierta atracción por la ciencia y la tecnología, y contar con aptitudes o habilidades como las siguientes:
Capacidad analítica, necesaria para investigar temas, desarrollar proyectos y extraer conclusiones de los resultados de las investigaciones.
Habilidades matemáticas, que ayudan con cálculos, fórmulas y mediciones, claves en este tipo de carreras.
Habilidades científicas, que facilitan descomponer un sistema complejo en partes más simples, reconocer las relaciones de causa y efecto, y defender las opiniones utilizando hechos.
Habilidades técnicas, para aplicar conocimientos teóricos a la realidad.
Capacidad de colaboración y trabajo en equipo, que permite trabajar con otros profesionales y llevar a buen término un proyecto de trabajo en conjunto.
Creatividad, que permite resolver problemas y desarrollar nuevas ideas.
La formación en Ciencias, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas o STEM hace referencia a la tendencia educativa a formar a futuros profesionales a partir de estas cuatro disciplinas, con un enfoque interdisciplinario, práctico y aplicado. Su intención es generar un nuevo paradigma educativo basándose en la relevancia de la enseñanza de las ciencias en el mundo real y las necesidades de la cuarta revolución industrial (Hom, 2014, citado por Arredondo Trapero, Vázquez Parra y Velázquez Sánchez, 2019).
Algo relevante en la mayoría de los programas o proyectos que procuran fomentar competencias en las áreas STEM es la motivación de atraer a estudiantes de poblaciones vulnerables o insuficientemente representadas, ya que se considera que estas habilidades pueden significar un factor importante para su inclusión económica. Uno de estos sectores es el de estudiantes de sexo femenino, que según datos acerca de la eficiencia terminal de las universidades, son significativamente menos propensas a seguir una carrera universitaria o estudios de especialización enfocados en campos de STEM (Million Women Mentors, 2015, citado por Arredondo Trapero, Vázquez Parra y Velázquez Sánchez, 2019). De acuerdo con la UNESCO, las mujeres representan el 35% de quienes cursan estudios superiores en STEM en el mundo, menos del 30% de los investigadores científicos son mujeres y el 3% de los Premios Nobel en ciencias han sido otorgados a mujeres. Algunas de las ocupaciones STEM con mayores ingresos, como la informática y la ingeniería, tienen los porcentajes más bajos de mujeres trabajadoras.
Se afirma que las disciplinas STEM resultan claves para afrontar algunos de los principales desafíos de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, desde la mejora de la salud y la lucha contra el cambio climático, hasta la igualdad de género a todos los niveles. Su estudio puede proporcionar los conocimientos y habilidades necesarias para crear sociedades inclusivas y sostenibles. La ciencia y la tecnología son vitales para las economías nacionales y, en consecuencia, las habilidades STEM han sido identificadas como necesarias para que un país siga siendo económicamente competitivo. A menudo se afirma que las carreras profesionales en STEM son los empleos del futuro para fomentar el desarrollo sostenible; estas sirven tanto para impulsar la innovación, como el bienestar social y el crecimiento inclusivo. Según datos del Instituto de Estadística de la UNESCO, una persona que trabaja en STEM gana dos tercios más que las personas empleadas en otros campos. Dar a las mujeres igualdad de oportunidades para desarrollar y prosperar en carreras STEM ayuda a reducir la brecha salarial de género, mejora la seguridad económica de las mujeres, garantiza una fuerza de trabajo diversa y talentosa, y evita los sesgos en estos campos y en los productos y servicios elaborados.
Finalmente, la igualdad de género en campos STEM debe ser vista, no únicamente como una cuestión de derechos humanos básicos, sino como un medio fundamental para promover la excelencia científica y tecnológica en Latinoamérica. Pues el desarrollo de la región no puede seguir privándose del potencial que pueden aportar las mujeres. De ahí la importancia de promover y mantener su vinculación con las áreas STEM en los sistemas educativos básicos, universitarios y en los sectores laborales.
Latinoamérica, si pretende reducir la brecha de género, necesita enfocarse en potenciar la variable de conocimiento en disciplinas de STEM en el sistema educativo y universitario e implicar la incorporación de las mujeres en espacios laborales relacionados con estas áreas del conocimiento. Una vez que hayan concluido sus estudios, es importante que se apoyen para que superen las barreras que limitan su incorporación en la vida económica.