En el contexto del análisis de este libro de Bosch donde analiza la relación entre capitalismo, democracia y liberación nacional es oportuno hacer varios comentarios en este año que el PLD celebró los 50 años de su fundación. Existen dos extremos que claramente son falsos: por una parte quienes argumentan que en cierta medida Bosch es responsable de la actuación de altos dirigentes de dicho partido en groseros actos de corrupción en la administración pública, por un lado, y quienes desde el PLD argumentan que en gran medida son fieles al ideario de Bosch cuando fundó esa organización partidaria en el 1973. Inserto mis comentarios en un punto intermedio entre ambos extremos.

Cuando Bosch regresó de Europa en abril del 1970 tenía claro que debía enfrentar los vicios que arrastraba el PRD por la composición pequeñoburguesa de sus dirigentes y una parte de sus bases. La pequeña burguesía, en al análisis de Bosch, tiende a ir a la actividad política como un mecanismo de promoción social y una vez logra llegar a algún puesto del Estado procura enriquecerse con el erario. Es un sector que tiende a engañar en sus discursos debido a la fragilidad de su situación socioeconómica, porque en lo más hondo desea alcanzar el nivel de vida de la burguesía. Carece usualmente de una moralidad personal en el seno de su familia, en su trabajo y por supuesto en la actividad política.

Fruto de esa realidad Bosch considera que se impone un fuerte proceso educativo, el cual comenzó en el PRD, y que en el caso de él tiene como raíz última el ideario hostosiano. A la vez impulsó el fortalecimiento de los órganos del PRD como disciplina esencial para cuando llegaran al control del Estado. Asuntos como la puntualidad, la rendición de cuentas de los fondos partidarios que se les responsabilizaba, el respeto a sus compañeros y dirigentes (un detalle importante era ponerse de pie cuando un dirigente llegaba al lugar donde se encontraban), no difundir chismes, ser fieles a sus esposas y cuidar de su hogar, y la disponibilidad para el servicio del pueblo. Esos mismos valores fueron llevados al PLD de manera más radical.

Al salir del PRD Bosch señaló en varias ocasiones que esa organización al estar plagada de vicios pequeñoburgueses no servía para transformar la sociedad dominicana para su desarrollo. Y en la fundación del PLD, aparte de señalar que lo hacía para completar la obra de los Trinitarios, enfatizaba que era la antítesis del PRD. Para muchos analistas de la época, Bosch erraba al desacreditar al PRD y no dedicar igual o mayor energía en atacar a Balaguer. Incluso divulgaron falsedades como la de que Bosch y Balaguer operaban coordinados. Bosch sabía que mientras Balaguer se apoyaba en los sectores más pobres del país, sobre todo el campesinado, mientras que el PRD medraba en los mismos sectores que el PLD iría a buscar: la pequeña burguesía dominicana. Toda su teoría de la Liberación Nacional descansaba en que los actores más importantes para lograr el cambio de nuestra sociedad era ese sector de clase, pero necesitaba educarse y disciplinarse política y moralmente.

En el caso de las izquierdas, que al llegar al país se ocupó de sacarlas del seno del PRD, por su naturaleza pequeñoburguesa tenía varios de esos vicios y su discurso de lograr una revolución socialista era un quimera que únicamente tenían en su cabeza y que no respondía a un análisis profundo de la realidad dominicana y sus posibilidades de cambio.

El problema es que una vez careció de facultades físicas y mentales para seguir dirigiendo el PLD, proceso que entiendo ocurrió entre el 1992 y el 1995, Bosch dejó de ser el responsable de la marcha del PLD y varios de sus dirigentes tomaron el control del PLD para llegar al poder sin importar sus ideales. En el seno del PLD eso se hizo evidente en el relajamiento de las reuniones, el abandono de la repartición del periódico como mecanismo de disciplina y contacto en el pueblo, y comenzaron a negociar con los sectores conservadores, sobre todo con Balaguer. Eso lo convirtió en una instrumento útil en las intenciones de Balaguer de mantenerse en el poder entre 1994 y 1996, y una vez se bloqueó esa posibilidad pasaron a ser los títeres de la derecha para evitar que el PRD llegara a la presidencia del país con Peña Gómez como candidato. Bosch ya estaba totalmente ausente y no podía impedir ese proceso.

El PLD llega a la presidencia en el 1996 totalmente entregado a Balaguer, y cuando él entendió que no debían continuar más allá del 2000, simplemente les quitó la alfombra de debajo de sus pies, reduciendo su votación en ese año a la cuarta parte de los votos emitidos, Balaguer recuperó su cuota, la otra cuarta parte y el PRD llega al gobierno con casi el 50%. Los dirigentes del PLD “aprendieron” en ese momento que no eran más que un simple recurso del caudillo reformista para decidir quien podía ser presidente o no.

Técnicamente el PLD debía ir a su reducción hasta el extremo cuando dos hechos les dieron oxígeno. El primero fue la muerte de Balaguer que dejó al reformismo en desbandada y el segundo la crisis de Baninter que literalmente tumbó al PRD. El triunfo arrollador de Leonel Fernández en el 2004, ya sin Balaguer como mediador, los llevó a moverse hacia la derecha y ocupar su espacio electoral nacional. A partir de ese momento el PLD se hundió en las costumbres pequeñoburguesas que tanto había tratado de evitar Bosch, y asumieron el ideal de gobernante de Balaguer.

¿Podía Bosch imaginar un escenario así? Creo que sí. Ya que la naturaleza de clase social de ese sector con acceso al Estado desató todos los vicios inimaginables y convirtió como objetivo el permanecer en el poder, no para lograr la liberación nacional, sino para sostener su ascenso hacia los niveles que tenían la burguesía dominicana. Por eso no es de extrañar los volúmenes inmensos de robo a los bienes públicos y las políticas populistas que implementaron.