La República Dominicana organiza las elecciones de 2024. En el mes de febrero del año indicado se realizan las elecciones municipales, por lo cual se presentan candidatos para la funciones de alcaldes y de regidores. En el mes de mayo, se realizan las elecciones presidenciales, de senadores y de diputados. Para ningún dominicano constituye una sorpresa que las actividades preelectorales se desarrollen a lo largo de los cuatro años. Los representantes del gobierno de turno y los representantes de la oposición utilizan estrategias sutiles y explícitas para pasarse el período en plena campaña electoral.
En el largo período de campaña electoral, es necesario que la sociedad se organice, también, para contribuir a la formación política de los ciudadanos. Este proceso formativo es urgente. En el accionar político se introducen, cada vez más, personas interesadas en todo, menos en un ejercicio político decente y favorecedor del desarrollo del país. Algunos ejemplos que dan cuenta de un accionar político al margen de un ejercicio digno son los candidatos comerciantes de bancas ilegales y los que sostienen la candidatura con apoyo económico generado en el lavado de activos.
En este sentido, también se muestran alejados de la decencia política los que utilizan recursos del Estado para incrementar sus bienes en nombre de la actividad política; los que, aliados a empresarios, se convierten en depredadores de los recursos públicos; los que, desde el tráfico de influencia, alcanzan candidaturas sin fundamento. Asimismo, están alejados de la decencia los que al amparo del poder económico y político compran candidaturas y triplican la inversión, sin ningún principio ético; y los que asumen las candidaturas como herencia familiar y exhiben un pensamiento huero.
Los medios de comunicación, las redes sociales, las organizaciones sociales y las instituciones educativas dominicanas están urgidos a establecer alianzas. Han de actuar como una sola fuerza que contribuya al desarrollo de la conciencia crítica de los ciudadanos; y para aportar referentes éticos, intelectuales, morales y sociales que les permitan a los ciudadanos una comprensión de la necesidad de transformar la práctica política en el país. En este siglo XXI, no es plausible legitimar las concepciones y el ejercicio político como actividades comerciales, sin más.
Ha llegado el tiempo de eliminar las candidaturas de los hombres y mujeres adictos a la política como negocio. De la misma forma, ha llegado la hora de liberar la política dominicana de candidatos cuya atracción principal es acumular caudal político y económico. A estos candidatos les interesa cualquier acción, menos el desarrollo integral de la sociedad dominicana. Mucho menos les interesa el fortalecimiento de la calidad de la democracia. Además, no forma parte de sus intereses la participación sociopolítica y económica de los ciudadanos.
Los candidatos adictos a la política como negocio constituyen una vergüenza nacional. Son polillas que carcomen el sistema democrático y la institucionalidad. Son, a su vez, expresión del estancamiento de la sociedad y de la corrupción en los distintos niveles y ámbitos en el que interactúan. Se ha de trabajar para aportarle a la política dominicana la honestidad que requiere. Se ha de defender la nación de actores que eluden las necesidades del pueblo y dan centralidad a sus propios intereses. Digamos no a los adictos a la política como negocio.