Estoy yendo, el viento a mis espaldas.
Ítaca no está lejos, ni tampoco
Jaffna. Me siento bien. Camino.
Mis amores, hijos, amigos, Dios,
me nutren. Veo otra frontera.
La cruzaré sin detenerme
a escuchar a ninguna sirena.
Pero no estará mal desviarme
del sendero por una buena canción.
No soy una máquina, una fábrica
como algunos llaman a Mario
Vargas Llosa.
He escuchado que ha vuelto a Barranco
en Lima, que sigue
con pasos lentos, con dolor
y comenzó su demencia.
Ya casi llega. Saludo
a él, que me dio permiso
para escribir en español.
Y saludo a los que me lean
y me animan a seguir adelante.