La Asociación Dominicana de Profesores tiene más de cincuenta años de constituida.  Su trayectoria es larga, con incidencia social y educativa en la nación. La organización magisterial es un derecho y una expresión del sistema democrático del país, aunque estemos hablando de un sistema fragilizado. La organización de los maestros es necesaria para que estos fortalezcan su capacidad de aprender y de trabajar de forma conjunta con otros; y para que tomen conciencia de sus derechos y de sus responsabilidades en el desempeño de sus funciones como docentes y como ciudadanos.

 

La importancia de la organización de los maestros es mayor si se asume como un espacio y una oportunidad para la adquisición de nuevos valores; como, también, para la adquisición de competencias, que le aporten mayor calidad a su formación y a su práctica. En definitiva, la organización magisterial tiene sentido y legitimidad. Negar su existencia constituye una fractura fuerte a los derechos de las personas y a su libertad. De igual manera, constituye una violación a la Constitución de la República Dominicana en sus artículos 47, 48 y 49. Pero, toda organización que desee mantener su vigencia en el sector al que pertenece y en la sociedad, ha de responder a los desafíos y demandas de la época.

 

Nos movemos y existimos en tiempos cambiantes. Por lo tanto, las personas y las organizaciones tienen que actuar en coherencia con las demandas de los tiempos en los que interactúan. Desde esta perspectiva, la Asociación Dominicana de Profesores no puede perder más tiempo para introducir modificaciones sustantivas en el estilo de liderazgo que presenta en la actualidad. Debe orientarse hacia un liderazgo más innovador y comprometido, en la práctica, con la calidad integral de la educación y con el respeto crítico y propositivo de los pactos que firma. De la misma manera, ha de cambiar radicalmente la estrategia de lucha. El partido político que lidera la ADP ha de contribuir para que la estrategia sea diferente.

 

La ADP ha de avanzar hacia un estilo de liderazgo más innovador, abierto al diálogo y a la propuesta. Del mismo modo, ha de forjar un liderazgo que le confiera importancia al análisis razonado, al contraste de ideas y a la búsqueda de soluciones a los problemas, al margen de intereses corporativos. Han de priorizar los intereses que se comprometen con los aprendizajes de los estudiantes y con la calidad del ejercicio de la docencia. En este sentido, se han de proponer valores y herramientas que les permitan a los estudiantes la comprensión del mundo en el que viven.

 

Es preciso, en la ADP, un liderazgo que potencie las iniciativas de los maestros afiliados al gremio. Para ello es necesario abrirle paso a un nuevo liderazgo, cuya visión y práctica esté más articulada con los avances científicos, pedagógicos y tecnológicos actuales. Además, es necesario un liderazgo que conozca y defienda las necesidades de los estudiantes y de los docentes. Ha de pasar del liderazgo que asume como cultura la reproducción de las mismas prácticas, a un liderazgo comprometido con métodos razonables para las acciones reivindicativas y para la defensa del trabajo escolar.

 

La nueva estrategia que asuma ha de tener en cuenta a las familias. La Asociación Dominicana de Profesores no puede continuar ignorando a las familias. Ha de iniciar un trabajo conjunto con estas, para una contribución más efectiva a los problemas de aprendizaje de los estudiantes y para un apoyo más concreto a las relaciones entre los maestros y las familias. Para lograr algo en esta dirección, la ADP necesita ganar más autonomía con respecto a los partidos políticos. Si continúa manejada por uno o más partidos políticos, sus aportaciones serán cada vez más instrumentalizadas y, por tanto, alejadas del verdadero sentido educativo.

 

La Asociación Dominicana de Profesores ha de poner atención a los retos que tiene por delante. El mundo y la sociedad cambiante de hoy no resisten modos de actuación involutivos; tampoco, estáticos. Requieren una visión y una práctica distintas. De otra parte, demandan una Asociación anclada en las transformaciones mundiales, regionales y locales. Si responde a estos desafíos, podrá recuperar respeto, credibilidad e incidencia socioeducativa.