El neurocientífico Rodrigo Quiroga Quián, de origen argentino, es el director del Centro de Neurociencias de Sistemas y jefe de Bioingeniería en la Universidad de Leicester, Inglaterra. Su amor por la literatura y el cine, junto con su particular admiración por la obra de José Luis Borges lo han llevado a crear una analogía desde el ámbito literario. En su búsqueda del conocimiento sobre la memoria como capacidad cognitiva compleja viaja al mundo literario de Borges y hace tres años publicó su libro Borges y la Memoria.

En sus páginas Quiroga Quián plantea que el cerebro, dentro del proceso de evocación de la información, busca recordar y, sobre todo, entender. Así, se refiere al cuento “Funes el Memorioso”, de José Luis Borges, cuyo protagonista refleja una de las peores condenas que un ser humano puede padecer: la incapacidad de olvidar.

Funes, quien trabaja en el campo como peón, sufre un accidente mientras monta a caballo. Al golpearse la cabeza, aparentemente sin heridas externas ni sangrado, desarrolla una condición cognitiva que lo hace incapaz de olvidar nada y lo lleva al aislamiento como forma de autoprotección…

Esta es la magia de la literatura, que ningún modelo matemático será capaz de igualar en belleza y vivacidad. ¿Qué sería de nuestra vida si al final del día fuésemos incapaces de tener una memoria selectiva y, por el contrario, recordásemos absolutamente todos los detalles irrelevantes de todas las cosas? Ciertamente, sería complicado, incluso insoportable, puesto que la angustia y la ansiedad nos llevarían al aislamiento físico y mental para sobrevivir a esta situación.

Sería una verdadera tragedia ser incapaces de diferenciar la información relevante de la irrelevante, ya que nos llevaría a un agotamiento cognitivo difícil de controlar. La capacidad de dividir la información en importante e intrascendente, es lo que nos permite mantener la cordura ante la cantidad de estímulos cotidianos a que estamos expuestos. Comprender los conceptos de la información facilita su almacenamiento y el sosiego y la calma son necesarios para poder tener ideas más claras y crear un pensamiento propio acerca de todo lo que nos rodea.