No pudo evadir la ofensiva del distinguido invitado. No pudo evadir un hecho del que es, por omisión o comisión, en buena parte responsable. No pudo, por tanto, callar ni hacerse el distraído octogenario. No pudo irse por las ramas ni inventar un evasivo subterfugio. No pudo imaginar, ni así se lo advirtieron, que ese amigo antillano le saldría con un de atrás pa lante. No pudo imponer sus mezquindades al preferente interés de su visitante Y Joe Biden, jefe máximo de este continente y casi todas sus islas, tuvo que hablar de Haití, aunque fuera un disparate…(Ya imagino a Abinader, con rayos y centellas, al salir de aquel despacho).