Las últimas elecciones para elegir los integrantes al Parlamente Europeo evidencian el incontestable avance de la ultraderecha, la incertidumbre de la derecha tradicional y la irreductible resistencia del ancho arcoíris de fuerzas progresistas, saldada con un buen desempeño algunas de ellas en diversos países. Como casi todas elecciones que se celebran en los últimos tiempos, aquellas discurrieron en medio de las viejas tensiones y pasiones que han jalonado el debate sobre el significado en la historia de la democracia. Ese antiguo debates/lucha ha girado en torno a si es el pluralismo ideológico-político, o es el integrismo basado en una idea/pensamiento único, la base del orden social.

Es irrefutable que el triunfo de la ultraderecha fue arrollador en Francia y en Alemania. En la primera, el avance del frente integrado por ultras de orientación neonazis, neofascistas y nuevos venidos de la derecha republicana ha sido tan avasallador que ha obligado al presidente Macron a disolver las cámaras y llamar a elecciones a final de este mes. En la segunda, su mapa político, salvo unas cuantas manchitas de verdes y socialdemócratas, es completamente conservador-ultraderechista, muchos de ellos neonazis. Como son dos países claves de la Unión Europea, esa circunstancia resta visibilidad a la resistencia a los ultras que hubo en la generalidad de los países escandinavos, en España, Portugal y relativamente en Italia, entre otros.

La resistencia de las fuerzas progresista a los ultras es lo que ha impedido que la derecha tradicional y las fuerzas progresistas conserven la mayoría en el Parlamente Europeo, aunque esta sea precaria y hasta gelatinosa. ¿Qué se desprende de esta circunstancia?, que es posible detener el paso doble de la ultraderecha en Europa o fuera de esta. Pero eso supone no solamente que se tenga la voluntad de enfrentarla sino cómo hacerlo y qué proponer, o sea cuál sociedad queremos. Unanimidad sobre estas cuestiones no es posible y no lamentarse que así sea, porque las unanimidades suelen ser malos remedios. No obstante, sobre los derechos ciudadanos y otros valores democráticos sí debe buscarse un acuerdo lo más aproximado posible.

En ese sentido, debe irse al fondo del fenómeno del avance de la derecha ultranacionalista y situarlo en una perspectiva histórica sobre las actitudes que diversas corrientes políticas que ésa y otras corrientes han tenido con relación a la democracia. Siguiendo ese aserto, el origen del embate que contra las conquistas ciudadanas lleva a cabo la internacional del ultranacionalismo derechista viere de lejos. En esencia, se fundamenta en viejas teorías tan variadas como estrambóticos que generalmente les sirven de bases para construir diversas y delirantes ideas para fundamentar y difundir imaginarios “complot”, “conspiraciones alevosas”” contra la “pureza étnica” de algunos países y hasta de continentes, entre otros delirios difusores miedo y odios contra el “otro”

Es cuantiosa la literatura sobre esas “conspiraciones”, van desde panfletos con ideas simples pero impactantes para mentes con sed de certidumbre, estudios basados en informaciones dispersas arbitrariamente y/o erróneamente sistematizas, medias verdades ( por lo tanto mentiras en esencia), mitos, terribles y amenazantes fantasmas e injurias alrededor de las cuales se organizan,  peñas, grupúsculos, redes productoras y difusoras de falsas noticias injuriosas, propagandistas de gobiernos de todo el mundo, fundamentalmente en Occidente trabajan sostenidamente son los que inducen a grandes grupos humanos a votar por los colectivos de ultraderecha en todo el mundo. La Europa tanto, de occidente como de oriente, siempre ha sido un hervidero de ideas extravagantes sobre conspiracionismos, complots, etc.

En ese tenor, el principal escenario para el combate contra el conspiracionismo son el de las ideas políticas, la academia, el intelectual, la investigación científica, en breve en el terreno de la democracia, defendiendo los derechos ciudadanos fundamentales tutelados por los organismos e instancias internacionales fundados para tal fin y de las cuales somos parte. Es esta una de las mejores apuestas para enfrentar los extremismos populistas de cualquier signo y no contemporizando con éstos, no dejándole espacio para difundir sus infundios, ni mucho menos ceder ante sus diversas formas de chantajes que, a través muchas formas e instancia, crean o transforman a ese propósito

Por ejemplo, no es casual que aquí en las recién elecciones nacionales, cerca de cien mil personas votaran por dos grupúsculos ultraderechistas/nacionalistas. Pescaron en las oscuras aguas que agitan organismos como ese instituto trujilloniano, que ofende la memoria de Duarte…, al igual que no poca gente del mundo de la política (de todos los signos) y de todas las instancia del poder, de la academia e intelectualidad de derecha, que se creen y difunden el mito de que como dominicanos somos de una sola cepa (pretendidamente “pura” ) y no el producto de varias cepas, que es la fuente nuestra mayor riqueza como pueblo, como dice Narciso Isa Conde en un excelente artículo sobre ese tema.

Esos grupos, en esencia, coinciden con los líderes de la internacional del ultranacionalismo xenofóbico en el asedio de éstos a la democracia. Son la expresión de esa internacional del caos, de la incertidumbre y del miedo, el odio a la diversidad y al diferente, del mito de la gran conspiración internacional. Un mito que, ¡cuidado!, en noviembre podría estar a una hora cincuenta minutos de aquí:  Miami, la residencia de Trump…