La Investigación educativa es un proceso orientado al fortalecimiento de la calidad de los aprendizajes y de la enseñanza. Se orienta, además, a posibilitar que los docentes, los estudiantes y los gestores se comprometan con la búsqueda de nuevas explicaciones y soluciones pertinentes a los problemas del aula, del centro educativo y de la comunidad educativa. Este tipo de investigación se caracteriza por su sistematicidad, el rigor científico y el potencial reflexivo que propicia en el quehacer educativo. Esta investigación le aporta fundamentación a la forma de pensar, de conocer y de hacer de los diferentes actores del sistema educativo. Es un proceso imprescindible para innovar en educación.
Los centros educativos y las instituciones de educación superior, cuyos docentes, estudiantes y gestores tienen formación y experiencia investigativa en el campo socioeducativo, reciben diversidad de aportaciones que favorecen el fortalecimiento académico, institucional y un mejor posicionamiento social. Los aportes más relevantes están vinculados a un aprendizaje más integral de los estudiantes, de los docentes y de la institución. Esto se evidencia en los estudiantes, porque reciben una formación con mayor fundamentación y guiada por la pedagogía que ayuda a construir el sentido de la experiencia educativa.
Esta pedagogía enseña al estudiante a pensar y a preguntarse. Asimismo, lo enseña a descubrir las razones de lo que piensa, de lo que hace y de lo que decide. La investigación educativa ayuda para que se avance en la búsqueda de rutas que posibiliten una atención continua a la persona del estudiante, al tratar de encontrar articulaciones para que se tomen en cuenta las diversas dimensiones de su ser como persona y no solo su capacidad de hacer. La perspectiva integral se refleja en el docente, al desarrollar una visión más amplia y articulada sobre la complejidad de su tarea y de las alternativas que tiene para producir conocimiento. Éste ha de cualificar su propia práctica en el aula, en el centro, en la comunidad educativa y en la sociedad.
El docente que participa de una cultura investigativa utiliza estrategias metodológicas para activar la reflexión, el conocimiento y la indagación de los problemas de aprendizaje de los estudiantes y del contexto escolar. Este docente investigador revoluciona el aula y el centro. Por esto, los estudiantes que acompaña fortalecen su motivación, adquieren habilidades y destrezas para tomar conciencia de lo que aprenden. De igual forma, se preguntan por qué lo aprenden, para qué lo aprenden. Es un aprendizaje en contexto, consciente y crítico. Esta forma de aprender fortalece la autonomía y la capacidad creativa de los estudiantes y de los docentes.
El docente investigador es un mediador avizor. Se mantiene en estado de atención permanente para fortalecer su formación profesional, su compromiso con el centro educativo y con los procesos de cambios que va generando su práctica. Este ambiente investigativo propicia en los estudiantes y en el docente formador el desarrollo de competencias cognitivas, sociopedagógicas, investigativas y tecnológicas que favorecen la producción de conocimientos y aprendizajes con significados. Este docente estimula la constitución de grupos de investigación; suscita la discusión y el debate que activa el razonamiento lúcido y situado. Se preocupa, progresivamente, por una práctica basada en evidencias científicas.
La perspectiva de integralidad que aporta la investigación educativa a las instituciones educativas se evidencia en la cultura reflexiva que fomenta. Esta cultura sirve de fundamento a las acciones y a los procesos institucionales. De igual manera, contribuye a la superación de la dispersión, de la segmentación del pensamiento y de la acción institucional. Este aprendizaje institucional favorece una tarea educativa y social con perspectivas y horizontes en una misma dirección. Otro aporte significativo de la investigación educativa es la mejora de la calidad de la institución escolar, lo cual se evidencia en la realización de un trabajo educativo más eficiente, sistemático e innovador.
Los cimientos de una cultura investigativa en las instituciones educativas ponen mayor atención a los problemas del aula y del centro educativo, para identificar necesidades, redescubrir potencialidades y constatar oportunidades de cambio educativo. De la misma forma, se impulsa la recreación de las prácticas institucionales y las relaciones con el contexto más global. Por ello, el contexto del aula, el de la institución y el contexto socioeducativo adquieren una importancia pedagógica de especial interés. El aprendizaje de los estudiantes, de los docentes y de la institución educativa constituye el foco central.