El ensayo intenta capturar, agarrar, envolver
una experiencia escurridiza, en movimiento
siempre, para entenderla, domarla, y poder
después seguir adelante otra vez en el camino
de un solo sentido, aquel que reconocemos
en algún momento a pesar de las vueltas
a casa, de los eclipses y sus anillos de fuego
que nos muestran los cuerpos celestiales
también en marcha, que finalmente
no hay nada congelado, paralizado.
Y ya estamos viendo los icebergs
de los polos buceando en el mar.
Y ya estamos afrontando muros
de agua acercándose a nuestros
asentamientos costeros. Y ya estamos
escribiendo desde hace un buen rato
el fin de la historia amorosa, lo que
nos dio la experiencia para enseñarnos
que todo se mueve incluso los anillos
vueltos fuego en el cielo.