El ambiente social y político de la nación había quedado sorprendido con la elección por cuarta ocasión del doctor Joaquín Balaguer como presidente constitucional de la República Dominicana para agotar el periodo: 1986-1990.
Sorprendido una parte significativa del país, pues otra estaba muy conteste en que esa posibilidad podía hacerse realidad, pues se encontraba arduamente trabajando para que fuera de esa manera.
Indudablemente, una capa amplia de la sociedad se había decepcionado de la forma en que los dos gobiernos del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) habían manejado el país en los últimos ocho (8) años. Tanto el gobierno de Antonio Guzmán Fernández (1978-1982), como el de Salvador Jorge Blanco (1982-1986), sobre todo, este último había llevado el país a vivir una terrible crisis económica, por demás agravada por una constante lucha intestina por los jefes de grupos, tendencias y clanes del partido en el poder. El doctor José Francisco Peña Gómez, líder indiscutible del partido en esos tiempos, hizo cuantos esfuerzos fueron posibles para limar las asperezas entre los dos más evidentes adversarios partidarios: Salvador Jorge Blanco, presidente de la República en ese momento y Jacobo Majluta Azar, presidente del Senado y candidato presidencial de esa organización política.
Las diferencias políticas y personales de ambos dirigentes minaron las bases de ese partido, al punto de hacerlo colapsar ante sus propios miembros y simpatizantes.
En ningún caso éstos repararon en los intereses colectivos que representaban y los que había asumido su partido ante la nación y sus militantes, al obtener en dos ocasiones consecutivas la presidencia de la República.
El escenario político de la conclusión de ese mandato planteó un enfrentamiento cardinal entre el Partido Reformista Social Cristiano (PRSC), cuyo candidato era el viejo caudillo Joaquín Balaguer Ricardo y un grupo de partidos minoritarios y fuerzas externas que siempre le apoyaban, pero ahora habían crecido aún más, producto de las altas posibilidades de obtener de nuevo la Presidencia de la República. Mientras, la representación presidencial del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) la encarnaba Jacobo Majluta Azar, quien también había conseguido un amplio apoyo de partidos y movimientos minoritarios externos a su partido.
Una tercera fuerza política liderada por el profesor Juan Bosch, dejaba ver sus habilidades estratégicas, atacando mortalmente las calidades morales que podía mercadear el candidato del Partido Revolucionario Dominicana (PRD) ante el electorado. El Profesor Juan Bosch y el equipo estratégico del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), tampoco dejaba de hacer lo mismo, aunque con menor intensidad, contra el candidato y ex-presidente de la República, Joaquín Balaguer. Realmente el candidato a vencer era el del partido en el poder en ese momento.
Al parecer, tanto Jorge Blanco como Jacobo Majluta, entendían que el PRD, podía ganar la tercera elección presidencial consecutiva por sí mismo, sin contar con los votos de “las masas silentes”. Su rivalidad era muy acentuada y de total conocimiento público, condición que fue aprovechada por sus adversarios para debilitar las bases del fogoso Partido Revolucionario Dominicano (P.R.D.) y del electorado que había pensado en votar por ésta propuesta en sentido general.
La presión del Partido de la Liberación Dominicana, más la del Partido Reformista Social Cristiano, sumado al torpe manejo de los asuntos de Estado por el Gobierno de Concentración Nacional, presidido por el doctor Jorge Blanco, incidieron de manera decisiva en la conciencia de ciudadanos indecisos para que el 16 de mayo de 1986, acudieran a las urnas a depositar el voto a favor de un candidato viejo, sordo y ciego (como el mismo confesara en una de sus escazas comparecencias televisivas), cuyo estilo de gobierno era harto conocido por el Pueblo Dominicano, el Dr. Joaquín Balaguer Ricardo. Aun declarando en plena campaña su ceguera y sus achaques de salud, el pueblo dominicano, decidió poner en sus manos los destinos del país, por encima de la juventud del Lic. Jacob Majluta Azar, debido a las fuertes contradicciones internas que su partido político había llevado hasta los medios de comunicación del país.
Todos los partidos y movimientos participantes en el proceso, reconocieron en un período relativamente breve de tiempo, el triunfo del Dr. Balaguer y el Partido Reformista Social Cristiano, incluido el Partido de la Liberación Dominicana, y su líder el Profesor Juan Bosch.
Al Lic. Jacobo Majluta, y al PRD, no le quedó otra opción que aceptar la derrota, y al gobierno presidido por el doctor Salvador Jorge Blanco, preparar la ceremonia de transmisión de mando pautada por tradición, para el 16 de agosto de cada año.
Ese día histórico para el nonagenario gobernante, se presentó al Congreso Nacional a jurar ante las cámaras legislativas, convertidas en Asamblea Nacional; los primeros cinco (5) párrafos de su discurso, destacan la alegría que le embargaba al recibir de nuevo la Banda Presidencial:
El mandatario en su alocución al país asegura que:
“En los últimos 8 años, con fe e insistencia indeclinables miles de dominicanos han repetido en calles y mentideros las siguientes palabras: vuelve y vuelve. Vuelvo y vuelvo.”
“Vuelvo para compartir con todos mis compatriotas un programa de labores y esperanzas. Vuelvo para evitar que se descontinúe la práctica que hemos seguido, desde hace ya más de un cuarto de siglo, promover el progreso con libertad.”
“Vuelvo para asociarme con a todos mis conciudadanos en el empeño patriótico, difícil pero posible de enderezar la economía y las finanzas nacionales.”
“Vuelvo para consolidar con la alternancia en el poder de partidos diferentes, el proceso democrático nacional.”
“Vuelvo para reconstruir la nacionalidad deteriorada, vuelvo no para hacer milagros, si para afrontar con decisión la crisis que nos afectan. No piden menos, no exigen menos el presente y el porvenir nacionales.”
Conocedor como el que más en el país y el continente sobre el efecto que causan unas palabras de aliento y de optimismo en sus seguidores, pero sobre todo en las grandes masas desposeídas de una nación, introduce en ese discurso del retorno al Palacio Nacional, sensibles dardos literarios para transmitir optimismo en la gestión de gobierno que a partir del 16 de agosto de 1986 encabezará, y para reflejarlo externa los siguientes aspectos:
“El panorama que nos rodea y las circunstancias domesticas e internacionales no invitan en la actualidad al optimismo. Al optimismo invita la calidad de nuestra ciudadanía. El patriotismo de nuestra gente. “
“La estirpe de nuestro pueblo. No creo, al hacer estas declaraciones que me estoy exponiendo a defraudar al país con falsas expectativas.”
“Se de sobra que gobernar es acoplar el sueño a realidades geográficas, históricas, populares.”
“Pero no ignoro que la Republica Dominicana, se ha batido, desde que se hizo independiente. Lo alcanzado sin embargo, es insuficiente para esta fase del proceso universal. Hay aspectos en que marchamos a la zaga de otras naciones de nuestra misma área.”
“Aún hay miles de dominicanos, hombres y mujeres, niños y ancianos, que se acuestan cada día sin comer. El derecho de comer es sagrado y nos ha sido impuesto por la propia naturaleza.”
Bajo ese criterio social, aprovecha el momento para dejar claramente establecido que ha sido, y continuará siendo, un abanderado de las necesidades elementales de quienes se colman de ilusiones con cada nuevo gobernante que asume las riendas políticas y económicas de un país:
“El desconocimiento de ese derecho resulta más inicuo, cuando es negado a personas que quieren trabajar, a infinidad de seres que no inventa pretextos para la ociosidad, a hombres y a mujeres que ofrecen con espontaneidad el sudor, sus brazos y su frente.”
“Por eso duele tanto a quien habla, como a la inmensa mayoría de sus compañeros, la crueldad y la profundidad de las mordidas de la miseria en la carne popular. Nos duelen aunque no nos intimidan las limitaciones de nuestros recursos, la dependencia monocultivista, los residuos que aún quedan en nuestro ambiente de las luchas fratrieldas que flagelaron tantas veces nuestro ayer.”
“Confesamos, pues, con sonrojo que aunque jactanciosamente presumimos de ser libres nos aherroja la tiranía de la pobreza.”
“Nuestro deber, en consecuencia, es declararle la guerra a esa plaga de todos los países en vía de desarrollo.”
El anciano mandatario extiende aún más su intervención discursiva bajo los criterios de ese sensible flagelo social, cuando expone las siguientes consideraciones:
“Declararle la guerra al hambre, declararle la guerra a la pobreza, declararle la guerra a la desnudez, declararle la guerra a la pobreza. Esta guerra santa exige la militancia de todos.”
“No es mi guerra particular, ni la del reformismo, ni la del partido alguno, sino la de esta organización humana y jurídica que es la república.”
“Mi voz se alza, en medio de incertidumbre y de las angustias de estos días, para asegurar a todos mis compatriotas, inclusive a mis enemigos, a los de ayer, a los de hoy, que he vuelto para que pedirles que rindamos juntos esta jornada de patria.”
“Una actitud diferente sería una mezquindad. En mí, carecería no solo de gallardía, sino también de justificación.”
“La única bandera que enarbolaré enarbolarle es la Bandera Nacional, y el único Líder es Juan Pablo Duarte.”
El hombre que había gobernado a sangre, fuego y garrote la nación durante el largo trayecto de doce (1966-1978) años, ahora se presentaba a la nación como un ser humano consciente de las necesidades de entenderse horizontalmente con sus adversarios, actitud que expone sin ambajes ni retórica política de características simuladoras:
“En estas palabras inaugurales omito adrede reproches al gobierno saliente. Repudio el espectáculo el espectáculo primitivo de otras veces. No quiero ofender a los invitados internacionales ni quiero rebajar la dignidad jerárquica de esta ceremonia de cambio de poderes con apreciaciones sectarias ni con soberbias ni exabruptos de ocasión.”
“Sobran oportunidades para el debate democrático necesario y saludable al que estamos siempre prestos y al que jamás renunciaremos. Pero en esta cita histórica no.”
“Esta ocasión es de concordia personal, de continuidad democrática, de afirmación constitucional, de confirmación republicana.”
Al iniciar el esbozo de su programa de gobierno, prepara a la audiencia presente en el solemne auditorio y aquella que le da seguimiento a través de los medios de comunicación, para lo que más bien será una síntesis esquemática de sus planes y proyectos en pos de impulsar la nación hacia su desarrollo, máxime cuando la gestión que recién concluye la ha dejado sumamente maltrecha, producto del pobre manejo de las finanzas públicas. La inestabilidad económica, social y política heredada del gobierno saliente es de tal envergadura, que el Doctor Balaguer hace un titánico llamado a retomar lo que se suponía para la fecha estaría superado: La confianza de la sociedad ante el comportamiento administrativo de los servidores públicos:
“No intento ahora esbozar un programa de gobierno, sino señalar conceptos que servirán de pauta a la administración que hoy se inicia.”
“El primero de esos objetivos básicos es devolver al país la confianza en primer término de la honestidad de los servidores públicos. Cada ciudadano independientemente de su ideología política, debe estar consiente que de que la rectitud de las máximas autoridades de la nación reposa la mayor garantía de seguridad para sí y para sus intereses.”
“Sin confianza no hay seguridad, sin seguridad no hay inversión, sin inversión no hay desarrollo. La hermana gemela de la seguridad es la estabilidad. Un ciudadano, una empresa, un plan, un proyecto, tienen que fundamentarse sobre reglas precisas, sobre bases estables. No hay talento individual o colectivo que prospere avanzando y retrocediendo entre cambios y vaivenes.”
“En un sistema de libre empresa no debe haber sitio para privilegios y favoritismo. No puede escapar a nadie que parte de nuestras dificultades proviene de la independencia internacional.”
Como forma de justificar las medidas gubernamentales a implementar en los sucesivos días, el nuevo gobernante expone:
“Los problemas de otros también son nuestros. Pero sería ficción y pretexto atribuir a factores foráneos la insuficiencia y deficiencia de que somos responsables.”
“Si la necesidad es dominicana, si el dolor es dominicano, nuestra primera exigencia debe ser con nosotros mismos. El ahorro interno y la auto superación deben ser, en consecuencia, en el proceso de desarrollo nacional, las herramientas prioritarias.”
“Estamos capacitados para todos los desafíos, entre pesares y escaseces alza su estructura monumental un pueblo intrépido y fuerte que acepta y espera confiado el porvenir. Hace tiempo que los dominicanos esperan la apertura de una etapa de conciliación que prepare al país para el advenimiento de una era de verdadera convivencia pacífica.”
“Quien habla confía en que esa conciliación llegue hoy a República Dominicana, si llega, la recibiremos con los brazos abiertos. Los próximos cuatro años deben ser hermandad entre todos los hijos de esta tierra.”
Clama por la unidad y solidaridad nacional haciendo énfasis entre los militantes activos de todos los partidos. Esa actitud, expone el gobernante, debe tener como principales auspiciantes los miembros de su propio partido:
“El sentimiento de la solidaridad nacional debe inspirarnos todos las soluciones que tanto necesitamos para salir de los agobios que nos han atormentado casi desde que nos convertimos en una nación independiente, para nosotros no habrá desde hoy en adelante, diferencias entre los miembros de nuestro partido y los que militan en otras organizaciones, porque nuestra aspiración irretractable es medir con la misma vara a todos nuestros compatriotas y servir a todos con el mismo espíritu de humildad, de tolerancia y justicia contra quienes nos proponemos mantenernos más alerta.”
“Sera precisamente contra los miembros de nuestro partido, son estos los primeros que deben dar ejemplo de honestidad en el manejo de la casa pública, moderación y cometimiento de las apetencias burocráticas.”
“Tenemos una tregua política de no menos de dos años, si queremos sobrevivir a la crisis que actualmente nos azota y que de prolongarse expondría a males necesariamente tan graves como el de un cambio de nuestras instituciones democráticas por otras semejantes o peores a las que hasta ayer habían servido de expresión a nuestros vicios y resabios tradicionales.”
Definitivamente, la conciliación social y política estaba muy arraigada en los sentimientos del Dr. Balaguer en esos momentos. Aparentemente había superado resquemores y malquerencias en esos ocho (8) años fuera del poder político de la nación. Más que exponer un plan de trabajo, hacía un llamado a la concordia y civilidad de los habitantes. En cada una de esas cíclicas arengas dejaba entrever que el país había sido fútilmente maltratado por las huestes del gobierno anterior:
“Tenemos que cambiar la actitud que hasta ahora hemos observado de reiniciar la guerra política al siguiente día de la instalación de un nuevo gobierno. “
“En el momento actual se requiere imperiosamente de un respiro en el quehacer político. No se trata de que se eliminen las actividades organizativas de los partidos ni de que se deje de practicar, a través de un análisis continuo de la labor del gobierno, una oposición realmente edificante.”
“Es obvio que el país atraviesa una situación en extremos difícil y que la vida nacional se desenvuelve en condiciones tales que podrían conducirnos fatalmente a un colapso, no solo de nuestra vida económica, sino también al eclipse de atributos preciosos de nuestra soberanía.”
“Si aspiramos a instaurar en el país desde hoy un régimen democrático participativo. No pretendemos al hacer esta afirmación, incurrir en la utopía de prometer a nuestros conciudadanos una sociedad realmente comunitaria, en el sentido que a esta ha dado la democracia cristiana.”
“Sabemos que no nos hallamos ni en suiza ni en la Alemania de Conrad Andenawer sino en una tierra tropical donde tanto los hombres como los cielos son sacudidos con frecuencia por vientos de tempestad y por ráfagas de cólera.”
Con habilidad literaria y política pone al descubierto su descontento con el pobre manejo administrativo de la gestión encabezada por el Dr. Salvador Jorge Blanco, al frente del Estado Dominicano, cuando expresa:
“El gobierno que hoy se inicia pretende no ser mejor ni peor, pero si distinto de todos los que han existido hasta hoy en la República Dominicana. Nuestra aspiración es la de gobernar principalmente con las nuevas generaciones.”
“No vamos desde luego a prescindir de la experiencia ni hacer caso omiso de la historia, pero si queremos ofrecer a la juventud la oportunidad de servir a su país en puestos de trabajo y no en destinos públicos que se reduzcan a simples sinecuras. Confío que toda la gente nueva que me ayudó a triunfar en las elecciones de 1986, y que tan defraudada ha sido por distintas administraciones en un pasado reciente, sepa colocarse a la altura de la oportunidad que le va a ser ofrecida.”
El estadista formado en las duras condiciones de una de las más sangrientas dictaduras del Continente Americano, cuya inteligencia y habilidad política lo llevó a gobernar dentro de esta, y luego por doce (12) años consecutivos fuera de la misma, entiende que la sociedad dominicana de 1986 no es la misma que lo sacó del poder en 1978. Entiende por voz y sugerencia de sus asesores políticos, que su triunfo se debe a la alta presencia de los hijos de los reformistas de los años sesenta (60) y setenta (70), formados en las jornadas de campaña de los años ochenta (80)
Por ello, en su alocución al país, al jurar como presidente por quinta ocasión, resalta el rol protagónico de los jóvenes para alcanzar de nuevo el solio presidencial:
“Los jóvenes de hoy han nacido en una sociedad más viciosa y más llena de deformaciones morales que aquella en que vivieron nuestros padres. Muchos de los jóvenes que han participado en la vida pública en los últimos 25 años no han sabido servir a su país ni con dignidad ni con espíritu de sacrificio.”
“Pero en esta ocasión la patria espera mucho de su juventud, confía en que los que sean llamados a servirle desde un cargo público van a honrar su investidura desempeñando con pulcritud sus funciones.”
“La decencia no es privilegio de la edad, sino más bien de la cuna, se nace decente como se nace criminal o como se nace artista. Para poner a prueba el temple cívico de esa juventud me propongo confiar a grupos escogidos la responsabilidad de compartir con los organismos competentes la tarea de defender y conservar la floresta dominicana.”
“Creo que el idealismo de la juventud puede sobreponerse al egoísmo de una sociedad como la de hoy dominada por el afán de lucro y por otras fuerzas negativas.”
Tan agradecido está el gobernante de ese respaldo, que lo destaca en seis (6) párrafos de su obra discursiva, como si persiguiera dejar en la conciencia de éstos, la importancia de su activa militancia para proyectos futuros.
El Dr. Balaguer, aunque distante esta vez de sus piezas discursivas de otros tiempos, repara en un aspecto clave de la continuidad del poder; aspecto que ha afectado la obra de gobierno desarrollada durante sus difíciles doce años (1966-1978) de gestión:
“Un aspecto de la administración pública que en el nuevo gobierno se tomara muye en cuentas, e el del mantenimiento de las obras publicas que dependen tanto del estado como de los municipios. Obras costosas que originalmente pudieron exhibirse como un orgullo para el país han entrado en los últimos años en un rápido proceso de destrucción, no hay razón para que esa inversión la cual representa billones de pesos aportados, no por ningún gobierno en particular, sino por todos los contribuyentes dominicanos se esté dejando perder por falta de una atención adecuada.”
“Poco importa el gobierno que haya hecho esas obras porque a fin de cuentas se trata de conquistas que no pertenecen a nadie y cuyo mérito pertenece exclusiva mente al pueblo que las paga y para el uso del cual están precisamente destinadas, hay así mismo muchas obras públicas que permanecen inconclusas solo porque fueron iniciadas por administraciones no perredeístas.”
“Tenemos que reaccionar contra esa práctica egoísta. Urge tener más presente el sentimiento de solidaridad nacional que vincula a todos los gobiernos y a todos los ciudadanos, uniéndolos como los eslabones de una misma cadena en el cambiante proceso de las culturas y la sucesión de los tiempos.”
“Los hombres públicos son sombras que pasan por el escenario nacional en un momento cualquiera y están llamadas a disciplinarse como se disipan las nuevas de verano en estos cielos del trópico donde las tarde suelen trópico donde las tardes suelen comenzar a vestidas de luz para concluir rasgadas por el relámpago.”
El líder de la revolución sin sangre, cuyos gobiernos y funcionarios de los doce (12) años fueron acremente criticados y atacados por los partidos y agrupaciones políticas de la oposición durante sus primeros doce (12) años de gobierno por evidentes indelicadezas desde sus cargos, ahora perseguía tomar medidas drásticas para disminuir tan terrible mal. Durante esos años existieron servidores públicos que cometieron terribles y constantes actos de corrupción. En su intervención del 16 de agosto del 1986, se refiere como lo hacía en aquellos tiempos, que la corrupción gubernamental será combatida tenazmente por su nuevo gobierno al tenerlo a él de frente. Sus palabras ante la Honorable Asamblea Nacional así lo atestiguan:
“La peor de las lacras que hoy tenemos es la de la corrupción. no es u mal dominicano sino un mal que afecta a una gran mayoría de hombres y mujeres en la mayor parte del mal llamado mundo civilizado el hombre, esa caña pensante como lo llama pascal es en el fondo el mismo aquí que en todas las demás latitudes de la tierra.”
“Hay algo que ya he dicho, pero que deseo ratificar en esta asamblea solemne, y ratificar en ella bajo la fe del juramento, en el gobierno que hoy se inicia no habrá corrupción sin sanción. Mi ánimo no es perseguir a nadie porque creo que el país no puede sobrevivir a sus males presentes, sino es en un ambiente de concordia. Yo no confiscaré las propiedades de nadie aunque sepa en mi fuero interno como lo saben todos, que esas propiedades sean mal habidas.”
“Dejaré que en ese campo actúe la justicia libremente, promovida o no por un movimiento popular que haga de ese acto de penalización del enriquecimiento ilícito, un acto ejemplarizante, para corresponder de todos modos al clamor nacional asumo desde hoy la responsabilidad de ser implacable, no solo contra alguien que se apropie de una de una parte, por mínima que sea, de la riqueza pública sino también contra el que induzca al servidor público al enriquecimiento ilícito. Para que haya corruptos se requiere que haya corruptores.”
“La guerra al enriquecimiento ilícito debemos hacerla todos los dominicanos, sea cual sea su categoría social o su ubicación ideológica. Todos estamos conscientes del peligro que esos actos de piratería representan para la supervivencia misma de nuestras instituciones.”
“Si permanecemos con los brazos cruzados frente al hecho de que todo el que sirva al país o se sirva del país desde un cargo público pueda atentar impunemente contra el patrimonio nacional, pronto nos quedaremos sin lo único que sirve de soporte a una nación, sobre todo a una nación como la nuestra, cuyo único potencial no es económico, sino principalmente espiritual e histórico: La VERGÜENZA.”
Como dije al principio del análisis de este discurso de toma de posesión del Dr. Joaquín Balaguer el 16 de agosto del año 1986, la sociedad dominicana y mucho menos, activos militantes de partidos y grupos de izquierda, que fueron sus más enconados adversarios durante los mal recordados doce años (1966-1978) de gestión gubernamental, jamás pensaron que en tan sólo ocho (8) años, el sempiterno aspirante presidencial se iba a renovar y presentar como la carta de triunfo de un conglomerado social hastiado de luchas intestinas, pésimo manejo de los fondos públicos, y la cada vez más espuria falta de respeto institucional, implementado por los líderes y gobiernos del Partido Revolucionario Dominicano (P.R.D.)
A esos duros adversarios del 1966 al 1978, el Dr. Balaguer les dedicó siete (7) párrafos para aclararles que entendía y se adaptaba a los nuevos tiempos, pero que tampoco toleraría arbitrariedades y actos terroristas para alterar el orden público durante su nuevo mandato.
De los siete (7) puntos de vista, es prudente citar seis (6), porque contemplan el mensaje que Balaguer quería hacer saber a quienes él conoce perfectamente, pero no señala con sus nombres:
“Algunos voceros de partidos extremistas y algunas personas de ideología izquierdizantes, han hablado irresponsablemente tras el triunfo del partido Reformista Social Cristiano, de la posibilidad de que con quien habla retornen la represión y el temor al ambiente político dominicano.”
“Esa propaganda obedece, como muchas de las que se hicieron durante la consulta electoral del mes de mayo, a móviles de inspiración puramente partidistas. No ofendería, pues, la verdad ni tendría motivo para sonrojarme, ante mí mismo si concluyo esta corta intervención repitiendo las mismas palabras con las que han cerrado su exposición ante la asamblea nacional, reunida con un motivo similar al presente, la mayoría de mis antecesores desde Ulises Francisco Espaillat y Francisco Gregorio Bellini hasta Don Antonio Guzmán y el doctor Salvador Jorge Blanco.”
“Esas Palabras recogidas por la historia son las siguientes: ´´tened la seguridad de que en mis manos no perecerá la libertad´´. Quien habla quiere ser más categórico en esta ocasión y en vez de esa hermosa retórica política preferiría decir, poniendo los dos pies sobre la tierra, que en mis manos no se mantendrá la libertad a expensas del orden ni el orden a expensas de la libertad. Creo que ambos elementos son igualmente necesarios para la salud de la nación. El presidente de la Primera República Española, don Emilio Castellar, más conocido por su fama de orador romántico que por su genio de estadista, ha escrito que la libertad es como el alimento sin el cual se puede sobrevivir durante un tiempo más o menos largo pero que el orden es como el oxígeno que si nos falta perecemos.”
“Nuestro País vivió 31 años sin libertad, sumergido en una ergástula degradante pero, sobrevivió para levantarse con la frente más alta al fin de estas tres décadas de oscuridad. Estuvo en cambio a punto de disolverse cuando en 1912, llamado por los historiadores dominicanos como ´´El Año Rojo´´ fue sacudido por la anarquía y terminó con el territorio nacional ocupado, en 1916, por botas militares extranjeras.”
“Tito Livio, el más pulcro de los historiadores clásicos, después de haber descrito el sometimiento de Roma, la señora del mundo antiguo, a la terrible humillación de las Horcas Caudinas, concluye su narración diciendo sentenciosamente que la primera ley de todos los imperios es la ley de la necesidad.”
“Quien habla espera que esa ley implacable, de la cual nos habla el más veraz tal vez después de Tácito, de los historiadores latinos, no lo obligue a usar la fuerza contra nadie ni a poner el pie sobre el derecho de nadie, como tendré que hacerlo inevitablemente, si la anarquía asoma su cabeza de Meduza, no importa en qué momento, durante el actual cuatrienio, en un área cualquiera de la vida dominicana.”
Una pieza constante en su estilo de gobernar ha sido la no aplicación de recetas preconcebidas por tecnócratas y economistas, sobre el comportamiento financiero de la nación. Balaguer, el administrador, siempre fue, y asumía de nuevo, su condición de celoso gerente de las finanzas públicas, manejando él y sólo él, el destino dado a las recaudaciones habituales de las diversas estructuras impositivas del Estado Dominicano.
En ese discurso, igual que como lo hizo en los tres (3) anteriores (1966-1978), reniega de aceptar imposiciones de los centros financieros nacionales e internacionales. Es su intención dejar bien claro desde el principio, que concentrará en sus manos el movimiento económico de su gobierno, y lo externa de la siguiente manera:
“En el momento de mi instalación, por 5ta vez, en la presidencia de la República no deseo comprometer mi palabra con ninguna persona ni con ninguna institución. Debo más bien definir con claridad meridiana cuál será mi actitud frente a todos mis conciudadanos, sin excepción. Me propongo gobernar exclusivamente para el país, no voy a estar al servicio de intelectuales económicos e ideológicos de ninguna índole. En cada caso en que me toque tomar alguna decisión, discutiré abiertamente el problema de que se trate con los sectores interesados, pero mi decisión al final será la que convenga al interés de país y no al de un grupo determinado.”
“Nuestro gobierno de complacencias ni una veleta que gire en la dirección por donde soplan los vientos de la demagogia. Cuando sea necesario, pues, señoras y señores, en el caso de adoptar a la de nuestro propio partido porque el interés político de este se halle en un caso dado en contradicción con el interés de la comunidad, tampoco dejaré de tener presente que el bienestar de mi país está por encima del bienestar de mis amigos, pese a que no olvido ni puedo olvidar que entre ellos hay muchos que han sido mis compañeros entrañables en el curso de casi 50 años de lucha y de vicisitudes políticas todos mis correligionarios están cerca de mi corazón, pero más cerca está mi país y esta el interés general de mis conciudadanos.”
“Debo dejar también bien sentado que no me intimidará ninguna amenaza cuando tenga que actuar en el cumplimiento de mi deber. La vida de un hombre que ya ha salido de la estación del otoño memorioso para entrar en la hora crepuscular de la existencia, vale muy poco y nada podría ser de mayor satisfacción para quien había que ofrecer tan digno sacrificio por el interés de la patria o algo tan grande como la salud de la república.”
“Llego, en una palabra, al poder sin compromisos excepcionales con el pueblo que me eligió libremente. No usaré de favoritismo con nadie y no me sentiré obligado con nadie, excepto con Dios, y después de Dios con la Patria.”