El pasado 12 de octubre se cumplieron 530 años del inicio de una etapa dramática y triste para los pueblos originarios de América, la llegada de Cristóbal Colón y los españoles y la colonización del continente.

A la llegada de Cristóbal Colón a nuestra isla existía la sociedad Taína en la que se destaca Anacaona como una de las principales lideresas con dominio sobre una parte de nuestra isla. Ella fue vilmente asesinada y su pueblo masacrado en la conocida matanza de Jaragua liderada por Nicolas de Ovando.

Hace más de 15 años que el grupo Guabancex Viento y Agua al que pertenecía el destacado y apreciado investigador Tony de Moya desarrolla actividades artísticas y culturales que reivindican los aportes culturales de la población originaria de la isla y la figura histórica de Anacaona.  El grupo cada año reitera la demanda de sustitución del nombre del parque Colón por parque Anacaona  junto a otras organizaciones socioculturales del país como son: Acción Afrodominicana, COOPHABITAT, Museo de la dignidad, El Grito de los excluidos, Reconoci.do, Mujeres sociopolítica Mama Tingo y el CDDH.

Estas celebraciones con más de una década de presencia en el parque Colón con música, danza y actividades educativo—culturales no habían sufrido ningún percance hasta el pasado miércoles 12 de octubre. Ese día un grupo que se denomina “Antigua orden RD” irrumpió en las actividades artísticas que se desarrollaban en honor a “Anacaona” y de visibilización del genocidio que acompañó la colonización, con el uso de violencia verbal y física agrediendo con palos a las mujeres participantes entre ellas la artista norteamericana invitada Jehdy Ann quien sufrió heridas junto a otras activistas.

Llama la atención que este grupo autodenominado “nacionalista y patriótico” esté asumiendo una conducta similar a los paleros de la Era de Trujillo que funcionaron como un grupo paramilitar

Los grupos nacionalistas realizan sus actividades y no sufren interrupciones ni agresiones de organizaciones, personas y grupos que difieren de su enfoque y planteamiento.  ¿Por qué tienen que impedir y violentar la celebración de actividades artísticas y culturales de movimientos y grupos que al igual que ellos buscan fortalecer nuestra identidad cultural desde el reconocimiento del legado taíno y afrodescendiente?  ¿Desconocen nuestra constitución y la naturaleza democrática de nuestra sociedad que se consigna en la misma que la violan con cierta frecuencia con estas acciones y de forma pública?

Lo que ocurrió el pasado miércoles 12 de octubre fue -además de un hecho violento que afectó a un grupo de mujeres participantes dejando heridas de palos en varias de ellas- una actividad que atentó contra la seguridad ciudadana en un espacio público de una de las zonas turísticas de mayor importancia del país. El organismo responsable de mantener la seguridad ciudadana, Policía Nacional, estaba presente y no actuó frente a la violencia que sufrían las mujeres participantes, sino que por el contrario se convirtió en cómplice de la violencia y no desempeñó su función de protección ciudadana.

Llama la atención que este grupo autodenominado “nacionalista y patriótico” esté asumiendo una conducta similar a los paleros de la Era de Trujillo que funcionaron como un grupo paramilitar en la Dictadura cuando se vivía en un clima de terror de Estado con inexistencia de la democracia, irrespeto a la diversidad y promoción de una identidad cultural hispánica despojada de nuestras raíces taínas y afrodescendientes.

¿Por qué no se actúa contra el clima de terror, miedo y violencia que están ejerciendo estos grupos de forma reiterada y continua en el espacio público hacia distintas manifestaciones? ¿Cómo se deja que estas situaciones ocurran y no se ve las consecuencias que están generando con afecciones a la gobernabilidad, seguridad ciudadana y confianza?

 Este artículo fue publicado originalmente en el periódico HOY