En la biografía política e intelectual de Lugo la cuarta y última etapa va del 1930 al 1952, cubre los primeros 22 años de la ‘Era de Trujillo’, en este momento lo esencial es la relación de Lugo con la dictadura de Trujillo. Dos interrogantes son esenciales para comprender la relación Lugo-Trujillo: ¿Cuál fue la actitud de Lugo de cara a la emergencia Trujillo al poder? ¿Qué relación guardan el trujillismo y el pensamiento sociopolítico de Lugo? La relación el trujillismo yAmérico Lugo hay que analizarla en tres planos, el personal, el político y el teórico/ideológico.

En febrero de 1930 Trujillo derrocó a Horacio Vásquez, se inició una campaña electoral para elegir un nuevo presidente de la República, Trujillo resultó electo y en agosto asumió la presidencia. Ante esos eventos (el derrocamiento de Vásquez y la elección de Trujillo como presidente) Lugo fue completamente indiferente. En lo personal, la  actitud de Lugo frente a Trujillo fue de una discreta y valiente resistencia al dictador. Desde que Trujillo se instaló en el poder ‘Lugo guardaría un silencio cerrado por el resto de su vida, con excepción de la carta (…) que dirigió a Trujillo en 1936. Sin duda, no podía aceptar la situación existente al contraponerse su invariable concepción liberal’ / ‘Con excepción de los escritos historiográficos, Lugo decidió retraerse casi por completo de intervenciones públicas’ y ‘tampoco mostró oposición simplemente se restringió a defender su integridad moral’.

La historia de un contrato revela en todo su esplendor la valiente actitud personal de Lugo frente al tirano. Lugo fue visitado por  Osvaldo Bazil, 5/marzo/1934, enviado por Trujillo, el visitante le

comunica que el Jefe requería sus servicios como historiador para ‘escribir la historia de la última década de la República’, esto es, la historia del gobierno de Horacio Vásquez (1924-30), Trujillo le ofrecía ‘la suma de cinco mil dólares’ y un cargo en el gobierno: ‘una legación o un puesto en la judicatura’.

Lugo, alegando ‘consideraciones decisivas’, no aceptó la propuesta, esto a pesar que esta llegó en un momento en que Lugo tenía problemas de salud y graves dificultades financieras, tajantemente le dijo a Trujillo: “Recibir dinero para escribirla en mis presentes condiciones, tendría el aire de vender mi pluma, y esta no tiene precio”. Sin embargo; el 18/julio/1935 Lugo firma con el ‘Gobierno Dominicano’, que es lo mismo que con Trujillo. El 31/agosto/1935 Lugo escribe a Federico Henríquez y Carvajal, presidente de la Academia Dominicana de la Historia, le dice que “a iniciativa del honorable señor Presidente de la República, he firmado con el Gobierno Dominicano (…) un contrato en que me obligo a escribir una Historia de Santo Domingo”.

Lugo le indicó a Henríquez y Carvajal que aceptó escribir esa obra bajo dos condiciones, la primera: “abstenerme de formular ningún juicio histórico sobre sucesos ocurridos en lo que va del presente siglo, detenerme y colgar mi pluma anta la caída del presidente Ulises Heureaux”. Esta condición la justificaba en su creencia de que “a la historia contemporánea le falta la perfección de la imparcialidad en grado tal que la verdad puede fácilmente naufragar en ella”, pensaba que los historiadores de su época se enfrentaban a tres escollos: el interés, el temor y la adulación: “Con bastante frecuencia el temor ahoga a los contemporáneos, el interés los enloquece y la adulación es lepra de la lengua”.

La segunda condición fue “reembolsar plenamente al Gobierno Dominicano cuanto se gastara en escribirla, cediendo gratuitamente a éste la cantidad de mil ejemplares de la obra”. Puso esta segunda condición cuidando su ‘humilde personalidad’: “no quiero que la maledicencia pueda decir mañana, con apariencia de razón, que yo he sido en alguna manera gravoso al pueblo dominicano”. Como historiador Lugo entendía que: “Escribir la historia de su país es acto noble que honra siempre al ciudadano que la realiza aunque quede por debajo de la grandeza del empeño, si, por encima de todas las pocas o muchas que le adornan, coloca, como alhaja suprema, la virtud”.

Pero, el 26/enero/1936, Trujillo, en un discurso en Esperanza/Mao, anuncia que Lugo había sido encargado para “escribir, en calidad de Historiador oficial, la historia del pasado y del presente”. La reacción de Lugo fue demoledora, el 13/febrero/1936, en carta privada a Trujillo, ripostó negándose a ser el ‘Historiador Oficial’, al déspota le dijo: “no me considero historiador oficial ni obligado a escribir la historia de lo presente. No me considero historiador oficial, porque mi convenio excluye por naturaleza toda idea de subordinación y debe ser cumplido exclusivamente bajo los dictados de mi conciencia. No recibo órdenes de nadie y escribo en un rincón de mi casa. Tampoco me considero historiador del presen (…) la cláusula primera de mi contrato con el Gobierno Dominicano excluye de manera expresa escribir la historia del presente. Dicha cláusula dice así: El doctor Américo Lugo (…) a escribir una obra intitulada Historia de la Isla de Santo Domingo (…) la cual comprenderá el período comprendido entre los años 1492 a 1899, o sea desde el descubrimiento de la isla hasta la última administración del Presidente Ulises Heureaux inclusive. A partir de esa fecha, el Dr. Lugo se obliga a hacer en su obra, un recuento histórico de las demás administraciones (…) la historia de la administración actual está excluida de mi Contrato con el Gobierno dominicano”.

Según anota Félix A. Mejía ‘las represalias no se hicieron esperar y si no culminaron con la muerte (…) fue por la personalidad del sujeto, cuya muerte le hubiera hecho más daño que el que recibiera con la carta. Fue cuestión política y no de humanidad. ¡He ahí el triunfo de la inteligencia sobre la fuerza bruta; he ahí la luz disipando las tinieblas! Trujillo rescindió el contrato alegando que Lugo ‘no había dado cumplimiento a sus compromisos’, ‘se efectuaron varios allanamientos a su hogar’, le incautaron ‘los documentos más preciosos de su archivo histórico’, ‘varias veces’ fue arrestado, y, por la prensa, se hizo una campaña para ‘llenarlo de invectivas (…) labor encomendada al famoso clan amarillo’.

Rufino Martínez relata que cuando el contrato ‘llevaba diez meses de estarse ejecutando. Los Diputados cumplieron la orden de discutir acaloradamente sobre el documento sometido a su docta apreciación y (…) colmaron de improperios al escritor y estableciendo que el gobierno tenía elementos de más calidad, como Balaguer, Ramón Emilio Jiménez y Arturo Logroño a quienes podía tan importante tarea’. También; afirma que desde el año 1936 Lugo ‘no cesaba de ser una mortificación para el gran soberano’, cuando  ‘le dictó a Trujillo en una memorable carta la lección de respeto a la historia’.

Esta carta calificada de ‘explosiva’ fue una ‘lección de civismo’ que no encontró ‘acogida en la prensa’, por lo cual Lugo se ‘ve obligado a dirigírsela por correo. Y para que se hiciera del dominio público se la mostró a varios amigos, de los cuales algunos sacaron copias, divulgándose, como era su propósito, a fin de salvarse de toda complicidad en esta aciaga hora’. Félix A. Mejía resalta la reciedumbre ética de Américo Lugo: “Tal vez sea ese el único gesto de tal naturaleza registrado en todo el país durante la tiranía”.

¿Por qué Américo Lugo no aceptó escribir un libro de historia dominicana en los términos deseados por Trujillo? No aceptó, porque se cuidó de respetar sus principios políticos, éticos y su Filosofía de la Historia. En el plano político, su vida intelectual se apoyaba en un principio: ‘la formación de la conciencia nacional depende del conocimiento de la historia patria’. Lugo aceptaba escribir sólo dentro de las condiciones que él determinase: “yo acepté (…) con el único pero elevado propósito de contribuir, siquiera modestamente, a la formación de la conciencia nacional, que todavía no existe”.

En cuanto a sus principios éticos, Lugo tajantemente le dice al tirano criminal: “No recibo órdenes de nadie y escribo en un rincón de mi casa” / “Recibir dinero para escribirla en mis presentes condiciones, tendría el aire de vender mi pluma, y esta no tiene precio”. Lugo le deja bien claro al ‘Pequeño César del Caribe’ / ‘Monarca sin Corona’ que no es uno de sus lambiscones: “acepté teniendo cuidado en evitar, como se ve en las cláusulas 1ª y 7ª de mi contrato, que nadie pueda erróneamente figurarse que pertenezco a la farándula que sigue a ud como sigue a todos los potentados de la tierra, tratando de medrar a cambio de lisonjas”.

Lugo no podía aceptar el período histórico (1924-30) que el dictador quería imponer y, mucho menos, ser ‘historiador oficial’ porque estos dos puntos contrariaban su Filosofía de la Historia.  Desde 1934, Lugo con toda precisión le esclarece a Trujillo cual era consideraba que ‘los sucesos no son materia de la historia sino cuando son materia muerta. Lo presente ha menester ser depurado, y sólo el tiempo destila el licor de verdad dulce útil para lo porvenir. Todo cuanto se escriba sobre lo actual o lo inmediatamente inactual, está fatalmente condenado a revisión’. En 1943 se niega a emitir juicios sobre la prensa del momento bajo el argumento de que: “Es imposible formar juicio verdadero sobre los hechos y las cosas mientras ocurren, están entonces en ebullición bajo el fuego de la vida; no se puede asir y mucho menos coercer; queman y ofenden, engañan y desvían, entusiasman o repelen; el juicio más poderoso se nubla junto a ellos; y la pasión los deforma con su ardiente hierro inevitable”.

Consultas:

-Roberto Cassá (1993), Teoría de la Nación y Proyecto Político en Américo Lugo.

-Julio Jaime Julia (1977), Antología de Américo Lugo.

-Américo Lugo (1935), Carta a Federico Henríquez y Carvajal. Clío. No.18. Las cartas de Lugo a Trujillo han sido reproducidas por Julio Jaime Julia en el tomo III/21-56 de su Antología de Américo Lugo.

-Rufino Martínez (1965), Hombres Dominicanos. T.III. P.413. El diario La Opinión, 13/marzo/1936, informó que A. Lugo, fue intimado por el gobierno para que entregara ‘los documentos que poseía fruto de sus investigaciones en los archivos extranjeros pagados por el Estado Dominicano’. Fernando Infante (2007), La Era de Trujillo. T.I. P.200-1. Francisco Almonte afirma que a inicios de 1936 Trujillo acusó a Lugo de incumplimiento del contrato. Francisco Almonte (2019), Américo Lugo. P.78.

-Félix A. Mejía (1960), Vía Crucis de un pueblo.

 

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